Siempre hay un tuit

En política, la comunicación es un arma de doble filo. Cada declaración, fotografía o tuit puede resurgir años después y convertirse en un problema. Lo que hoy es irrelevante, mañana puede ser una prueba incómoda o incluso comprometedora. La historia reciente ha demostrado que todo lo dicho o hecho puede reinterpretarse con el tiempo y generar crisis inesperadas.
Por eso, la congruencia es clave. Lo que se dice y se hace debe estar en sintonía, porque en política no hay margen para contradicciones. La falta de coherencia no solo debilita la credibilidad, sino que deja vulnerabilidades que otros pueden aprovechar.
Un principio fundamental en la gestión de crisis es diferenciar entre lo que debe formar parte de la agenda pública y lo que debe manejarse en una agenda privada. Todo lo que se comunica define la percepción pública, y una mala estrategia puede convertir un asunto interno en un escándalo mediático. Separar lo que se muestra de lo que se atiende en privado permite controlar mejor la narrativa y reducir riesgos innecesarios.
Manejar crisis en la era digital no significa solo reaccionar, sino anticiparse. Una auditoría de la huella digital es clave para identificar contenido que pueda generar problemas en el futuro. También es necesario que quienes ocupan cargos públicos o aspiran a ellos tengan formación en comunicación para evitar contradicciones y fortalecer su mensaje. Y, sobre todo, contar con protocolos de respuesta rápida para actuar con estrategia y no con improvisación.
La política es una rueda en constante movimiento. Los que hoy tienen poder mañana pueden perderlo, y quienes ayer fueron aliados pueden convertirse en críticos. En este escenario, mantener una conducta transparente y una comunicación bien manejada es la mejor estrategia. No solo por ética, sino porque en la era digital, todo queda registrado y puede usarse en cualquier momento.
La prevención siempre será la mejor herramienta. Como dijo Warren Buffett:
"Se necesitan 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla." En política, esos cinco minutos pueden reducirse a un solo clic.
El autor es Consultor en Comunicación Política