Una historia ‘robolucionaria’

El mes pasado, hizo 50 años del fallecimiento del general Juan Andreu Almazán, quien puede considerarse el primer ‘Bronco’ en la historia moderna de México, ya que se postuló por la presidencia de la República en contra de la voluntad del presidente Lázaro Cárdenas y de Partido Nacional Revolucionario, abuelo del actual PRI. Igual fue militar que político y desde luego empresario, gozando de las mieles de la ‘Robolución’.
Aunque oriundo de Olinalá, Guerrero, fue en Nuevo León y Tamaulipas, como jefe de Operaciones de la Zona Militar, una de las más importantes del país, que decidió lanzarse en pos de la Presidencia, para lo cual integró el Partido Revolucionario de Unificación Nacional; pronto contó con el apoyo de los Partido Laborista Mexicano y el Partido Acción Nacional, pues el joven guerrero que se unió a Madero en su juventud, se tornó un radical hombre de negocios de derecha, con el apoyo del sector empresarial.
Sus primero negocios, una vez recibido el reconocimiento oficial como soldado de la Revolución, se iniciaron en el Distrito Federal, donde incursiona bien en las empresas inmobiliarias. De ahí, una vez nombrado jefe militar en La Laguna, adquiere enormes extensiones de tierras agrícolas. En Chihuahua construyó una ciudad militar, utilizando a sus soldados para construir, edificar, planificar obras y trabajos varios al servicio de la sociedad castrense y civil. Como jefe de Operaciones en Veracruz funda la Compañía Platanera Mexicana, S. A., que le permitió obtener una de las fortunas más respetables.
En enero de 1926, se hizo cargo de la jefatura de Operaciones Militares en Nuevo León y Tamaulipas, donde adquiere enormes predios para proseguir su actividad platanera. Construye campos modernos de concentración militar como el Modelo y proyecta la Ciudad Militar y Chipinque en Monterrey. Pretende la concesión para explotar la pesca en Tamaulipas. El 13 de mayo de 1927 integra la compañía Constructora Anáhuac, S. A., que inicia la construcción de una extensa red de caminos a lo largo y ancho del país.
En 1931, como secretario de Comunicaciones y Obras Públicas del gobierno de Pascual Ortiz Rubio, logra la expropiación de 22 hectáreas de huertas de palmera de coco, para apropiárselas y construir ahí uno de los que serán los más notorios emblemas de su gran riqueza: el Hotel Papagayo, en la que será más tarde Avenida Costera Miguel Alemán. El hotel tuvo tal éxito que pidió al arquitecto Juan Serrano, erigir otro en Cuernavaca.
Con tanto dinero, tanto poder, tantos amigos dentro y fuera del país, especialmente en los Estados Unidos, no tuvo duda alguna de que estaba predestinado a la Presidencia. Tenía a su favor que, aunque se había unido a las fuerzas del traidor Victoriano Huerta, era de los pocos revolucionarios que había vivido la gesta de cabo a rabo, desde el 20 de noviembre de 1910, hasta la instauración de los regímenes emanados del movimiento.
Pero, no. Sin necesidad de los perversos oficios del INE o de su antecesor, el IFE, la Presidencia quedó en manos del también general Manuel Ávila Camacho, postulado por el partido oficial y respaldado por el formidable equipo que había logrado conformar el presidente Lázaro Cárdenas. Andreu, resentido, sale fuera del país y lanza amenazas.
El 12 de agosto de 1940, en La Habana, Cuba, el llamado ‘Congreso Legítimo de los Estados Unidos Mexicanos’ lo proclama Presidente electo y constitucional; desconoce a Cárdenas como presidente de la República e inicia preparativos para llevar a cabo el levantamiento armado a que habrá de convocar desde su tierra natal, Olinalá, Guerrero.
Sin embargo, declina llevar a cabo el levantamiento armado y renuncia a la Presidencia a cambio de conservar sus negocios, especialmente el hotel El Papagayo en Acapulco y el Casino de la Selva en Cuernavaca. Se refugió en su rancho El Mayorazgo, en Coyoacán, en el Distrito Federal y viajó para conocer mundo.
El 9 de octubre de 1965, a los 74 años de edad, falleció en la capital quien habría de ser el primer ‘Bronco’ en la historia moderna de México y paradigma de la gran ‘Robolución’.
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