Mujeres surrealistas contra el patriarcado
Las artistas vinculadas al surrealismo muestran su opinión a través del arte
Ningún otro movimiento vanguardista atrajo a tantas creadoras y pocos fueron más machistas y misóginos como el surrealismo. Las mujeres surrealistas sobrevivieron a los estereotipos masculinos que las habían convertido en diosas, demonios, muñecas, fetiches, criaturas oníricas… Eran la esencia de sus fantasías. Pero ellas construyeron su propia expresión y visión, crearon una iconografía en la que se reflejaban y que retrataba a la mujer moderna y soberana, sexualmente liberada de los convencionalismos e imposiciones patriarcales. Mujeres fantásticas: Los mundos surrealistas desde Meret Oppehheim a Frida Kahloes una exposición que traza ese recorrido vital y creativo. El Schirn Kunsthalle de Fráncfort inauguró la muestra el 13 de febrero y tuvo que cerrarla a los pocos días por la crisis sanitaria, sin saber si será prorrogada.
A pesar de la pretensión de amplitud, entre las seleccionadas no están Maruja Mallo ni Ángeles Santos. La lista es larga e incluye a Remedios Varo, Eileen Agar, Lola Álvarez Bravo, Rachel Baes, Louise Bourgeois, Emmy Bridgwater, Claude Cahun, Leonora Carrington, Ithell Colquhoun, Maya Deren, Germaine Dulac, Nusch Éluard, Leonor Fini, Jane Graverol, Valentine Hugo, Frida Kahlo, Greta Knutson, Jacqueline Lamba, Sheila Legge, Dora Maar, Emila Medková, Lee Miller, Suzanne Muzard, Meret Oppenheim, Valentine Penrose, Alice Rahon, Edith Rimmington, Kay Sage, Sophie Taeuber-Arp, Jeannette Tanguy, Dorothea Tanning, Bridget Tichenor, Toyen y Unica Zürn.
La exposición arranca con Meret Oppenheim, una de las primeras en ganar reconocimiento, sobre todo después de que el MoMA de Nueva York adquiriese Fur cup para su colección. Hoy esta taza de té, plato y cuchara cubiertos de pelo se ha convertido en uno de los objetos surrealistas más populares. La comisaria de la muestra señala que saltaron al otro lado del lienzo para ocupar un espacio reservado a la masculinidad. Los hombres surrealistas estaban convencidos de que la mujer había nacido para ser descubierta (por ellos), pero ellas les descubrieron lo confundidos que estaban. De ahí que todas las versiones locales del surrealismo disfruten de una cosa en común: imaginaron mundos alternativos y a menudo cuestionaron críticamente —como pretende revelar la exposición— las estructuras tradicionales, como el modelo patriarcal. El potencial imaginativo y político del surrealismo fue una vía de escape al mundo que las ignoraba.