Editoriales

El corral

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 24 ABRIL 2018
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El corral

Ya de regreso, atendiendo la gentil invitación que hiciera la estimada compañera Sandra Tovar para asistir como invitado a su espacio cibernético denominado 2 a las 4, que con el amigo Hugo Reyna trasmiten por la red, y ofrecer un punto de vista del debate de los cinco aspirantes a la presidencia de la República, no hubo forma de evitar la comparación con un juego de beisbol, en que el puntero se limitó a batear una rolita.

Jugador de beisbol desde su infancia, el líder en las encuestas utilizó la estrategia dinámica del rey de los deportes, y bateó con el score, sacando una rolita que le permitió cumplir con el compromiso, sin atender al corral que le tendieron los demás. La cómoda ventaja le permite ser cauto y no responder a las agresiones, algunas de ellas harto absurdas, como la machacona insistencia de la amnistía tan tergiversada.

Quien salió ganando en el debate fue Ricardo Anaya, un joven de mente ágil y de verbo encendido, que obtuvo dos o tres puntos a su favor, insuficientes para alcanzar a quien va arriba. Quizá si se hubiera dedicado a hacer propuestas claras, precisas y concretas, hubiera tenido más a su favor; pero, el insidioso empecinamiento en descalificar a los otros, le hizo perder valioso tiempo. El resto se vio deslucido; se les nota la falta de tablas.

De quien se esperaba más, José Antonio Meade, demostró que no está hecho para las polémicas y que, aunque presume de experiencia, en realidad no ha pasado de ser un burócrata de alto nivel, que cumple órdenes superiores. Aspirar a la presidencia va más allá de sus capacidades y merecimientos; más, mucho más, cuando se empeña en promoverse como candidato ciudadano por tres partidos. De ciudadano no tiene nada.

Los dos candidatos independientes, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, aparecieron desdibujados. La primera se mostró nerviosa, preocupada por recordar la recitación que, como ella misma reconoció posteriormente, le preparó su equipo de campaña. El Bronco tuvo su instante de gloria al sacar una bala para demostrar que había sido víctima de la violencia que azota México, que se agotó en el momento de asegurar que lo que había que hacer con los ladrones era cortarles la mano. ¿Un gobierno manco?

Necesario es señalar que la temática del primer debate era la más aguda y critica para todos: inseguridad, corrupción y democracia. Por ello, debió campear una dinámica más encaminada a ofrecer soluciones sólidas y viables. Las estadísticas, las cifras tan contundentes, son innegables, por tanto, no puede sostenerse el rumbo que tiene la conducción del país, tan aporreado y tan afectado por la delincuencia de todo género.

Fue lamentable que todo se haya limitado a echarle montón a quien va liderando las preferencias electorales. El significado de debate o coloquio es muy claro: "Discusión en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses"; no hay ´paónde´ hacerse, por tanto, el deplorable espectáculo, dejó mucho que desear. Ahora, que, tomando en cuenta que en la actualidad predominan las teorías de que las estructuras lingüísticas influyen en las mentales, habría que aceptar que quien habla con errores piensa con errores. Además, el hallazgo neurológico de las neuronas espejo también sugiere que la mente humana se desarrolla a partir del uso del lenguaje. El ritmo importa menos que la certidumbre y la corrección. Lenta o ágil, la palabra debe ser precisa y concreta.

Ojalá que, con esta mala experiencia, los próximos debates tengan una mayor calidad a fin de que los mexicanos entiendan de qué se trata la elección presidencial y por qué es la más importante del último medio siglo. No se trata de poner a mengano o perengano, sino de definir el modelo político-económico que deberá seguir el país para recuperarse de la noche de los brujos que tan terrible ha sido. Ojalá no haya más corral. 



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