Domingo Cultural

Libros de la muerte que hablan de la vida

En este mes en que se recuerda a los muertos la literatura del duelo se afianza como un género propio dentro de la autoficción
  • Por: Tereixa Constenla
  • 05 / Noviembre / 2017 -
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Libros de la muerte que hablan de la vida

Escribir para olvidar, recordar, revivir, sepultar, curar o sangrar. El duelo, un trance universal y al mismo tiempo único, ha alimentado obras excepcionales a lo largo de la historia.

Pero en estos tiempos de la literatura del “yo” y de la autoficción, de intimidades descarnadas y públicas donde el género es más frecuentado. En esta lucha contra los demonios de la pérdida, algunos autores crean pequeñas obras maestras.

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DE VIDAS AJENAS

Libros de la muerte que hablan de la vida

Uno de los libros más bellos y generosos de Carrère, que aparca el ensimismamiento de otras obras para contar historias cotidianas de seres extraordinarios o tal vez historias extraordinarias de seres cotidianos. Un libro que mantiene viva a Juliette. En Francia lo eligieron en 2009 “Mejor novela del año”. 

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LA TERNURA DE LAS PIEDRAS

Libros de la muerte que hablan de la vida

Después de perder a su padre, Marion Fayolle narró una despedida poética y surrealista en la que participaba toda la familia. El feísmo de la realidad –las difíciles relaciones con un padre distante y despótico- se transforma en dibujos oníricos que cuentan sin herir. “Yo creía que la enfermedad y las adversidades acabarían por enternecerlo. Había visto un documental que explicaba cómo las piedras se transformaban en guijarros y luego en fina arena gracias a los embates del mar y al azote enérgico de las olas. Era el principio de la erosión. Sin embargo, yo sentía que en lugar de pulirlo, la enfermedad se lo había ido comiendo poco a poco, pero sin alisar lo más mínimo sus contornos”. Fayolle no ajusta cuentas, pero tampoco disimula las magulladuras que sufre la familia.

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TAMBIÉN ESTO PASARÁ

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Una rareza. Lectores y críticos se pusieron de acuerdo en celebrar la novela sin ficción que la escritora Milena Busquets había dedicado a la editora Esther Tusquets. Una hija escritora tal vez no sea el mayor deseo de una madre editora. La protagonista, Blanca, despliega una fórmula para seguir adelante, que nada tiene que ver con el enclaustramiento emocional. La vida, con sus frivolidades y sus pasiones, está afuera. A esa vida que sigue, aunque ya nunca volverá a ser igual, se aferra Blanca con el instinto tanto como con la inteligencia. Levedad a raudales, frivolidad burguesa, nostalgia contenida, lealtades justitas. Un libro, el segundo de Busquets, que arrasó dentro y fuera de España. Una carta de amor, según la autora, de una hija a una madre que ni fue una catarsis ni un ajuste de cuentas.

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A CADA MOMENTO SEGUIMOS VIVOS

Libros de la muerte que hablan de la vida

Tom Malmquist era un poeta de cierto éxito. Después de escribir A cada momento seguimos vivos, hay quien le considera el Knausgard sueco por ponerle prosa a su intimidad. Pero no se parecen. No hay rastro de la introspección intimista que a veces desliza el noruego entre sobredosis de realidad en el libro de Malmquist. No hay poesía, no hay lírica, no hay escapatoria. Este es un libro sobre la pérdida, claro está, pero también es un registro hipnótico sobre el microcosmos sanitario en Suecia. El poeta escribe con bisturí sobre el desmoronamiento de la vida que tenía y de la vida que esperaba tener. También de la vida que estrena como padre solitario. Malmquist tendrá que afrontar un esperpéntico periplo administrativo para que se le reconozca como padre de la criatura.

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