Domingo Cultural

El Martillazo y otros consejos

Hace días tuve oportunidad de platicar con un joven amigo que está por contraer matrimonio y que tuvo a bien buscarme para pedirme que le compartiera algunos consejos
  • Por: El Contador Tárrega
  • 11 / Julio / 2021 -
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El Martillazo y otros consejos

Hace días tuve oportunidad de platicar con un joven amigo que está por contraer matrimonio y que tuvo a bien buscarme para pedirme que le compartiera algunos consejos.

Ya después que platiqué con él y nos despedimos, me asaltó una duda.

En este tiempo, pareciera a veces que el matrimonio ha pasado a formar parte de los muchos productos desechables que nos invaden. Si no me gusta, lo tiro. Si me canso de él, lo tiro. Si ya no me sirve, lo tiro. Y ya parece canción de Pedro Infante (tírolo tiro tiro liro liro, tírolo tiro tiro liro la).

Se cuenta de un par de jóvenes casaderos que entraron a una joyería para escoger sus argollas de matrimonio y dijeron: “Escojamos unos anillos económicos, después de todo es apenas el primer matrimonio para los dos”. Y hubo otro joven que dijo: “Esto del matrimonio es algo que se tiene que pensar muy bien, porque es un compromiso a largo plazo; tres o cinco años es un tiempo bastante largo”.

Entonces, la duda que me asaltó es si este joven amigo mío esperaba que le diera consejos sobre cómo lograr que esos tres o cinco años no le parecieran tan largos.

Si era así, lo decepcioné, porque yo me enfoqué en darle consejos para que su matrimonio fuera, no “water resistant” como dicen algunos relojes, sino “time resistant”, resistente al tiempo. 

Mis consejos

Entre otras cosas, le di un consejo que yo llamo “El Martillazo”. Le dije: “Cuida a tu esposa, protégela, no abuses de ella. Si llegaras algún día a gritarle, o peor aún, a abusar de tu fuerza física, imagina que, en ese momento, al hacerlo, te estuvieras dando un martillazo en un dedo. Así te debería de doler el abusar física o emocionalmente de tu esposa”. Se me hace que, si aplicáramos esto literalmente, iba a haber varios que iban a traer las manos como guante de béisbol: hinchadas, hinchadas de tanto martillazo que se daban.

Le dije además que, para mí, no es coincidencia que a nuestra compañera se le llame “esposa”, así como esas argollas de hierro que utilizan los policías. “Estamos – le dije a mi amigo – inseparablemente unidos a ellas. Entonces, si yo tomo a mi esposa y la impulso hacia arriba, es decir, si la ayudo a crecer como persona, yo mismo estaré creciendo y yendo hacia arriba. Si la tomo y la aviento hacia abajo, si la denigro o la humillo, yo mismo me estoy hundiendo”.

Le dije también: “Una cosa es segura en su matrimonio: Van a tener retos que enfrentar, problemas que superar. Esos problemas, una de dos, o los van a hacer que se unan más como pareja, o los van a hacer que se dividan, pero iguales no quedan después de pasar por un problema. Dependiendo de cómo enfrenten ese problema, su relación se verá fortalecida, o quedará debilitada. Si cuando llegue un problema, económico o de cualquier índole, se empiezan a gritar y a recriminar – ‘es que tú…’, ‘es que yo…’, ‘tú nunca…’, ‘tú siempre’…, etc. – la relación se va a lastimar. Si se toman de la mano, platican tranquilamente de la situación, analizan posibles soluciones y juntos determinan la manera de enfrentarlo, entonces el problema no será tal, sino una oportunidad de crecer juntos”. Gordon B. Hinckley, un sabio líder, dijo en una ocasión: “Cuando la voz se mantiene suave, los problemas de una u otra manera se resuelven, pero cuando elevamos la voz, pequeñas migajas de diferencia se convierten en grandes montañas de conflicto”.

Por último, le dejé de tarea analizar el contenido completo de Proverbios 5 en la biblia, que en parte dice: “Alégrate con la mujer de tu juventud; sus caricias te satisfagan en todo momento, y en su amor recréate siempre”.

¿Una locura?

De “huerquillo”, me gustaba leer los refranes que le escribían a mi hermana sus compañeros de escuela en esas libretas que usaban para autografiarse entre ellos cuando terminaban la secundaria. Uno de esos refranes decía: “El amor es una locura que solo el cura lo cura, y cuando el cura lo cura, comete una gran locura”. Estoy convencido que no tiene que ser así. Con la actitud adecuada, con un esfuerzo consciente y dedicado por parte de los dos, nuestro matrimonio puede llegar a ser “a prueba de tiempo”.

Ya cuando finalmente nos despedíamos le dije a mi amigo: “Ahí luego me mandas a tu novia; para ella también tendría algunos consejillos, por si desea escucharlos”. Si me la manda, luego les platico lo que le dije a ella.

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