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En clave turística

  • Por: FRANCISCO MADRID FLORES
  • 11 ABRIL 2022
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En clave turística

Por obviedad de razones, las derivaciones de la pandemia y el impacto de esta en la actividad turística han sido un tema recurrente en este espacio editorial. Así, y sólo por mencionar dos datos que hacen evidente la dramática situación que ha enfrentado el turismo, vale la pena recordar que la contracción en las llegadas de turistas internacionales en el mundo en 2020 fue de 73% y en 2021 de 72%, en ambos casos en comparación con 2019.

Es cierto que la afectación en México ha sido menor que la observada en el planeta, pues las llegadas de turistas internacionales han disminuido 54% y 29%, respectivamente, en los mismos periodos. En todo caso, el daño ha sido enorme: el Cicotur Anáhuac estima que la reducción en el consumo turístico de 2020 y 2021 se sitúa en torno a un billón y 500 mil millones de pesos, también respectivamente en los mismos plazos de comparación.

Del otro lado, los primeros datos de este 2022 son alentadores a pesar de los efectos de la variante ómicron, de la invasión rusa a Ucrania y de un muy complicado escenario de elevada inflación en nuestros mercados emisores. Muestra de ello es que el volumen de pasajeros internacionales que han pasado por el aeropuerto de Cancún y el de Los Cabos en el primer trimestre están por arriba de los del mismo periodo de 2019, aunque no sucede lo mismo con Puerto Vallarta, con rezago de 15.6%.

Con ello, parece razonable adelantar que, salvo que hubiera un descarrilamiento en el conflicto bélico del este de Europa, al término del año México habrá de rebasar el volumen de turistas que ingresan por vía aérea del año previo al inicio de la pandemia.

También vale la pena destacar que, de mantenerse esta tendencia de comportamiento positivo, la balanza turística reportará un saldo positivo histórico que podría situarse arriba de 17 mil millones de dólares, realizando una saludable contribución al equilibrio de la balanza en cuenta corriente y, superando, una vez más, el saldo de la balanza manufacturera.

Así, de ninguna manera puede afirmarse que la crisis del sector ya fue superada. No sólo porque a marzo, contra enero de 2020, todavía hay una muy importante disminución de los niveles de empleo formal en el sector, de -21.6 mil trabajadores asegurados en hoteles y -73.7 mil en empresas de prestación de servicios de alimentos y bebidas.

A la dificultad en la renegociación de préstamos bancarios y al descrédito del sector ante las mismas instituciones, que restringe las fuentes de financiamiento, luego de la vulnerabilidad recientemente mostrada, se suma un difícil escenario de tasas al alza. Al mismo tiempo, vale la pena insistir en que prevalece un mercado interno frágil y una crítica condición por la subida de precios de los insumos que hace que las estructuras de costos de las empresas estén seriamente comprometidas.

Es cierto que muchas empresas en algunos destinos de playa tienen buenas perspectivas, pero esto, de ninguna manera, es la condición general del sector turístico.

A pesar de la volatilidad producto de la situación internacional y, en particular, del conflicto bélico, sigue habiendo oportunidades para el turismo mexicano. Esto y la difícil situación de las empresas deberían llevar a coordinar una acción pública de un más claro apoyo al sector. Los pocos instrumentos con que cuenta la Secretaría de Turismo deberían reconocerse y, con el concurso de esta dependencia como cabeza de sector, sería deseable la definición de un paquete público emergente de apoyo al turismo mexicano (para empresas, destinos y viajeros) con acciones concretas de alto impacto.

Director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac

Twitter: @fcomadrid

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