Editoriales

El petate del muerto

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 09 JUNIO 2020
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El petate del muerto

La solidez del proyecto de la Cuarta Transformación es tan simple y evidente, que los alaridos de las plañideras de siempre resultan tan banales como ridículos. Se está jugando dentro y fuera del país con las mismas reglas de la economía ortodoxa impuesta hace cuarenta años, cuando el Estado renegó de sus compromisos para echarse en brazos del capitalismo salvaje: Libre mercado, competencia abierta y apoyo a la producción de bienes y servicios que sirvan al país y a los paisanos: pero, no más corrupción.

En ese sentido, las amenazas de que: "La pérdida del grado de inversión es un riesgo real y cada vez más en la cabeza de los inversionistas. Podría ser el gran evento que defina el sexenio de López Obrador. Esperaríamos que exista una fuga de capitales rápida e importante, de magnitudes nunca antes vista", dichas por Luis Gonzali, gerente de cartera del administración de activos Franklin Templeton, es simple alharaca. Son profecías casándricas venidas del despecho; son la intimidación que temieron Carstens y Videgaray.

En cuanto se percibió la magnitud de los estragos que habría de generar la pandemia en la economía global, los organismos financieros internacionales afilaron sus garras y hubo dos que tres que ofrecieron, como si fueran hermanitas de la caridad, cuantiosos créditos casi a la palabra, que el gobierno de México, cauto y previsor, rechazó cortésmente. Después del pico de los contagios y muertes por el Covid-19, el país se apresta a reanudar sus actividades normales, sin haber endeudado más al contribuyente.

En cambio, las economías que echaron mano de recursos externos para ´evitar el colapso del sistema productivo´, están pasando las de Caín. Ahora, además de cargar con las pérdidas por la cuarentena obligatoria para cortar las cadenas de contagio, deberán pagar créditos improductivos que no tuvieron más virtud que elevar los capitales de los hombres más ricos del planeta. Matt Maley, jefe de estrategia de mercado de Miller Tabak & Co., afirmó, como axioma gracioso que: "El dinero hace dinero. Lo injusto de todo es quién se va a beneficiar más de eso", aludiendo a la ganancia de los muy ricos, con el Covid 19.

A la cabeza de los ganones está Jeff Bezos, de Amazon, que este año agregó a su cuenta 24 mil millones de dólares, seguido por el director ejecutivo de Tesla Inc., Elon Musk, quien este día es 10,400 millones de dólares más rico que al inicio de la pandemia; detrás está, en fortuna combinada, la familia Walton de Walmart, que ha llegado en este medio año la friolera de 165 mil 700 millones de dólares, y Eric Yuan de Zoom Video Communications Inc., que duplicó sus ganancias hasta los 7.400 millones. No pueden estar fuera de la lista el mexicano Carlos Slim y el hindú Mukesh Ambani, líderes en su país.

Y, si los más ricos ganaron mucho, muchísimo dinero, con la pandemia, los gobiernos que optaron por los métodos tradicionales, están a punto de bancarrota y no es imposible un nuevo quiebre del sistema económico mundial. Quienes pretenden y presionan para que se apliquen las mismas medidas que permitieron superar los problemas de la burbuja inmobiliaria del 2008, especialmente en los Estados Unidos, ignoran la realidad de lo ocurrido en ese país y las magistrales decisiones de doña Janeth Yelen.

No fue la enorme cantidad de dinero nuevo que imprimió el Sistema de la Reserva Federal ni la concesión de créditos blandos a empresas tronadas; no fue la recompra de bonos del Tesoro ni de las casas de bolsa; no fue la inyección de enormes cantidades de dólares para fomentar el consumo y con ello el empleo y la producción; tampoco el recorte de las tasas de interés y su recuperación paulatina. Nada de eso hubiera servido sin las reminiscencias de la tradición del estado de bienestar que existió antes del neoliberalismo.

Los grandes programas gubernamentales (Seguridad Social, Medicare, Medicaid, seguro de desempleo, seguro de incapacidad, bonos de alimentos y la estructura progresiva de los impuestos a la renta) trabajaron para trasladar las pérdidas en los ingresos de los hogares, incapaces de soportarlas, hacia el gobierno. Ahora, la mayor parte de esos beneficios se han cancelado o se han minimizado. Con el actual gobierno, las grandes empresas y los más ricos del país, pagan menos impuestos que antes.

La fórmula real y efectiva que sirvió para mantener a flote la economía del país más poderoso de la tierra, que ahora, con todo lo que se ha hecho en contra, resulta casi imposible, es la clave de las medidas que ha implementado el gobierno de la Cuarta Transformación, que permitirá a la economía mexicana salir delante de la actual coyuntura. 

Una vez más, como hace un siglo, México tiene su propio camino y ya no se asusta con el petate del muerto. 

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