Columnas > JUAN IGNACIO ZAVALA
Se acabó
Van a votar por los que representan la antidemocracia, la zafiedad, el insulto y la destrucción de instituciones. O más claro: ganan los que están en contra de los valores democráticos que tanto teníamos en estima
De un tiempo a la fecha, la democracia es una forma del desencanto. Sobre todo, para quienes hemos vivido bajo la democracia liberal y que vimos crecer países bajo ese modelo. Es claro que ese sistema ha quedado atrás. Se ha derrumbado como el muro de Berlín hace tres décadas. Así empezó todo y ha terminado con el "muro" liberal derribado. Cuesta trabajo aceptarlo. De ahí esa suerte de necedad de negar elección tras elección lo que sucede. ¿Cómo es posible que hayan votado por fulano o sutana? ¿No se dan cuenta que ponen en riesgo la democracia? ¿No saben que atentan contra las instituciones que tanto trabajo costó construir? ¿Van a votar por alguien que se expresa de esa manera, sin ninguna capacidad de diálogo? ¿Les parece atractivo un sujeto que agrede a los periodistas? ¿Cómo lo van a votar si el tipo incita al odio? La respuesta a todas estas preguntas, una y otra vez, es: sí, van a votar por los que representan la antidemocracia, la zafiedad, el insulto y la destrucción de instituciones. O más claro: ganan los que están en contra de los valores democráticos que tanto teníamos en estima.
El martes pasado Trump triunfó ampliamente en las elecciones de Estados Unidos. Ante la estupefacción liberal que imaginaba unos comicios cerradísimos, todo se cayó estrepitosamente el mismo día de la elección. "El hombre naranja" ganó todo: la presidencia, el voto popular, el voto electoral, el Senado y la Cámara de Representantes. Es obvio que algo salió mal de un lado y muy bien del otro. El mismo martes, en México, el Gobierno, que cuenta también con las mayorías legislativas y aplasta a quien tiene enfrente, decidió acabar con el equilibrio de poderes y arrasó al poder judicial.
Los dos eventos del mismo día son una especie de nocaut. Al levantarse de la lona habrá que ver, efectivamente, que nada es como antes del golpe. Que lo que había antes verdaderamente no importa, que ya no hay nada que defender y que ni siquiera quedan ganas de hacerlo. El INAI, el IFT y los autónomos sobreviven serán eliminados sin problema alguno. La Corte era la última trinchera.
Todo indica que estamos en una nueva época, sí. Pero gestionada por gente que viene de la anterior, por eso el resentimiento. Nos se trata de un oleada juvenil y refrescante, sino de una agria y avejentada. No tiene caso siquiera esperar prudencia o respeto de quienes han encontrado en el descontón su mejor recurso político. Con el gobierno mexicano hasta ahora hemos visto poca ciencia y mucha ideología.
Mientras tanto, será lo que la presidenta o su grupo quiera porque es claro que todo el poder está de ese lado. El asunto es saber si es el gobierno el que llevará las riendas o será la triada sicótica del legislativo (Noroña, Adán Augusto López y Monreal) la que lleve la batuta. Si la presidenta decide presentar un gran programa de salud con un funcionario técnicamente competente como lo es el señor Eduardo Clark, Noroña escenifica un pleito de callejón con Alito Moreno para matarles la nota; si la presidenta quiere mostrar seriedad en sus intenciones, un hombre cercano a Monreal decide votar desde un partido de beisbol a miles de kilómetros. Todo le arruinan y boicotean. Ahora que la pelota quedó completamente del ladodel oficialismo, veremos qué es lo que hacen: les corresponde operar los efectos de sus acciones. Ya es solo suyo lo que cuente en el escenario.
¿Y la oposición? Solamente le queda la radicalización que, como se ha podido comprobar repetidamente, es lo que funciona. Lo demás ya se acabó.
@juanizavala