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¿Qué esperar de la violencia y de Claudia Sheinbaum?

1.- Primero abordo lo más importante, lo más preocupante: la violencia. A partir de que inició formalmente el proceso electoral, desde el 7 de septiembre de 2023 y hasta el 29 de febrero, han asesinado a 18 aspirantes o precandidatos a algún cargo público. Esto afecta a todos los partidos: de Morena fueron privadas de la vida siete personas; del PAN, cinco; de Movimiento Ciudadano, 3; del PRI, Verde y PRD, una por cada partido, según el documento "Violencia Electoral, proceso 2023-2024", elaborado por el organismo Laboratorio Electoral (https://shorturl.at/zF589).

No voy a escribir que ojalá no haya violencia en este proceso electoral. Sería una estulticia teclear eso: la violencia ahí está, ha brotado cada mes. Lo que espero, lo que creo que exigen los ciudadanos que no están ligados de ninguna forma al crimen organizado y que tampoco tienen vínculos con cacicazgos políticos, es que las autoridades federales, estatales y municipales protejan eficazmente a las decenas de miles de aspirantes y candidatos que competirán el próximo 2 de junio por 20 mil 708 puestos de elección popular.

¿Qué esperar de la violencia y de Claudia Sheinbaum?

Vivir un tercer proceso electoral consecutivo con políticos mandando a asesinar a otros políticos, y capos imponiendo a balazos a sus peones partidistas, lesiona severamente nuestro sistema democrático. Mientras haya impunidad en cada uno de los casos de violencia político-criminal, mientras no sepamos quién mandó a asesinar a quién, y mientras no sean llevados ante la justicia los perpetradores materiales e intelectuales de los homicidios, el régimen mexicano no podrá preciarse de ser una democracia plena.

En la tercera década de este siglo resulta sumamente vergonzoso que México represente a lo más acabado de una especie de república bananera sometida por un despiadado sicariato nacional de políticos y capos.

2.- Claudia Sheinbaum. ¿Qué esperar de ella? Primero, que con elegancia y serenidad (sin iracundias ni descalificaciones como las del Presidente) silencie a los más renombrados y patriarcales machos de la comentocracia mexicana, esos especímenes con plumas de relumbrón que añoran desaforadamente al priismo y al panismo (su priismo, su panismo); que extrañan con ansiedad -sin Tafil y sin jaibol- sus multimillonarios contratos de publicidad, sus pagos por su maquila editorial, sus puestos en el extranjero pagados en euros y dólares, y sus jugosas asesorías de gabinete; esos apellidos de lustre que no han tenido el menor asomo de timidez para afirmar cotidianamente, en radio y televisión, que Sheinbaum es títere de un hombre. No han tenido el menor recato para escribir artículos diciendo que es prisionera de un hombre; objeto del Maximato de un hombre; que no tiene personalidad propia porque actúa bajo el yugo de un hombre; que no piensa por sí misma porque un hombre le dicta sus ideas; y así, hasta el infinito, hasta la náusea misógina.

¿Cómo los puede exhibir, no por complacerlos sino por acercarse al electorado independiente, que suele ser el más culto y productivo? Presentando propuestas que marquen diferencias fundamentales con el Presidente, no como una forma de rompimiento con él (eso no va a suceder, como no sucedió jamás durante el priismo ni el panismo entre presidentes y candidatos), sino como una manera de matizar, de apostillar con profundidad. Por ejemplo, el mundo, por supervivencia, va hacia el combate decisivo contra el cambio climático, y ella, que sabe mucho del tema, debe priorizar la transformación energética del país, el viraje hacia las energías renovables donde México puede ser una potencia.

Y lo otro, lo más relevante en este país feminicida y violador: hacer suyas las muchas agendas feministas para, discretamente, dejar en el olvido al hombre que, desde Palacio Nacional, dijo un día funesto que no sabía qué era el patriarcado. Con eso conserva sus 20-30 puntos de ventaja con los que arranca la campaña. (En la próxima columna, lo que podemos esperar de Xóchilt Gálvez).