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Mujeres en rebelión, el acomodo del péndulo
La crisis por la que atraviesa Irán en términos sociales, económicos y políticos ha abierto una oportunidad para desatar condiciones de progreso en los derechos y libertades de la ciudadanía, pero sobre todo, para garantizar condiciones de equidad a las mujeres.
A partir del asesinato de Mahsa Amini los ojos del mundo han volteado hacia Irán y se tiene una narrativa compartida sobre el estado de sumisión y dominio en el que se ha sometido a las iraníes no sólo por los preceptos religiosos, sino por el aparato de Estado y todas sus instituciones. Recordemos que hace poco más de dos semanas, Amini de 22 años, se encontró con la "policía de la moralidad" cuya misión es "promover la virtud y prevenir el vicio". La policía siguió su protocolo y detuvo a Mahsa como cientos de mujeres, por considerar que rompía el código de vestimenta. Su hermano advirtió que no conocían este código, pero aún así la encerraron en el centro de detención policial de la moralidad de Mazara. Un par de horas después llegó una ambulancia que la trasladó a un hospital en donde perdió la vida. Sus padres no pudieron ver el cuerpo de Mahsa en la oficina del forense. Su padre alcanzó apenas a ver una pierna descubierta que delataba los golpes que le habían dado. La policía asegura que murió de un ataque al corazón, pero la familia argumenta que su cuerpo no toleró la tortura.
Miles de mujeres iraníes se han sumado a la rebelión y en las protestas callejeras han decidido mostrar su rechazo a estas políticas discriminadoras y autoritarias quitándose el hiyab y quemándolo en público.
Los movimientos feministas parecen generar desequilibrios en los sistemas autoritarios. Deconstruyen los símbolos de control masculino y desmontan muchas de las estructuras patriarcales con las que se aplican metodologías centralizadas de control del Estado.
Mientras tanto en México con once mujeres asesinadas al día y a medio sexenio con record de feminicidios, los Guacamaya Leaks sacan a la luz los informes de inteligencia generados por comandancias y zonas militares en las que se revela que los militares siguen de cerca las comunicaciones y actividades de feministas y activistas que luchan a favor de los derechos humanos.
Uno de los cientos de mensajes dedicados por la Sedena habla de la identificación de 15 colectivos feministas relevantes en la CDMX de México, entre los que se encuentran: Las Brujas de Mar, Coordinadora 8M, Bloque Negro, Colectiva Aquelarre Feminista y Marea Negra. Además enumera las marchas ocurridas desde 2019 y detalla la toma de una de las oficinas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a cargo del Bloque Negro.
Sumado a esto, la Sedena tuvo en sus manos siete fichas de la Fiscalía de Justicia de la CDMX que implican a seis mujeres y un hombre acusados de hechos delictivos en marchas y actos feministas con la intención de identificarlos como objetivos prioritarios para iniciarles una investigación.
No deberá sorprendernos el incremento de detenciones arbitrarias y de procesos de intimidación de las fuerzas armadas que, después de realizar una fuerte presión en el Legislativo, lograron torcer la mano de varios legisladores del PRI y del PRD para conseguir su reforma constitucional y extender su presencia en las calles, además de afianzar su liderazgo militar en la Guardia Nacional. Se vienen tiempos aciagos.
Esperemos que los militares hayan acertado en sus apuestas y sean las feministas quienes en su lucha contra las estructuras autoritarias de impunidad e injusticia, deconstruyan la polarización en la que ha quedado atrapado el discurso colectivo y disparen alternativas de organización social en compromiso total con derechos y libertades.
Twitter: @MaiteAzuela