Domingo Cultural

El mito de la mujer moderna nacido de ‘Desayuno con diamantes’

El ensayo ‘Quinta Avenida, 5:00 a.m.’ analiza la influencia de la adaptación cinematográfica de la novela de Truman Capote en la creación de la figura femenina independiente y liberada
  • Por: Gregorio Belinchón
  • 16 / Abril / 2023 -
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El mito de la mujer moderna nacido de ‘Desayuno con diamantes’

Audrey Hepburn, frente a la joyería Tiffany’s en la secuencia inicial de ‘Desayuno con diamantes’.

La definición de lo que es una estrella en el Hollywood del siglo XXI ha cambiado. “Y lamento informar, para peor [...]. En la era de los grandes estudios los actores se convertían en estrellas por un motivo: porque eran dignos de la gran pantalla”.

Así arranca Quinta Avenida, 5:00 a.m., un ensayo del periodista californiano Sam Wasson clarificadoramente subtitulado Audrey Hepburn, ‘Desayuno con diamantes’ y la creación de un mito cinematográfico, que acota el sujeto de estudio, el nacimiento de un arquetipo femenino que superó a la misma Hepburn —que, por otro lado, alcanzó con este drama la cumbre del star system— y que poco tiene que ver con la Holly Golightly que creó Truman Capote en la novela primigenia. “Una chica original, independiente, ni buena ni mala, pero una chica.

Por si fuera poco, libre, cuya rupturista actualización de la feminidad moderna (¡con despreocupado sexo premarital incluido!) deviene en aceptable gracias a la elegancia y a la integridad surgida de la imagen de jovencita eterna proyectada por Hepburn”, asegura Wasson en el libro que escribió en 2010, revisó en 2021 y que ahora publica en España Es Pop Ediciones con traducción de Lorenzo F. Díaz.

Hasta el estreno de Desayuno con diamantes, en el cine de Hollywood solo las chicas malas disfrutaban del sexo. “Las chicas buenas de las películas debían casarse para poder alcanzar ese fundido a negro [...]. Pero de pronto, con este filme, ya no parecía tan malo vivir sola, salir, lucir fabulosa y emborracharse un poquito, porque era Audrey quien lo hacía”, explica Wasson.

NUEVO CONCEPTO

“Ser soltera ya no parecía tener nada de vergonzoso. De hecho, parecía divertido”. Con todo, el terremoto social que provocó la película estuvo a punto de no existir. El primero —y el último, porque nunca dejó de quejarse de la adaptación— en torpedear el filme fue el mismo Truman Capote, que desde la publicación en 1958 de la novela original, Desayuno en Tiffany’s, quiso llevarla a la pantalla tal y como la escribió, un espíritu imposible de asumir por la industria cinematográfica de la época.

Pero además, Audrey Hepburn rechazó de primeras el papel, la censura casi hunde el guion, los productores no querían la canción Moon River, George Peppard jamás comprendió la historia (en realidad, no entendió que la estrella no fuera él), Blake Edwards filmó dos finales porque no sabía cómo acabarla y en general Paramount sufrió durante la producción porque todos los elementos parecían en contra.

Lo que hace aceptable todo el mensaje soterrado de Desayuno con diamantes es el aspecto de Hepburn. La oferta para protagonizarla le llegó en la primera gran encrucijada de su carrera (que había ido avanzando a toda máquina desde que la mala alimentación durante la Segunda Guerra Mundial le impidiera conseguir un buen estado físico y prosperar como bailarina, su gran sueño) y su primer impulso, alimentado por el manipulador de su marido, Mel Ferrer, fue el de rechazarla. Al final aceptó el proyecto por varias razones: y una de ellas, quizá la menos importante, fue el guion de George Axelrod, que en cambio resultó crucial para su éxito.

Axelrod estaba atascado en su carrera: tras escribir La tentación vive arriba, Un marido en apuros o Una mujer de cuidado, le definían como un guionista de chistes vulgares, de “tontos y tetas” se apunta en Quinta Avenida, 5:00 a.m. En su momento, La tentación vive arriba, de Billy Wilder, fue calificada de “quiero y no puedo”. Si la obra teatral original de Axelrod arriesgaba en su descripción del adulterio de un tipo que se pasa el verano de rodríguez, al llevarla a la pantalla y convertir esa pulsión sexual en un sueño para regatear a la censura Wilder y Axelrod descafeinaron el mensaje.

El guionista entendió los carburantes que alimentaban Desayuno en Tiffany’s: sofisticación, ingenio y sensibilidad progresista. No fue el primer adaptador contratado, aunque se llevó el encargo porque construyó el guante de seda perfecto (un romance tradicional) para el puño de hierro (sexo en las nuevas generaciones) que escondía la novela de Capote. Y también porque entendió que si en las películas de Doris Day el conflicto que obstaculiza la historia de amor es el deseo (no hay relaciones hasta la boda), en Desayuno con diamantes habría que cambiarlo: Holly Golightly se acuesta con hombres por dinero (en el cine se perdió su bisexualidad para convertirla en estricta hetero), luego el obstáculo sería el compromiso. Y que si los dos protagonistas no acaban a la primera en la cama, es porque Paul Varjak (George Peppard) tendría la misma profesión que Golightly: gigoló. “Él no puede permitirse pagar una noche en compañía de Holly y ella tampoco en la suya. ¿El conflicto? Renunciar a una vida estable y económicamente segura en pos del amor”, reflexiona Wasson. “Por fin, Axelrod podría escribir una comedia sexual con sexo”.

Se perdieron muchas características de la novela; a cambio, se subrayó su lado más soñador, se recalcó su pasado inocente de chica procedente de Tulsa (Texas), se eliminaron su embarazo y su aborto, y los viajes al extranjero acompañando a hombres por trabajo. Pero sí se mantuvo su físico: una muchacha delgada “de culo pequeño y plano, el pelo liso y corto como el de un hombre y un rostro que había superado el de la infancia pero aún no terminaba de pertenecer al de una mujer”. Contradictoriamente, Capote quería que la encarnara su amiga Marilyn Monroe, que exudaba sexo a cada paso; los productores entendían que solo alguien como Hepburn haría que la censura tragara con la película.

  • Capote dijo tras el estreno, en una entrevista en Playboy: “La película acabó siendo una carta de amor cursi a Holly y a la ciudad de Nueva York y, por tanto, superficial y bonita, cuando debería de haber sido sofisticada y fea. Tenía tanto que ver con mi obra como las Rockettes con Ulanova”. Cierto, pero es que en 1961 una adaptación así no podía acometerse. Tampoco entendió que Axelrod y Blake Edwards, que también llegó de carambola a la dirección de filme, habían atrapado el zeitgeist de aquel Estados Unidos. 

El mito de la mujer moderna nacido de ‘Desayuno con diamantes’

Blake Edwards y Audrey Hepburn, en el rodaje.

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