Columnas > PUNTO DE VISTA
El Efecto Mariposa
Lo que cada mañana se dice en Palacio Nacional es escuchado también en el otro lado del mundo y analizado por los líderes con influencia global. Con toda seguridad arriba de nuestra frontera norte los mensajes emotivos y los reclamos llegan amplificados con caja de resonancia.
Parece ser que el único que no entiende esto es el mismo Presidente de la República.
De nada sirve enviar abrazos y apapachos al presidente Biden si por otra parte en sus "mañaneras" reparte insultos e improperios a su gobierno. Los códigos culturales existentes en ambos países son radicalmente diferentes. Para la idiosincrasia anglosajona los simbolismos no cuentan —ni las buenas intenciones—, cuando existen mensajes directos. Hay un choque cultural evidente.
Sin embargo, la diplomacia norteamericana es tan profesional que aprendieron a jugar con el doble discurso de los mexicanos y lo hacen tan bien que aquí se los creemos. Nos mandan mensajes oficiales de que "todo está bien", pero por otra parte filtran información a la prensa.
Por ello el futuro de nuestra relación con Estados Unidos se ve incierto.
Dando una interpretación simplista a la "Teoría del caos" —a la que pertenece el paradigma del "efecto mariposa"—, dice que cuando hay dos sistemas actuando de forma paralela, una pequeña variación en uno puede generar efectos impredecibles en el todo.
El Presidente parece no entender la dinámica del mundo de hoy, -hipersensible y globalizado-, donde hasta acciones aparentemente simples y sin importancia, pueden desencadenar acciones de pronóstico reservado.
Los peligros que para Estados Unidos representa una frontera tan larga y porosa como la que le divide de México, es una variable que establece grandes diferencias.
López Obrador no entiende el juego de la política sutil y de largo alcance norteamericana. Se distrae con los apapachos del presidente Biden y sus colaboradores cercanos, que están muy conscientes del alto valor de la sumisión de López Obrador frente a sus exigencias en materia de migración.
No pueden prescindir de él, aunque posiblemente en privado reprueben sus desplantes autocráticos y antidemocráticos.
Es ilógico no entender que los medios de comunicación de Estados Unidos no estén jugando un rol de estado, afín a los intereses y preocupaciones de su país. Por ello los reportajes de periodistas norteamericanos irritan a nuestro Presidente.
El caso Cienfuegos le demostró al gobierno norteamericano que con este gobierno hipersensible y emotivo de la 4T debe ser cauteloso y no confiar en sus acuerdos.
Las ofensas no se olvidan y este gobierno se ha echado encima no sólo a la prensa crítica nacional, -con la que debiese haber tendido puentes-, sino con la internacional, que es implacable.
Estamos viviendo la era de la inmediatez en la política. Antiguamente los mensajes gubernamentales llegaban a través de los canales oficiales y estaban cifrados en un lenguaje institucional.
Hoy las redes sociales, -como lo es "X", antiguamente Twitter-, llevaron el control de la política al ámbito personal, y por ello vemos el surgimiento de respuestas emocionales que reflejan el ánimo de quien las redacta.
La inmediatez de los tuits de Trump es equiparable a los mensajes directos que de modo emocional e irracional comparte López Obrador en sus mañaneras.
Este es el insospechado impacto de las nuevas tecnologías de comunicación pública en ámbitos antes tan tradicionales y cargados de protocolos, como lo era la diplomacia.
Hoy hasta el aletear de una mariposa podría escucharse al otro lado del mundo si por su significado y relevancia es replicado por los sistemas informativos globales, interconectados en tiempo real. ¿A usted qué le parece?