Fórmulas simples
El niño pidió permiso de utilizar la computadora para bajar la tarea y auxiliarse con los programas que había guardado previamente. Todo trascurrió sin novedad, excepto que el chico olvidó cerrar los portales que había visitado y de esta manera el padre se enteró de los contenidos que ensucian su mente. Caricaturas japonesas aparentemente inofensivas, con historias cotidianas; pero, en las que se exalta la violencia para resolver diferencias.
Un pequeño con un puñal clavado en un ojo; una chica con un cuchillo en el estomago; un perro destripado con las vísceras regadas por el suelo porque se había ensuciado dentro de la casa; todo ello presentado como acontecimientos cotidianos que no provocan algún modo de reacción o de rechazo. Debe haber muchas otras que provengan de otros lugares distintos; pero las llamadas mangas japonesas son las que se llevan la condena universal.
Con esta penetración cultural que se mete por las redes cibernéticas debido a la falta de una buena vigilancia y control de los padres, no es raro que existan conductas antisociales en el entorno inmediato. Nada es tan influenciable como la mente de los niños y de los ya no tan niños; quizá por ello es que la industria de las telecomunicaciones los tienen como uno de sus objetivos primordiales para crear nuevas generaciones de consumidores cautivos y de personas con altos niveles de egoísmo, intolerancia y formas violentas de responder.
A esa industria de la deshumanización, hay que responder con acciones efectivas, sobre todo, desde el seno del hogar, donde se inculcan los buenos hábitos y la empatía con el resto de la población. Precisamente, la licenciada y comunicóloga Okairy Zuñiga ha diseñado un legajo de recursos para crear empatía en los niños de la casa y de la vecindad.
Recomienda que: "–Acércate a tu hijo y preocúpate por sus necesidades. Cuando los niños sienten que sus necesidades se toman en cuenta en su hogar, entonces tienen más posibilidades de sentir empatía hacia los demás. –Trata a tu hijo como a un ser independiente. Estudios recientes han confirmado que cuando a los niños se les educa y se les trata teniendo en cuenta que ellos tienen pensamientos propios, creamos adultos capaces de ponerse en el lugar de los demás. Siempre es bueno que hables con tu hijo sobre su estado emocional, qué desea, sus necesidades, anhelos, miedos, etc. -Aprovecha cualquier oportunidad para inducirlo a que sea comprensivo con los demás. Por ejemplo, si en la televisión ves a alguien que está siendo victimizado habla con tu hijo acerca de esta situación y de cómo cree que se siente esa persona. Es muy importante evitar caer en estereotipos o creencias que son erróneas".
Además, que: "-Ayuda a tu hijo a ver qué cosas tiene en común con otras personas. Muchos experimentos recientes sugieren que los niños sienten más empatía por aquellos individuos que le son familiares o similares a él. Procura analizar esto desde diferentes ángulos para que ellos aprendan que aunque pueden compartir experiencias o características con una persona, con todos puede tener algo en común. -Inspira buenos sentimientos en tu hijo a través de las relaciones sociales sanas y el afecto. Cuando se liberan altos niveles de oxitocina en el cuerpo como consecuencia de las interacciones sociales placenteras somos capaces de ´decodificar´ con más facilidad el significado de las expresiones faciales de otros y podemos sentir más empatía por los demás".
En todos los tratados de sociología se acepta que todos los seres humanos nacen con una predisposición genética y variable a ser empáticos; sin embargo, las experiencias vividas, el aprendizaje, el ambiente familiar y la educación van incidiendo en la forma cómo se canaliza y se manifiesta esa empatía.
Viendo Gacha life y escuchando la música caribeña, la mente de las nuevas generaciones se está envenenando a ojos vistas y con el apoyo de la negligencia de padres, maestros y líderes sociales. Quizá sea hora de dejar los ´ismos´ a un lado o ver lo que está pasando con los niños y los jóvenes.
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