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El retorno de Estados Unidos
La lucha contra el calentamiento global ha sido larga y azarosa
Una noticia muy buena para el planeta y sus habitantes es la reincorporación de los Estados Unidos al Acuerdo de París, anunciado y firmado por el presidente Joe Biden, un gesto que busca devolver a Washington al liderazgo en la lucha contra el cambio climático y que sirve para cumplir una de sus principales promesas electorales. Hay que decir que el flamante mandatario no se anduvo por las ramas ni buscó pretextos para no cumplir.
La lucha contra el calentamiento global ha sido larga y azarosa. En el 2005, luego de grandes empeños a nivel planetario, se logró la firma del Protocolo de Kioto sobre Cambio Climático, el resultado más significativo del esfuerzo colectivo y global para buscar un marco conjunto que permita luchar contra las afectaciones al planeta. Se establecen límites cuantificados y obligatorios de emisión de gases de efecto invernadero para los países que lo ratificaron, y que son jurídicamente vinculantes.
La parte medular de este protocolo señala que: “Las partes… se asegurarán individual o conjuntamente de que sus emisiones antropogénicas agregadas, expresadas en dióxido de carbono equivalente, de los gases de efecto invernadero… no excedan de las cantidades atribuidas a ellas… con miras a reducir el total de sus emisiones de esos gases a un nivel inferior en no menos del 5% al de 1990 en un periodo de compromiso comprendido entre 2008 y 2012”. Visto desde un punto de vista realista, un compromiso que podía cumplirse.
Además, se estipulaba que: “Todas las partes… formularán, aplicarán, publicarán y actualizarán periódicamente programas nacionales y, en su caso, regionales que contengan medidas para mitigar el cambio climático y medidas para facilitar una adaptación adecuada; tales programas guardarán relación, entre otros, con los sectores de la energía”. La idea era que el protocolo fuera adoptado por todos los países , en todas sus partes.
Con la ratificación de Rusia, el Protocolo entró en vigor el 16 de febrero de 2005; pero, ahí mismo comenzaron los problemas, pues el principal escollo para su aplicación fue la negativa de cuatro países a firmarlo por su interés en evitar que las emisiones de gases de efecto invernadero fueran reguladas. Los países que no se adhirieron fueron Kazajistán, Croacia, Australia y Estados Unidos, no obstante que éste último es el primer generador de CO2 del mundo.
Mejor respuesta dieron los países de la Unión Europea, que se comprometieron a la reducción para 2010 de un 8% de sus emisiones de GEI con respecto a los indicadores de 1990. Este objetivo se repartió entre los Estados miembros, asignando a cada uno un objetivo concreto. Con la ratificación del Tratado se establece en la UE primero un periodo de tres años (2005-2007) de toma de contacto, seguido de un periodo de cinco años bajo el Comercio Internacional de Emisiones de Kioto (2008-2012). En esta primera fase de implantación, el Protocolo sólo afecta al CO2 como GEI en las instalaciones industriales y de producción de energía.
Cumplidos estos compromisos iniciales, se acordó el establecimiento de un segundo periodo del Protocolo, ahora de 8 años, con metas concretas a cumplir y ser evaluadas en el 2020. Ya para entonces, este proceso denotó poco interés y un débil compromiso de los países industrializados, como Estados Unidos, Rusia y Canadá, que finalmente decidieron no respaldar la prórroga. Lo que había generado tantas esperanzas se fue desvaneciendo.
Finalmente, en el mes de agosto del 2017, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump anunció el retiro de ese país al acuerdo de Paris sobre el Cambio Climático, lo que fue considerado como muy desafortunado por varias voces muy calificadas. Uno de esos crítico fue Michael Brune, del grupo ambientalista Sierra Club, quien aseguró que el retiro de EU es “un error histórico. Lo verán nuestros nietos con consternación y preguntarán cómo un líder mundial pudo estar tan divorciado de la realidad y la moralidad”. Otros que también se manifestaron fueron los líderes de compañías como Google, Apple y otras, incluida Exxon Mobil.
Ante el avance catastrófico del cambio climático, el secretario general de las Naciones Unidas señaló en enero del 2020: “No estamos ganando la guerra (contra el cambio climático) y tenemos que hacerlo. Por primera vez en la historia de la humanidad hay un límite, un límite físico a nuestra perspectiva de desarrollo y esta situación ha llevado a la humanidad a declarar una guerra a la naturaleza y la naturaleza está contraatacando de una manera muy violenta como hemos visto en diferentes partes del mundo”.
Con el cambio de gobierno en la Unión Americana se abren nuevas perspectivas para el avance en la lucha por detener el daño al planeta y, en la medida de lo posible, revertirlo para que las futuras generaciones puedan vivir a plenitud y con seguridad.
¡Que no haya más pandemias ni desastres naturales!