Columnas

Superemos la tragedia

  • Por: MSGR. JUAN NICOLAU
  • 11 AGOSTO 2020
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Superemos la tragedia

Ciertamente estamos viviendo tiempos difíciles. SI hablamos de pruebas recientes, la epidemia del virus Covid-19  por un lado ha puesto a prueba la paciencia de muchos y a preguntarse cuándo terminará, mientras que por otro lado ha impuesto una carrera contra el tiempo a la comunidad científica en busca de un vacuna o antídoto para combatirlo. Mientras esto sucede diariamente se pierden vidas a causa de la infección, provocando dolor y sufrimiento en cientos y miles de familias.

Pero sea este u otros problemas como inundaciones o enfermedades, nos damos cuenta que nadie estamos exentos de padecer una tragedia. Lo vemos todos los días en las noticias, personas que hasta el día anterior vivían plácidamente se ven afectados por una serie de desafíos que nunca se imaginaron. Los tornados o inundaciones causan pérdidas, dejando a muchos  de un día para otro sin nada. Ven el esfuerzo de años de trabajo esfumarse. 

El factor sorpresa es uno de los agravantes del dolor. Un dolor sorpresivo suele ser mucho más agudo que un dolor anunciado. 

Filosóficamente se define el sufrimiento como  lo opuesto al placer. En el contexto de la filosofía china, el dolor y el placer constituyen un juego de opuestos, como el día y noche, lo femenino y masculino,  el frío y el calor. Sufrimos porque hemos gozado. Si hemos de gozar, tendremos que saber que estaremos expuestos a sufrir.  

El sufrimiento se vincula con la pretensión de poseer por completo algo que está sujeto al cambio, por ejemplo si estamos acostumbrados a un nivel de vida, y trabajamos para lograr el bienestar de nuestra familia, y tenemos asegurado  su futuro económicamente, cuando viene  un temblor, un huracán, un tornado, etc.,  sufrimos por la incapacidad que tenemos para solucionar situaciones tan extremas, pero es en ese momento que regresamos a lo básico, dar gracias a Dios por salir con vida. Al momento de enfrentar una tragedia es cuando nos damos cuenta que lo material no importa, que lo verdaderamente importante es la vida, pues lo material algún día podrá reponerse.  

Cuando el ser humano se enfrenta a situaciones que rebasan su capacidad de comprensión pueden suceder dos cosas, que se deje arrastrar por la autocompasión y permite que la angustia lo paralice, o que aprenda a vivir el momento, superando los problemas uno a uno, con la certeza de poder salir adelante. Quienes no están habituados a enfrentar problemas o a sentir dolores, a menudo ceden ante el más ligero contratiempo, por el contrario quienes se han habituado a las adversidades suelen soportales con mayor firmeza y valentía.  

El  por qué de la existencia del dolor es una pregunta que tortura a muchos, y aunque no hay una respuesta definitiva, sabemos que el dolor existe porque somos seres  vivientes, y  la psicología de todo ser vivo incluye el sentirse complacido y atraído por lo que es bueno para él, mediante el placer y la esperanza, y sentirse molesto y asustado por lo que le supone un mal, mediante el dolor y el temor. 

 Todos podemos aprender a sobrellevar el sufrimiento poniendo en práctica algunos de los remedios para sobrellevar el dolor como son: el placer, el recrearse en el bien presente,  la compasión de los amigos, la meditación, el sueño, el descanso y el llanto. Puede sorprender que se hable del  llanto como un remedio, pero es obvio, puesto que en muchas ocasiones  llorar es exteriorizar el sufrimiento interior, y desahogar la angustia. Con la firme creencia que en nuestros momentos de dolor es cuando Dios nos lleva de la mano, confiemos en nuestra fortaleza de espíritu y mantengamos la esperanza viva que el día de mañana será mejor. 

Vive un día a la vez! ... ignite the moment!...Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Monseñor Juan Nicolau, Ph.D. STL, sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.

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