Editoriales

Límites rebasados

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 15 ABRIL 2020
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Límites rebasados

Un viejo y conocido refrán aseguraba: "Si te digo que la burra es parda, es porque tengo los pelos en la mano", con el cual se indica que una afirmación está respaldada por pruebas fechacientes, contundentes y prácticamente imbatibles; bueno, cuando menos hasta fechas recientes, porque ahora se dicen miles de tonterías y cuanto más absurdas y alejadas de la realidad, ocupan mayores espacios en los medios de comunicación en sus diversas modalidades; pero, especialmente a través de los espacios cibernéticos.

De la misma suerte que ser pillo dejó de ser una vergüenza para convertirse en timbre de orgullo y de oportunidad para escalar en la política y en los negocios, ser mentiroso dejó de ser un baldón para convertirse en la puerta de acceso a la popularidad y a la gloria. Desde luego, hay diversos tipos de mentirosos, cada uno con nivel y tarifa diferente; por ejemplo, los histriones salen baratos porque cobran en metálico, no así los políticos que piden puestos de representación sin representar a nadie o cargos de mando y poder.

Pues ni el más pillo ni el más mentiroso, ni siquiera el becario de ingrata memoria, pueden negar que el planeta ha llegado al límite de su tolerancia y está tomando medidas para obligar al ser humano, el mayor depredador jamás conocido, a rectificar el rumbo o atenerse a las consecuencias. Con frecuencia se cita en este espacio la obra Los Límites del Crecimiento, encargada por el Club de Roma a un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts para investigar las posibilidades de desarrollo.

Las conclusiones, fueron publicadas en forma de libro con el título de The Limits to Growth (editado en español por Fondo de Cultura Económica, México D.F., en 1972). En éste se auguraba que: "si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la tierra durante los próximos cien años". Pero, la catástrofe se adelantó.

Diez años después, los promotores del capitalismo salvaje publicaron cientos de libros desmintiendo esas conclusiones y llamando a sus autores catastrófistas, neomalthusianos, agoreros del desastre y otras lindezas; sin embargo, las proyecciones del estudio han resultado bastante acertadas: por ejemplo, en el año 1972 había 3.500 millones de habitantes, en 2000 había 6.000 millones y en este 2020, la población total mundial se estima en 7700 millones de personas, tal como aparecía en la simulación.

Al paso de los años se ha venido tomando en cuenta lo señalado en Los Límites del Crecimiento y ya hay países donde se toman en serio las dudas que plantea el actual crecimiento físico y son un aspecto importante de la política mundial en el siglo XXI: el descenso de la producción de petróleo en países importantes, la reducción del ozono estratosférico, el cambio climático, la extendida persistencia del hambre, el problema de ubicación de vertederos para residuos tóxicos, el descenso del nivel de aguas subterráneas y marinas, la pérdida de biodiversidad o la mengua de los bosques son, algunos ejemplos.

Aún así, hay gobiernos que se niegan a participar en los esfuerzos por mitigar el impacto de la huella del hombre en el planeta. Unos tal vez por ignorancia, otros por simple perversidad y los de más allá por interés económico, como si estar forrado de billetes impidiera que los embates de la naturaleza les afectaran. En el país más poderoso de la tierra ya se aflojaron las medidas de contención que se habían implementado para paliar el calentamiento global, el tal Bolsonaro está perpetrando el peor ecocidio de que se tenga memoria, arrasando con las selvas y con las tribus milenarias que las habitan, sin recato.

La Madre Tierra se cansó de reclamar un límite a tanto abuso. Abuso en su contra al sobreexplotar los bienes que puso a disposición del ser humano; abuso en contra del hombre al explotar su capacidad creadora para uncirlo a una máquina en extenuantes jornadas laborales, cada vez más extendidas, en perores condiciones y con una mala paga; abuso de la dignidad de las personas al hacerla desechables. 

La Tierra se cansó y ha hecho patente su hartazgo con los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgando por todos sus confines: guerra, hambre, peste, muerte que azotan por igual a todos, a pobres y a potentados. 

Cuando terminen su tarea de limpieza, quizá sea la hora para el ser humano rectifique su conducta y entienda que su paso por la tierra no fue ideado para acumular bienes y posesiones; sino, para navegar por los campos luminosos de la cultura: arte, ciencia y moral, a fin de arribar al puerto de su propia perfección y así aspirar a la gloria.

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