Editoriales > ANÁLISIS
La grandeza de alma
Al inaugurarse la radiodifusora XEW, el 18 de septiembre de 1930, fue llamado para ser parte del primer programa que se lanzó al aire.
De tarde en tarde, vienen al mundo seres superdotados en los tres grandes campos de la cultura humana: arte, ciencia y moral. La magnitud de sus talentos no les permite permanecer como espectadores del acontecer cotidiano y se convierten en actores destacados, siempre dando de sí mismos para tocar la vida de otros y llevar alegría a los corazones, alivio a las almas y los cuerpos adoloridos, y ejemplo para toda la humanidad.
Tal fue el caso del Dr. Alfonso Ortiz Tirado, quien dedicó su vida entera a cantar como no se había hecho antes; a traer a México los últimos avances de la ciencia médica en las especialidades de traumatología y ortopedia; a utilizar las enormes sumas de dinero que ganó en los más grandes escenarios de América, para construir el Hospital Infantil de México y las unidades de traumatología en varias partes del continente; a servir con afán.
Ortiz Tirado, cuyas canciones fueron grabadas con técnicas tan rudimentarias que ha sido imposible rescatar la magnitud de su voz rica en matices, inició en México la época de los grandes cantantes de música popular, luego de haber incursionado con éxito en el campo de la ópera y la opereta. Por su voz, fueron conocidas mundialmente las composiciones de María Grever, Guty Cárdenas, Jorge del Moral y Agustín Lara, además de lanzar a la fama a Gonzalo Curiel y José Sabre Marroquín. Ralph Peer le abrió las puertas de Nueva York.
Precisamente, una de las anécdotas más conocidas fue que pidió a Peer que lo llevara a recorrer hospitales y salones de exhibición de equipo médico especializado en ortopedia, pues le confesó su ambición de utilizar todo el dinero que ganara en presentaciones personales, por la radio y la grabación de sus canciones, para comprar lo necesario para equipar el hospital que estaba construyendo en la Ciudad de México para los niños.
En sus apuntes biográficos señala que nació en Álamos, Sonora, el 24 de enero de 1893. En la capital de país, estudió en la Escuela 'Gualupita', en el Colegio Mascarones de la Compañía de Jesús y en el Instituto Científico San Francisco de Borja; ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria, pasó a la Facultad de Medicina de la Universidad de México y se graduó en 1919. Hizo su internado en el Hospital Merci de Denver, Colorado, EU, donde también hizo su residencia en ortopedia, adquiriendo conocimientos muy avanzados.
De regreso a México, ejerció en el Hospital General Nacional. La necesidad de recaudar fondos para crear la unidad de ortopedia, lo llevó a debutar como cantante de ópera en el Teatro Iris. Ahí fue donde lo escuchó Ralph Peer, quien le ofreció un contrato para la radio en Nueva York. Allá tuvo mucho éxito con la ópera Manon de Jules Massenet y gracias a ello, fue incluido en el elenco de Elíxir de amor, Madame Butterfly, Pagliacci y otras óperas que le dieron fama en el mundo artístico. Fue entonces cuando decidió crear el repertorio de compositores mexicanos de música popular a quienes hizo famosos continentalmente.
Al inaugurarse la radiodifusora XEW, el 18 de septiembre de 1930, fue llamado para ser parte del primer programa que se lanzó al aire. Su reconocido talento y excelente voz lo convirtieron en el consentido de los radioescuchas, al grado de ser reconocido como el Embajador Lírico de la Canción Mexicana.
Ya en pleno apogeo en sus carreras como médico y tenor, volvió a las aulas para hacer la especialización en cirugía reconstructiva, gracias a lo cual se convirtió en el doctor de cabecera de Frida Kahlo, a la que practicó varias cirugías que le permitieron volver a caminar, aunque con dificultades y auxiliada por equipos de soporte. En sus giras artísticas por todo el continente, visitaba los hospitales de cada lugar para conocer sus métodos y compartir sus experiencias profesionales. La figura grande de la música y la eminencia científica, se convertían en un ser humano cálido y receptivo, muy sensible al dolor humano.
Las comunidades médicas del continente le tuvieron mucha estimación; integró un gran número de sociedades científicas y recibió varias condecoraciones y homenajes como la Cruz del Sur de Brasil y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Costa Rica. Cabe señalar que en México no ha tenido aún el reconocimiento que merece. Solamente en su tierra, Álamos, Sonora, se ha instituido el Festival Alfonso Ortiz Tirado, que: “Es reconocido como el evento internacional de mayor arraigo y proyección de México como foro para el canto operístico, donde además confluye la pluralidad e integración de las diversas manifestaciones artístico-culturales y la difusión de los valores nacionales, en un intercambio con creadores, intérpretes y ejecutantes de nivel mundial”.
Este ser humano notable, falleció en la Ciudad de México el 7 de septiembre de 1960.