Domingo Cultural

Somos cavernícolas con internet

Descubrimientos recientes sobre los neandertales, el avance en los yacimientos y el análisis de los fósiles generan un auge en la divulgación sobre la prehistoria
  • Por: Guillermo Altares
  • 10 / Octubre / 2021 -
  • COMPARTIR
Somos cavernícolas con internet

Recreación de una mujer neandertal por los artistas holandeses Andrie y Alfons Kennis.

La prehistoria se ha convertido en un campo de estudio extraordinariamente volátil, en una trituradora de certezas. El pasado remoto se ha mostrado cada vez más sorprendente y desafiante desde que, hace una década, un equipo del Instituto Max Planck de Leipzig dirigido por Svante Pääbo descubrió que los humanos modernos tenemos genes neandertales, una especie extinta con la que nuestros antepasados hibridaron en contra de lo que los científicos habían pensado durante décadas.

Esta pasión por la prehistoria y por la ciencia de la evolución humana tiene un reflejo creciente en las mesas de novedades de las librerías. No se trata de novelas, sino de ensayos científicos, como Neandertales. La vida, el amor, la muerte y el arte de nuestros primos lejanos (Geoplaneta), de Rebecca Wragg Sykes; El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas prepatriarcales (Capitán Swing), de Riane Eisler, o El hombre prehistórico es también una mujer (Lumen), de Marylène Patou-Mathis; además de obras de divulgación como La vida contada por un sapiens a un neandertal (Alfaguara), de Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga, que lleva meses ocupando puestos destacados en las listas de best sellers. De hecho, sus autores están trabajando en una continuación: La muerte contada por un sapiens a un neandertal.

“La pasión por la prehistoria no tiene solo que ver con el interés por el pasado, sino también con el futuro”, señala la investigadora Rebecca ­Wragg Sykes por teléfono desde el Reino Unido, aunque pronto visitará España para presentar su libro, que ha sido traducido a numerosos idiomas desde que salió hace un año en inglés. Para explicar esta paradoja prosigue: “Creo que está muy relacionada con nuestra voluntad de querer definir nuestro futuro. Por eso tenemos tanto interés en nuestro origen remoto y en los caminos que hemos seguido como especie, en cómo hemos construido nuestra sociedad y nuestra cultura y, cada vez más, en nuestro impacto sobre el clima y el planeta. Por eso la prehistoria también nos habla de nuestro futuro”.

Los neandertales, por ejemplo, no solo nos han mostrado que existe “otra forma de ser humanos”, como escribe Wragg Sykes en su ensayo, sino que nos obligan a enfrentarnos con creciente intensidad al misterio de la propia existencia humana. Se trata de una especie muy similar a la nuestra, que durante 300.000 años resolvió los inexpugnables problemas de la supervivencia en un mundo tremendamente hostil, pero que, de repente, en un plazo relativamente corto de tiempo, se desvaneció de la faz de la tierra, coincidiendo con la entrada de los Homo sapiens, nuestra especie, en Europa. Preguntarnos por qué ellos desaparecieron y nosotros seguimos aquí nos obliga a replantearnos no solo nuestro pasado, sino sobre todo nuestro futuro.

Este punto de inflexión en la historia de la humanidad —que ya tenemos claro que no es una sino muchas, porque durante milenios compartieron el planeta diferentes especies humanas de las que solo sobrevive la nuestra— se complicó todavía más cuando el equipo de Pääbo, premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y autor del ensayo El hombre de neandertal. En busca de genomas perdidos (Alianza), descubrió en 2011 que los humanos no africanos tenemos un porcentaje pequeño, pero significativo (entre el 2% y el 4%), de genes neandertales. Esta certeza convirtió en fosfatina certezas anteriores, como que dos especies diferentes no podían tener descendencia fértil. Algunos científicos sostienen incluso que los neandertales no han desaparecido: nosotros somos lo que queda de ellos.

“La arqueología y la prehistoria tienen el potencial de sorprender y de subvertir ideas, lo que resulta muy atractivo”, prosigue Wragg Sykes en referencia a aquel hallazgo. “Con un solo descubrimiento, puedes verte obligada a cambiar de perspectiva completamente. No es falso decir que hay algo cosmológico en la evolución humana, como ocurre con la atracción por la astronomía y por nuestro papel en el universo. La capacidad de que la prehistoria nos sorprenda es infinita. La gente quiere aprender las realidades del pasado: no solo nos interesa lo que conocemos, sino también aquello que ignoramos e incluso las cosas que ni siquiera sabemos que no sabemos”.

La prehistoriadora francesa Marylène Patou-Mathis, una de las grandes especialistas europeas en neandertales y autora de numerosos ensayos en los que se ha dedicado a poner en duda certezas asentadas —­como imaginar siempre a los hombres prehistóricos pintando los maravillosos frescos de Altamira, Lascaux o Chauvet y no a las mujeres—, lo plantea con un juego de palabras: “La ausencia de pruebas no es una prueba”. Lo que sostiene es que cuanto más nos adentramos en la larga prehistoria humana, cuanto más escrutamos el pasado remoto, más vestigios corren el riesgo de haber desaparecido. Durante muchísimo tiempo se pensó que los neandertales no habían dejado pinturas y que, por lo tanto, carecían de pensamiento simbólico. Ahora, gracias a la mejora en los sistemas de datación, se ha descubierto que existen pinturas trazadas antes de la llegada de los sapiens a Europa hace 40.000 años que, necesariamente, tuvieron que ser obra de nuestros primos lejanos. No se trata de arte figurativo, sino de signos. ¿Quiere decir esto que los neandertales nunca grabaron o pintaron en las rocas, como nosotros, a los animales con los que compartían su espacio vital? No, significa que no se han encontrado pruebas de que esto fuese así.

El científico del CSIC Antonio Rosas, autor de Neandertales y Los primeros homínidos (ambos en Libros de la Catarata) e investigador de uno de los principales yacimientos de neandertales del mundo, el Sidrón (en Asturias), también cree que la fascinación por la prehistoria está relacionada con la cantidad interminable de misterios que oculta y por los constantes cambios que ofrece en el relato del pasado: “El enigma del origen humano y de la interacción entre diferentes especies nos enfrenta a cuestiones fundamentales, a misterios no resueltos. En un sentido histórico profundo, la disciplina que nos da más respuestas a esos problemas es la prehistoria, nos enfrenta a lo que planteaba Huxley en su famoso libro El lugar del hombre en la naturaleza. A eso además hay que añadirle capas de misterio, profundidad del tiempo, el hecho de que muchos yacimientos sean cuevas, que nos fascinan. Es algo que agita nuestros intereses intelectuales, conscientes e inconscientes”.

Somos cavernícolas con internet

Panel de los leones en la cueva de Chauvet. 

Somos cavernícolas con internet

Pintura de un mamut en la cueva de Altamira.

DEJA TU COMENTARIO
EL MAÑANA RECOMIENDA