buscar noticiasbuscar noticias

La primera gran doctrina de prevención del suicidio

Fue criticada por no incluir orientaciones claras sobre cómo deberían actuar los soldados cuando alguien de sus filas está enfrentando una situación de sufrimiento

Parker tenía 19 años cuando le dijo a sus padres que quería alistarse en el Ejército, en 2014, y su madre intentó que no la viera llorar.La primera gran doctrina de prevención del suicidio

KINGSPORT, Tennesse

Sargento Primero, Parker Gordon Fox.

La familia Fox escuchó el automóvil ingresar a la entrada de su casa.

"Su hijo, Parker Gordon Fox, fue encontrado muerto en su casa de una aparente herida de bala autoinfligida", dijeron.

Su madre gritó.

"¡No mi hijo! ¡No mi niño! No mi bebé!"

Cuando era niño, pretendía ser un superhéroe. Se ataba una manta al cuello como si fuera una capa. Tenía 4 años cuando nació su hermanito, y cuando llegaron en coche les recibió tendiéndoles otra capa para que se la pusieran al bebé.

Fue diminuto por mucho tiempo. Cuando empezó a ir a la secundaria  no llegaba al metro y medio (5 pies) de estatura y pesaba menos de 45 kilos (100 libras). Era querido, y sus amigos le defendían de los alumnos agresores. Sus padres, Brenda y David Fox, se preguntan si eso fue lo que lo atrajo a las fuerzas armadas: una vez que se hizo grande y fuerte, necesitaba defender a otros como él había sido defendido.

Parker tenía 19 años cuando les dijo a sus padres que quería alistarse en el Ejército en 2014, y su madre intentó que no la viera llorar.

A medida que pasaban los años, les contaba a sus padres de compañeros militares que se habían quitado la vida. Ellos le preguntaban si él estaba bien. Y él solía responder: "Tengo días malos, pero todo el mundo tiene días malos". Y esa parecía la respuesta que ellos esperarían.

En 2020 no se vieron mucho debido a las restricciones por el COVID-19. Él era entrenador de francotiradores y estaba emplazado en Fort Moore, antes llamado Fort Benning, en Georgia, a unas seis horas de distancia.

Obtuvo un permiso en julio de 2020 y los visitó durante un fin de semana. Algunas personas les han preguntado a sus padres si ahora creen que vino a despedirse. Pero él hablaba de su futuro, de dejar el ejército, de volver a la universidad, adquirir una casa. Se fue el domingo por la tarde y su padre le envió un mensaje bromeando sobre la cerveza que había dejado en la nevera, la cual tenía sabor a toronja. Me gustaría que hubieras dejado una cerveza mejor, le dijo su padre, y Parker respondió riendo.

Más tarde se enterarían de que ya estaba bebiendo con unos amigos. Esa noche estrelló su coche, con un amigo en el asiento del copiloto. Nadie resultó herido, pero él estaba borracho y se sentía avergonzado. Le dijo a su amigo: "Podría haberte matado". Se fue a casa y siguió bebiendo.

"No es que una persona como él sea vulnerable todo el tiempo", dice su padre. "Son vulnerables durante esos momentos bajos, bajos, bajos".

Su compañero de piso lo encontró muerto en su cuarto de baño. Tenía 25 años.

Dejó una nota.

Empezó con buena letra, pero luego se volvió más frenética.

"Tengo que hacer esto rápido porque tengo muchos amigos que me detendrían", escribió.

Esa es la parte que más les destrozó: tenía que ser rápido, o alguien le habría salvado.

"Si no hubiera tenido esa pistola, ¿seguiría con nosotros? Por supuesto", dice su madre. "Lo creo en el fondo de mi alma. Habría aguantado hasta la mañana y habría dicho: ´Dios, ha sido una mala noche, pero hoy estoy aquí y sigo adelante´".

Un familiar llamó para preguntar "¿qué le estás contando a la gente?". Había una implicación: esto era vergonzoso, había que ocultarlo.

Decirle a la gente la verdad, dijeron.

"Nunca hubo vergüenza. Estoy muy orgulloso de mi hijo, del chico y del hombre que era. No tengo ni una onza de vergüenza por él. Tengo remordimientos", dijo David Fox.

Su congresista se enteró y llamó. Les dijo que estaba patrocinando una ley para abordar el suicidio de veteranos —en organizaciones comunitarias fuera del VA— y les preguntó si podía poner el nombre de su hijo en ella. A Brenda Fox siempre le encantó oír el nombre de su hijo. Luego fue pronunciado en el pleno del Congreso. Organizaciones que han recibido subvenciones —de Alaska, Oklahoma, Wisconsin, Georgia— se han puesto en contacto con ellos.

Los Fox no se consideran políticamente activos. Pero piden a las fuerzas armadas y a los políticos que encabecen un cambio cultural en la forma en que el país habla de las armas, que consideren aplicar restricciones razonables, que entrenen a los soldados sobre cómo alejar un arma de un compañero en crisis.

"Todo el mundo está siempre gritando: ´¡me estás quitando mis armas!´, o: ´¡no necesitamos ninguna arma!", dice Brenda. "No hay soluciones fáciles, y lo sabemos. Pero los pensamientos y las oraciones no están acabando con el problema".

Este mes, el Ejército publicó su primera gran doctrina de prevención del suicidio, tras años de retrasos. Fue criticada por no incluir orientaciones claras sobre cómo deberían actuar los soldados cuando alguien de sus filas está enfrentando una situación de sufrimiento.

Son conversaciones difíciles de entablar.

Hace años, Jay Zimmerman, un especialista en colegas del VA, habló con un amigo que había estado en servicio con él y que estaba atravesando un momento difícil. Zimmerman hizo lo que le habían enseñado en el VA: hablar sobre tratamiento de salud mental, utilizar un lenguaje delicado.

"Pero ni una sola vez se me ocurrió decirle: ´oye, ¿qué haces con tu arma de fuego? ¿Dónde está tu pistola ahora?´", dijo. "Y más tarde esa misma noche recibí la llamada de su esposa diciéndome que se había suicidado".

Desde entonces nunca ha dejado de hacer esa pregunta.

Zimmerman es de los Apalaches de Tennessee, no muy lejos de donde creció Fox.

DORMIR CON LAS ARMAS

Las armas forman parte de la vida. Zimmerman solía dormir con dos pistolas debajo de la almohada. Ahora alienta a los veteranos a los que asesora a calibrar la seguridad y el riesgo de otra manera: a veces, la amenaza inmediata es interna, y tener una pistola en la mesilla de noche no te da más seguridad; te pone en peligro.

David Fox se ha pasado semanas dándole vueltas a este problema. En Facebook escribió: "Por favor, si alguna vez tienes un pensamiento suicida, dale tu arma de fuego a un amigo. Podrías pensar que estás bien ahora mismo, pero eso puede cambiar en un instante, como en una noche de copas, un accidente automovilístico".

Cuando revisaba las pertenencias de su hijo, lo que más le dolía eran las pequeñas cosas: linternas, cortadoras de césped, evidencia de que estaba construyendo una vida.

Y estaba la pistola que había usado para acabar con la suya. Odiaban esa pistola: no querían conservarla, pero tampoco querían que anduviera circulando por el mundo.

David cogió un mazo y la sacó al jardín.

La destrozó en 20 pedazos.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD