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Novelón

El drama político protagonizado por Samuel García ha mostrado el lado autoritario e irresponsable de la clase política mexicana. Movimiento Ciudadano, como Morena, se han presentado en el escenario político como una alternativa a la vieja política mexicana, a la que identifican como corrupta y arbitraria. Morena se conforma hoy por los mismos políticos de antaño, abre los brazos a panistas, priistas, petistas y pseudoecologistas por igual, siempre que representen un rédito electoral. Un artículo reciente de Forbes señala que casi la mitad de los gobernadores de Morena militaron en el PRI, algunos hasta por 35 años. A principios de año, más de dos mil panistas en Tamaulipas renunciaron al PAN para incorporarse a Morena. Además, diariamente nos enteramos de nuevos casos de corrupción y de excesos en los gobiernos de Morena. Nada nuevo ahí.

Ahora, Movimiento Ciudadanos, que durante años trabajó por presentarse como una alternativa a lo de siempre, se muestra como la continuidad y exacerbación de un drama conocido, donde predominan los acuerdos de cúpula, la polarización y el actuar arbitrario de los dirigentes.

Novelón

Como gobernador del Nuevo León, Samuel García, pidió licencia al Congreso del estado para competir en la campaña presidencial, una decisión que muchos vimos como un favor a Morena. Lo que parecía una decisión cuestionable, sin embargo, se convirtió en un desastre político. Luego de otorgarle licencia por seis meses, el congreso del estado por mayoría, nombró como gobernador interino al presidente del poder judicial del estado. García impugnó este nombramiento y nombró como interino —sin tener facultades para ello y mediante un galimatías jurídico que ni ellos saben explicar— al secretario general de Gobierno. Ambos nombramientos fueron impugnados ante la Suprema Corte y declarados nulos por esta. El primero por violentar la división de poderes y el segundo por no tener el gobernador esta facultad. La Corte además ordenó al congreso designar a un nuevo gobernador interino.

Militantes de Movimiento Ciudadano neoleonés intentaron reventar, con violencia, la sesión en la que el congreso local intentaba nombrar al nuevo interino. Pero Samuel García rechazó este nuevo nombramiento por no ser de su partido e insistió en tener facultad para nombrar como interino al secretario general de Gobierno. Así exhibió todo lo viejo que conocemos: la lógica patrimonialista del cargo público, el uso de la violencia y la discrecionalidad.

La Corte Suprema respondió reconociendo el nombramiento como válido y ordenando se le diese posesión el 2 de diciembre. Para competir en la elección presidencial, García debía separarse del cargo el 1 de diciembre antes de la medianoche. Sin embargo, un juez local suspendió la licencia hasta que no hubiera un gobernador interino nombrado. Samuel anunció que regresaba como gobernador del estado y publicó un acuerdo para los efectos, sin ser gobernador y sin haber notificado su decisión al Congreso. Este, a su vez, notificó que continuaba vigente la licencia solicitada. 

Quizá lo más evitable en esta novela era el golpe a la imagen de Movimiento Ciudadano como alternativa a la "vieja política". Si Samuel es lo "nuevo" no es muy distinto a los de siempre, que ahora se pintan de guinda y hablan de transformación. Ojalá que su nueva apuesta no sea otra patrimonialista y polarizante. Cuadros buenos no les faltan. (Maestra y doctora por la Escuela de Derecho de la Universidad de Stanford, en California). 

@cataperezcorrea