Columnas > EL MENSAJE EN LA BOTELLA
La verdadera fórmula
La semana pasada platicaba de una foto que publiqué en Facebook con una frase sobre el éxito, y dediqué ese mensaje a disertar sobre el verdadero éxito. Ahora me referiré a otra publicación que compartí, un tanto chusca. Era un “meme” que decía: “Para que el matrimonio dure, siempre tiene que haber un equilibrio; unas veces tiene la razón ella y otras te equivocas tú”. Y agregaba que esa había sido la fórmula para el éxito en mi matrimonio.
Como podrán imaginar, la publicación generó muchos comentarios de apoyo… por parte de las mujeres, que enjundiosamente compartieron y difundieron ese mensaje - asegurándose de etiquetar a su pareja -, convencidas de que así debía de ser.
Pero bueno, al respecto, yo solo aventé la bomba. Ahí cada quien arrégleselas como quiera - o, en el caso de los hombres, como pueda -.
En esta ocasión me gustaría compartir, ahora sí, la verdadera fórmula para el éxito en mi matrimonio, por si a alguien le sirve.
Desde novios, solía cantarle a mi ahora esposa una canción de Miguel Bosé que se llama “Te amaré. De ahí, rescato tres frases que perfectamente pueden sintetizar esta fórmula de la que hablo, y son las siguientes:
“Con la paz de las montañas te amaré”.
Amar con la paz de las montañas. ¿Qué podría significar eso? Me parece que este concepto lo fui comprendiendo al transcurrir los años. Me di cuenta de que el amor arrebatado, apasionado, propio de la juventud, puede pasar con el tiempo y con los cambios físicos que vienen con la edad, pero que ese “arrebatamiento” puede, si lo buscamos, dar lugar a un tipo de amor tranquilo, sereno, pero igual de significativo y bello. El poder disfrutar ver una película tomados de la mano, caminar abrazados, disfrutar la mutua compañía con la paz propia de las montañas, inmutables, eternas, puede llenar de gozo el corazón de ambos. Infinidad de veces le he dicho a mi esposa que uno de mis objetivos principales es poder brindarle paz y tranquilidad y, en lo posible, he tratado de consagrarme a eso.
“Con defectos y manías te amaré”.
Creo que puede suceder muchas veces que, durante el noviazgo, los defectos de la mujer amada se ven hasta como algo encantador y sin importancia, pero que, al pasar los años juntos, esos defectos y manías se pueden llegar a ver como algo negativo y convertirse en motivo de conflictos en la pareja. No se vale. Si así la conoció y la aceptó, así sígala queriendo, aunque ustedes, mujeres, tampoco abusen, ¿ok? Si los dos ponen de su parte, la unión será hermosa con todo y los defectos de ambos e incluso les ayudará a pulirse y convertirse en una mejor versión de sí mismos. Creo que aquí aplicaría el consejo que escuché de un sabio líder: “Antes del matrimonio, hay que tener los ojos bien abiertos, y después del matrimonio, hay que tenerlos medio cerrados”. Ante los defectos de mi esposa, a veces he tenido que entrecerrar los ojos, pero estoy seguro de que, ante los míos, ella ha tenido que cerrar con fuerza los suyos. Pero es cuestión de voluntad de ambos para que eso no nos separe.
“Porque así lo he decidido te amaré”.
Creo que esta es la parte más importante de la fórmula. Amar es una decisión personal. Ante un consejero matrimonial, un hombre le decía que ya no amaba a su esposa. El consejero le dijo “pues ámela”. Y le hizo entender que la decisión era suya. El éxito en el matrimonio consiste en enamorarse varias veces, siempre de la misma persona. Si siente que el amor se está escapando, dele un abrazo todos los días. Haga cosas por ella. Busque maneras de hacerla sentir bien, en resumen, decida amarla.
Bueno, pues ahí está la verdadera fórmula. Espero no haber soltado otra bomba. Si así fue, me disculpo, y ahí se arreglan como quieran - o los hombres, como puedan -.
A mi esposa, le agradezco su paciencia, y aunque el tiempo haya cambiado algunas cosas en mi persona, la llama de mi amor por ella sigue encendida, así que termino este mensaje diciéndole lo que tantas veces le he dicho cantando: “Aunque queden pocos restos en señal de lo que fue, seguirás cerca, y muy dentro, te amaré”.