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La Narrativa de la Paz: Entre Resultados y Realidad
En su más reciente conferencia matutina, ahora llamada "Las mañaneras del pueblo", la presidenta Claudia Sheinbaum presentó los avances de la Estrategia Nacional de Seguridad y Construcción de la Paz. Los números son claros: 6,700 detenidos por delitos de alto impacto, 61 toneladas de droga aseguradas, 69 laboratorios destruidos y una reducción del 18% en homicidios dolosos desde 2018. El mensaje que se busca construir es claro: la estrategia está funcionando.
Sin embargo, la seguridad no solo se mide en cifras, sino en percepciones. La verdadera batalla del gobierno no es solo operativa, sino narrativa. Lograr que los números se traduzcan en tranquilidad palpable para la ciudadanía sigue siendo la prueba más compleja. Porque, al final, la seguridad se siente o no se siente.
El discurso oficial es claro: no hay pactos con delincuentes, se atienden las causas estructurales de la violencia y se combate la impunidad. Acciones como las ferias de paz con más de 86,000 atenciones, visitas casa por casa y la formación de comités comunitarios reflejan un esfuerzo por involucrar a la sociedad en la solución. Programas como "Sí al Desarme, Sí a la Paz", en colaboración con la Iglesia Católica, reflejan el esfuerzo por posicionar la paz como una tarea colectiva.
No obstante, la percepción ciudadana camina más lento que los resultados. Mientras los informes oficiales hablan de avances, la percepción de esa realidad en las calles sigue siendo un desafío diario. La tranquilidad no se mide en toneladas de droga asegurada, sino en parques recuperados, calles transitables y familias que vuelven a dormir sin miedo.
El rediseño de las mañaneras, con un enfoque "más cercano al pueblo", es un paso acertado. Sin embargo, este formato debe ir más allá del discurso y convertirse en acciones visibles para las comunidades. Comunicar la paz no solo implica hablar de resultados; implica mostrar que esos resultados se traducen en cambios concretos en la vida diaria.
Aquí es donde la estrategia tiene margen para crecer. No basta con hablar de aseguramientos y detenciones; hace falta contar historias humanas. Las historias de jóvenes que recuperan un espacio público, de madres que caminan tranquilas por sus colonias, de comunidades que reconstruyen su tejido social.
La Estrategia Nacional de Seguridad y Construcción de la Paz tiene un valor simbólico importante: reconoce que la violencia no se resuelve solo con armas, sino con justicia social y participación ciudadana. Pero toda estrategia necesita tiempo, consistencia y comunicación efectiva.
El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de construir una narrativa que trascienda administraciones y conecte los operativos con la percepción ciudadana. Porque, al final, la paz no es un informe mensual; es la posibilidad de vivir sin miedo y con esperanza en el futuro.
Como dijo Franklin D. Roosevelt: "La prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de quienes tienen mucho, sino si proporcionamos lo suficiente para quienes tienen poco". La paz y la seguridad son mucho más que datos: son el cimiento sobre el cual las personas construyen sus vidas y sus comunidades.
La verdadera prueba de cualquier estrategia de seguridad no está en los números, sino en la tranquilidad que genera. Y ahí es donde el gobierno debe enfocar su narrativa: en resultados tangibles y confianza ciudadana. Porque cuando la paz se siente, la gente lo sabe.
El autor es consultor en Comunicación Política