Columnas > YÁSNAYA ELENA A. GIL
Tenemos que hablar de la propaganda electoral. Pëstä´äk
Los partidos políticos no se diferencian en cuanto a la forma que han tomado los materiales de su propaganda, parece que en el fondo obedecen a los mismos principios.
A pesar de que varias comunidades mixes de la Sierra Norte de Oaxaca han tomado acuerdos de asamblea que limitan el uso y la colocación de propaganda electoral por acuerdos que obedecen al ejercicio de su autonomía y libre determinación, las brigadas dirigidas por operadores locales ligados a partidos políticos han desobedecido, a lo largo de los años y de manera sistemática, los lineamientos de las asambleas que han tratado de impedir la contaminación asociada a la propaganda electoral.
Durante unas elecciones para la diputación federal, unas autoridades comunitarias tuvieron que negociar que el vehículo con altoparlante que recorría las calles emitiendo propaganda bajara el volumen, al menos, cuando pasaba frente a escuelas y centros educativos en horarios de clase. La pegajosa cumbia que repetía solo un par de frases se escuchaba a todo volumen una y otra vez hasta el cansancio. En otro momento, las autoridades mandaron a quitar pintas con propaganda electoral porque habían sido colocadas sin permiso.
Primero nos acostumbramos a que, durante las campañas electorales, se colocaran lonas de plástico que replicaban una y otra vez el rostro de quienes aspiraban al puesto en cuestión, después hubo que soportar la colocación de la propaganda correspondiente a las precampañas y ahora, por si no hubiera sido suficiente, las lonas y pintas indicándonos qué respuesta dar en las encuestas internas del partido MORENA se unen a una muy extendida y poco ecologista temporada electoral.
La naturaleza y el contenido de la propaganda que utilizan los partidos políticos juega en contra de los más básicos objetivos que debería buscar una educación cívica funcional al fortalecimiento de la democracia. Si el propósito de las campañas electorales es conocer, discutir y comparar las propuestas y los programas de cada candidatura, ¿por qué repetir ad nauseam el rostro de quien busca ganar la elección? A lo más, la propaganda electoral añade alguna frase de campaña repetida también miles de veces que poco invita a la idealizada ciudadanía a adentrarse en las propuestas y sopesar las opciones de quienes están en la contienda.
En el mundo ideal democrático que nunca ha existido a cabalidad, las personas no eligen votar por un candidato por la blancura de su sonrisa o los rasgos de su rostro, lo hacen porque sopesan las opciones, las analizan, las comparan, las debaten, luego se dan un tiempo de reflexión para finalmente emitir el voto. La apabullante propaganda electoral y sus características actuales en casi nada ayudan a lograr este ideal, creo más bien que juegan en contra vanalizando con fotos y frases hechas repetidas masivamente un proceso que lejos debería estar de la frivolidad.
El Artículo 157 de la Ley de Instituciones y Procedimientos Electores del Estado de Oaxaca dicta que "toda la propaganda electoral impresa deberá ser reciclable, fabricada con materiales biodegradables que no contengan sustancias tóxicas o nocivas para la salud o el medio ambiente. Los partidos políticos y candidatos independientes deberán presentar un plan de reciclaje de la propaganda que utilizarán durante su campaña". Contrario a lo que dicta la ley, desde el inicio de las campañas los partidos políticos violan el marco legal que pretenden proteger. Preocupadas por la gran cantidad de basura que generan la lonas de la propaganda de los partidos políticos, hace unos años unas personas y yo denunciamos a las autoridades electorales que no se estaba cumpliendo con los requerimientos del Artículo 157 arriba citado. No pasó a mayores y ahora más que nunca los caminos hacia de la sierra siguen llenándose de plástico sin ideas ni propuestas.
En otra ocasión, junto a una radio comunitaria, convocamos a los candidatos a la diputación local que pretendían representar al Distrito Mixe en Oaxaca a un debate, de modo que la audiencia local pudiera comparar sus propuestas. La idea era que, al menos la mitad del debate se llevará a cabo en mixe, la lengua de mayor uso en el distrito electoral. Solo uno de los candidatos dio una respuesta.
Por otro lado, la insistente publicidad en radio, televisión y redes sociales de las precampañas resulta irritante e hilarante al mismo tiempo. Irritante por la frecuencia en la que se repite el mismo spot e hilarante porque al final indica que esa propaganda está solo dirigida a los simpatizantes del partido en cuestión cuando en realidad la escuchamos todas las personas.
Lamentablemente, los partidos políticos no se diferencian en cuanto a la forma que han tomado los materiales de su propaganda, parece que en el fondo obedecen a los mismos principios de propaganda política diseñada por costosos asesores. Los materiales de la propaganda política no sólo son contaminantes, son huecos en cuanto al mensaje y juegan en contra de lo que dice buscar la educación cívica en materia de elecciones. Mientras, las miles de lonas de material nada amigable con el ambiente se siguen acumulando en nuestras comunidades, el viento tuerce las sonrisas de los rostros de los candidatos y candidatas que con, su extraña mueca, parecen burlarse de los ideales de la democracia.