La gloria o el infierno
Después del proceso comicial del pasado domingo para renovar al Congreso del estado, el futuro de Tamaulipas ha quedado en manos de un solo hombre. Éste tiene el poder de llevar al estado a una nueva era de progreso y bienestar o hundirlo en el pozo profundo de la desgracia. Desde los tiempos en que se consolidó el régimen revolucionario, Tamaulipas no había tenido un político de talla nacional que pudieran aspirar a una responsabilidad mayor. Todos naufragaron en sus yerros.
El ejemplo más a modo de lo ocurrido el 2 de junio es la elección de Carlos Salinas, cuando se cayó el sistema y hubo necesidad de hacer múltiples concesiones para sostenerse en el poder y realizar acciones espectaculares para legitimar al régimen. Salinas pactó con el vecino del norte para la firma del Tratado de Libre Comercio que venía exigiéndose desde la Colonia; con los dueños del gran capital cuya ambición estaba acotada por la Constitución; con el clero que perdía canonjías.
El gobierno de Tamaulipas tuvo que pactar con los poderes fácticos, cuya presencia fue manifiesta en los días previos a las elecciones, a fin de tener un carro casi completo; la fórmula no es nueva, la inventó el PRI salinista y la copió el gobernador de Puebla, quién al momento de su muerte en trágico accidente era coordinador de la bancada del PAN en el Senado y su mujer la gobernadora. Las circunstancias previas cuentan, porque pueden ser buen punto de partida para lo que viene.
Hace mucho tiempo que Tamaulipas está esperando a un político con atributos de estadista que lo conduzca a los niveles de desarrollo que están latentes en su enorme potencial, que lo mismo se observa en su privilegiada posición geográfica que en sus enormes riquezas naturales y el talento de sus hombres y mujeres que han convertido los eriales en vergeles a fuerza de voluntad y de arraigo. Con un Congreso a modo, el gobernador puede serlo y con ello proyectarse más allá aún.
Hasta hoy, La política se ha convertido en una profesión muy redituable, casi vitalicia gracias a las camarillas cerradas y a leyes implementadas por los mismos, con privilegios que protegen sus intereses personales y de partido. El poder sin contrapesos puede fortalecer esos vicios que han dado al traste con la democracia, o abrir las puertas a ciudadanos con vocación, al servicio del pueblo e inaugurar una nueva etapa de prosperidad compartida en que a todos les vaya bien.
Todo va a depender de las acciones que emprenda el gobierno en la segunda parte de su periodo. Ahí es dónde va a calarse en serio, porque ya no tendrá posibilidad de echar la culpa a otros de lo que ocurra. Tamaulipas se pone a la vanguardia, recuperando tanto tiempo perdido; o sigue su caída en picada. Se alinea en favor de los vientos de cambio que a nivel mundial dan por concluida la etapa de los políticos-empresarios y los nuevos súper ricos, y abre un abanico de oportunidades a los jóvenes emprendedores que deben cargar con todo lo que dejó una generación de fracasos, o se enconcha para resistir y proteger los intereses que buscan detener a toda costa los cambios.
Asegura un viejo y conocido refrán que a la oportunidad la pintan calva y nadie mejor para jurar por ello que aquellos que estuvieron en circunstancia similar, con todo a la mano para entrar por la puerta grande de la historia y ahora son acosados como fierras salvajes. Tuvieron todo para hacer el bien y, en cambio, se dejaron llevar por los cantos de sirena; muy caro lo están pagando. En la cima es cuando recomendaba el buen sabio Ortega Y Gasset atenerse al dicho de que "La adversidad es la piedra de toque de la amistad". Horita sobran los amigos, ya se verá más tarde.
Los poderes fácticos que estuvieron prestos para cocinar el triunfo, pronto habrá de presentar las facturas, que no serán otras que proteger sus intereses afectados por los vientos de cambio. ¿Qué tanto compromiso siente que tiene con ellos el mandatario? ¿Habrá de conducir el gobernador a su estado por entre las aguas borrascosas de la resistencia y la rebeldía al cambio, o se unirá a la gran tarea de recuperar a justicia social y la vuelta al sentido humano de la política y la economía?
Si Puerto Altamira, jugoso botín de las ambiciones de los que hoy están en prisión, se integra al Plan de Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, el futuro de México, de Tamaulipas, será venturoso. Si no, pos no.
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