CÓMO SUPERAR EL DUELO DE UNA TRAGEDIA MASIVA

Cuando un ser humano se enfrenta a situaciones que rebasan su capacidad de comprensión pueden suceder dos cosas, pueden suceder dos cosas: que se deje arrastrar por la autocompasión y permitan que la angustia lo paralice o, que aprendan a vivir el momento, superando los problemas uno a uno, con la certeza de poder salir adelante.
Me viene a la memoria el caso del avión que salió de Malasia rumbo a China desapareció sin dejar ni un solo rastro, más de doscientas personas a bordo y la tripulación dejaron cientos de dolientes que desde hace siete años han vivido una angustia impensable al vivir día a día la incertidumbre de cómo y qué paso con su familiares que iban a bordo de ese fatídico vuelo.
Cuando de un momento a otro tantas personas perecen es natural que la gente se pregunte por que pasan esas tragedias. Desde el principio de mi apostolado hasta el día de hoy me han preguntado muchísimas veces el por qué a la gente buena le suceden cosas malas, mi respuesta es siempre la misma: "Solo Dios lo sabe", y la verdad es que Dios nunca ha contestado esa pregunta.
Si leemos el antiguo testamento encontramos pasajes donde los profetas preguntaban a Dios ¿Por qué? Y no recibieron respuestas.
Incluso cuando repasamos las siete palabras de Jesús en la cruz, en el último momento, El preguntaba ¿Por qué me has abandonado? Dios, su padre, no le contestó.
Y la verdad es que cuando nos preguntamos el por qué de las cosas malas, no esperamos una explicación, lo que de verdad queremos es discutir y argumentar, pues el coraje y la rebeldía son parte de las etapas del duelo.
Los seres humanos sufrimos por la incapacidad que tenemos para solucionar situaciones tan extremas, pero es en esos momentos que regresamos a lo básico.
Al momento de enfrentar una tragedia es cuando nos damos cuenta que lo material no importa, que lo verdaderamente importante es la vida, pues lo material algún día podrá reponerse. Lo primero que debemos hacer para superar esa gran incógnita del porque de las cosas malas, es el no culpar a Dios.
Dios no tiene la culpa de las malas acciones del hombre.
Hay que reconocer que son los errores humanos los que nos llevan a padecer, a veces por no saber discernir entre el bien y el mal, otras por el egoísmo, la indiferencia, la estupidez, la rebeldía, y todas las emociones humanas negativas que a veces nublan el entendimiento y la capacidad de raciocinio de la humanidad. Dios nos ha dado el coraje para superar la tragedia, salir de nuestros duelos convertidos en mejores seres humanos, con mayor sensibilidad para acompañar a aquellos que sufren y saber impartirles calma y compasión cuando lo necesiten.
En Isaías 43: 1-3, nos encontramos con la promesa del Señor en las siguientes palabras: "No temas que yo te he redimido, te he llamado por tu nombre porque eres mío, cuando pases por agua no te ahogarás... cuando camines entre el fuego no te quemarás ni las llamas te consumirán.
Porque yo soy el Señor tu Dios", y Jesús contestó a los que le preguntaban el por qué del sufrimiento: "Benditos los que sufren porque ellos encontraran el consuelo del amor de Dios".
Con la firme creencia de que en nuestros momentos de dolor es cuando Dios nos lleva de la mano. Pidamos por todas esas personas que sufren en cualquier parte del mundo y confiemos que Dios nos de fortaleza de espíritu y la esperanza para que nuestros seres queridos que se han adelantado en el camino gozan del esplendor de su gloria.
Vive un día a la vez! ... ignite the moment!...
Y recuerda que Dios te ama y yo también.
Msgr. Juan Nicolau, Ph. D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.
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