Lo sensato es que Cuauhtémoc Blanco enfrente la justicia

El respaldo de los diputados, para evitar que el morenista responda por la acusación de intento de violación, es el reflejo de que la política mexicana sigue siendo esencialmente masculina
La política en México sigue siendo un terreno dominado por los hombres. La sesión de este martes en la Cámara de Diputados, en la que los legisladores evitaron que Cuauhtémoc Blanco fuese juzgado por intento de violación, ha sido una de las demostraciones más claras de que las celebraciones del poder de las mujeres en México son todavía eslogan. La seriedad con las que se toman las denuncias sobre violencia sexual contra las mujeres no alcanza ni en la más alta tribuna de México.
El sentido común vive horas bajas y la política mexicana nos muestra frecuentemente lo frágil de los discursos progresistas de muchos de sus actores. La sesión del desafuero de Blanco fue un zarpazo de realidad: los acuerdos políticos los siguen haciendo los hombres en función de su conveniencia y la influencia que las mujeres pueden tener en esas decisiones aun es marginal. De poco sirve tener un lugar en la mesa, si el argumento de una de nosotras no consigue que la mesa se tambalee.
México celebró hace 10 meses la elección de la primera presidenta de su historia. También consiguió tras las elecciones que su Congreso —dominado en su mayoría por Morena, el partido en el Gobierno—estuviese conformado casi por el mismo número de hombres que de mujeres. Fue una celebración que dio la vuelta al mundo y que se proclamó, desde distintos sectores, como un hito que implicaba la modernización ideológica de un país históricamente conservador y machista. El discurso progresista ha durado poco y las viejas inercias se han asomado a la primera oportunidad.
Morena no dejó solo a Cuauhtémoc Blanco, pero sí hizo oídos sordos a la denunciante. El debate de este martes solo buscaba decidir si el otrora exgobernador de Morelos podía ser llevado ante un juez para responder por las acusaciones de abuso sexual presentadas por su media hermana, Nidia Fabiola Blanco. Morena, como partido dominante y al estilo priista del siglo XX, cerró filas y convocó a todas las diputadas que pudo, no hubo siquiera dudas sobre si Blanco debía presentarse ante la justicia. Muchas de ellas subieron a la tribuna con él para escuchar una serie de frases inconexas en las que el diputado anticipaba una injusticia.
La decisión se había tomado al menos una hora antes, en privado, entre los líderes del partido: Blanco haría el argumento en la tribuna y prometería colaborar con la Fiscalía en la investigación. Cualquier intento de rebelión no sería bien visto, pero tampoco sería castigado, advirtieron los mismos líderes. Alguno hasta se declaró feminista. La exdiputada Martha Tagle contaba hace seis años a este diario cómo las decisiones en la Cámara de Diputados las tomaban los hombres “en debates de madrugada y en las cantinas”. “Sabíamos que ellos se reunían por su cuenta y hacían acuerdos fuera”, recordaba. Las cosas no han cambiado.
La voz del sentido común se hizo escuchar, paradójicamente, también desde la izquierda. La diputada del Partido del Trabajo (PT) Lilia Aguilar subió a la tribuna para anunciar que su partido votaría en contra de que Blanco conservase el fuero y al hacerlo arrojó, quizá, las palabras más adecuadas de toda la sesión. “Lo que debería ser lo sensato es que el diputado pida licencia y se presente ante la justicia, si es que como él dice no es culpable de este tema”, mencionó. El partido más pequeño de la coalición sirvió un poco de dignidad, apeló al sentido común y revisó las razones por las que en algún momento se alineó con Morena.
La diputada Aguilar mencionó que históricamente su partido ha formado parte de la unión con el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador porque “se supone que [Morena] está del lado de las víctimas”. Por una vez, el PT no perdió el foco sobre todas las veces que la coalición ha pedido el voto en favor de las causas de las mujeres. Los diputados de Morena, en cambio, tomaron la usual vía para proteger a uno de los suyos. Hay un silencio ensordecedor desde Palacio Nacional y plantea la duda sobre si el presidencialismo mexicano —esa máquina perfecta de poder que ha sido aprovechada por todos los hombres que han gobernado México— también resulta útil para una mujer.
Como colofón ha entrado al quite la secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, para explicar, a través de las redes sociales, que desaforar a Blanco habría sido poco correcto con la información disponible y ante una investigación mal integrada por la Fiscalía de Morelos. Hernández cuida las formas y recuerda que antes del debate político existe una víctima demandando justicia, pero se conforma con el fondo y la realidad de que en su partido las mujeres aun no son un contrapeso y les es prácticamente imposible respaldar a la denunciante en este caso. La secretaria deja una puerta abierta: si la Fiscalía repite la investigación y lo hace bien, tal vez, en otras circunstancias, los votos de Morena se inclinen para que el exfutbolista se presente ante la justicia.