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Gracias, Sr. Trump
La amenaza de cerrar los puentes que comunican a México con los Estados Unidos y la demora en los cruces entrambos países, ha venido a despertar la consciencia de los mexicanos, que, haciendo honor a la añeja recomendación de no poner todos los huevos en una misma canasta, buscan otro camino para encontrar los satisfactores que sus necesidades demandan. La vista fija en el norte que caracterizó a los regímenes anteriores, fue empeño de una integración regional imposible.
Poco, muy poco, fue suficiente para que el presidente de los Estados Unidos, don Donald Trump, mostrara su real talante al llamar a sus vecinos del sur delincuentes, narcotraficantes y violadores. De este lado se pusieron oídos de artillero para no escuchar los insultos y las provocaciones, y menos engancharse en una guerra de descalificaciones; pero, lejos de atenuarse, han seguido los embates: se quiere cerrar los puentes, y se hace la vida imposible a los habitantes de la frontera.
Ante tales circunstancias, no queda más que mirar hacia otro lado, que, a fin de cuentas, hay una más alternativas con los pueblos de la América indiana que con los vecinos del norte. Los insumos que ya no puedan venir del lado americano, pueden venir de Centro y Sudamérica mientras se recompone el aparato productivo nacional arrasado por las hordas neoliberales. Si algo hay de sobra en el mundo es dinero para invertir en obras de infraestructura beneficiosas para todos.
Es justo que cada quien defienda sus intereses y que busque el mayor beneficio posible sin afectar a otros. Al caso habría que decir que muchos empresarios del sur del Valle de Texas se han visto perjudicados por los cierres y por las demoras; pero, si ello no tienen interés en conjurar esas medidas lesivas y unilaterales, pues que con su pan se lo coman. No es el caso de los aborígenes que tiene un amplio abanico de opciones para satisfacer sus necesidades, sino es hoy, mañana.
No hace mucho que el presidente Trump expresó que: "Francamente, la única cosa que es mejor y menos drástica que cerrar la frontera es fijar aranceles a los autos que entran al país y lo haremos. No es un juego". Quizá no ha parado mientes en que ninguno de los automóviles que va de México a su país es de origen mexicano. Aquí se traen las partes, unas de Estados Unidos, otras de Canadá o Asía y aquí se ensamblar y se exportan; pero ni uno es Pérez, González o Parangaricutirimícuaro.
La mayor parte de los medios de comunicación masiva de Estados Unidos ha entendido que la tirria del presidente contra el sistema de asilo, los migrantes y los jueces que han detenido sus intentos de deportación inmediata, son como una zanahoria atada a un cordel al frente de un burro; se entiende como un gancho para sus simpatizantes radicales que desean vivir y disfrutar de un país cerrado dominado por gente de un estatus elevado, que no tenga problemas por pan.
Por su parte, los demócratas defienden el sistema de asilo y la libertad condicional para que los solicitantes puedan espera fuera, sin necesidad de ser confinados en refugios o cárceles que finalmente vienen a ser una pesada carga para los contribuyentes. Están convencidos de todos los beneficios que han traído las múltiples corrientes migratorias que han llegado de todo el planeta.
Si, finalmente, prevalecen las ideas del presidente y se cierra la frontera, no pueden la comunidad nacional quedarse cruzada de brazos. Tendrá que echar mano de toda su inventiva para salir adelante e ir en busca de los bienes y servicios que requiera. Ir a las naciones que no tienen prurito por cuestiones de geografía, raza y color de piel. Ir en busca de la diversificación de los mercados que debió ser una de las estrategias de mayor calado en los gobiernos que abrieron las puertas.
Buscar alternativas mientras que pasan los nubarrones y llega a la administración pública alguien capaz de entender, ya no la integración, que quizá era sólo un sueño guajiro; pero, si las buenas relaciones fundadas en el respeto y en el reconocimiento de que pueden haber beneficios mutuos en la colaboración, más que en el subordinación. Romper los lazos de amistad y entendimiento no beneficiará a nadie y es seguro que alguien resultará lastimado por eso de la interdependencia.
No hay que olvidar las palabras de Andrés Barreda, quien planteaba que la fuerza de trabajo mexicana y latinoamericana 'disciplinada y extremadamente barata' era una ventaja comparativa de Estados Unidos ante la industria china.
Quizá las medidas del presidente Trump lleven a los gobernantes de México a buscar nuevos socios comerciales. Será algo que agradecer.