Columnas > ROSA ELENA GONZÁLEZ
Las nuevas Magnolias...
En una campaña electoral la participación de las esposas de los candidatos es importante, más cuando llegan a realizar una campaña alterna, sumando mujeres a la causa.
Lo malo es que, muchas veces, son las esposas de los encampañados las que terminan por echar a perder proyectos, pues en lugar de convencer a los votantes de que su marido es la mejor opción les llega a hacer falta sensibilidad y quieren que les rindan pleitesía como si ya hubieran ganado.
Mal cuando a las esposas de los candidatos les da por rodearse de un séquito de aplaudidoras que solo se dedican a poner una barrera entre la esposa del candidato y el pueblo, que no bajan a territorio más que para intentar presumir superioridad.
Cierto, es importante que hagan acciones sociales, que busquen sumar a todas las asociaciones civiles o grupos sociales y hasta religiosos, pero con sensibilidad, sin llegar a los eventos con más asistentes que el mismo aspirante a la gubernatura porque eso lejos de sumar resta.
Hace seis años apareció un grupo de mujeres comandadas por la esposa del candidato priista, BALTAZAR HIJOSOSA OCHOA, llamado Las Magnolias, mujeres más identificadas con el juego de canasta que con las acciones sociales, a ellas les incrustaron mujeres priistas para que les hicieran la chamaba, para que fueran las que bajaran a territorio y se ensuciaran los zapatos, pero eran las menos, la mayoría eran generalas que hasta se habían repartido, sin ganar, los puestos del DIF Tamaulipas y buena parte de la estructura gubernamental.
Ojalá en esta contienda no aparezcan grupos como las magnolias y que las esposas de los candidatos hagan campañas alternas, pero de verdad, con una buena agenda, mejor discurso y cerquita de la gente, no de apariencia o para la foto, porque al final ni las fotos ni las apariencias votan.
Que les quede claro a las esposas de los aspirantes NO son ellas las candidatas, son el apoyo, el soporte sí, pero no deben andar repartiendo puestos antes de ganar la elección, para que no ocurra lo que en otras elecciones donde, como dijera el ranchero, aun no compraban la vaca y ya andaban vendiendo el becerro, es decir, que primero tienen que ponerse a trabajar para aportarle votos al proyecto y ganar la elección.
Es necesaria que su participación, desde luego, pero ahora que la hagan discretamente, social y humanitariamente, sumando mujeres, jóvenes, asociaciones civiles, grupos sociales y religiosos, nunca queriendo aparecerse en todos los estrados junto al marido.
En fin, la situación es que muy importante será que las esposas de los candidatos le ayuden a su marido, que hagan campaña, pero alterna, sin candidato, sumando todos los grupos sociales, mujeres y jóvenes con representatividad, que aporten al proyecto, para que este sea ganador.
No se vale repetir errores del pasado en esta elección, hoy no se requiere que las esposas de los candidatos anden alzadas, custodiadas por un montón de mujeres que las mal aconsejan o solo les dicen lo que ellas quieren escuchar, sin aterrizar ni conectar con la colectividad.
Se necesita en estos tiempos que las esposas de los candidatos actúen con inteligencia y sensibilidad, que le aporten al proyecto sin estorbar, pues lo que se requieren son mujeres comprometidas, de carne y hueso, sentimiento y corazón para que conecten con la población y no que aparezcan las nuevas magnolias.