Columnas - Elías Camhaji

La decisión más difícil de Marcelo Ebrard

  • Por: ELÍAS CAMHAJI
  • 15 NOVIEMBRE 2023
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La decisión más difícil de Marcelo Ebrard

El excanciller finalmente decide quedarse en Morena y despedirse de sus aspiraciones presidenciales en 2024

La novela sobre el futuro político Marcelo Ebrard ha llegado a sus capítulos finales. Después de meses de rumores y desmentidos, el excanciller ha decidido este lunes que se quedará en Morena. "Ni voy a cambiar mis convicciones ni voy a cambiar de partido ni voy a dejar de luchar por lo que creo", anunció el político de 64 años, tras llegar a un 

acuerdo in extremis con Claudia Sheinbaum, la carta fuerte del oficialismo para buscar la presidencia. Lo hizo convencido de que dejar el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, era un suicidio político, satisfecho con una admisión (parcial) de culpa de la dirigencia partidista sobre la existencia de irregularidades en la contienda interna y con la esperanza de retomar sus ambiciones hasta 2030. Lo hizo también un día después de que Movimiento Ciudadano, la formación que le tendió un salvavidas en horas críticas, cerrara el plazo para inscribirse como precandidato presidencial bajo sus siglas. El exsecretario no solo dijo que no a MC, sino a la posibilidad de competir por la presidencia en las elecciones de 2024. El anuncio, mil veces postergado, acabó por dinamitar cualquier posibilidad de que Ebrard apareciera en la boleta en los próximos comicios.

Ebrard se plantó en el centro del escenario del Hotel Sevilla Palace de Ciudad de México, arropado por sus colaboradores más fieles. En la mano derecha tenía el micrófono y en la izquierda, un folder amarillo con la resolución de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia a sus quejas, el documento que esperó durante semanas y por el que justificó la tardanza para dar a conocer su decisión. Como en otras ocasiones, en los tramos de mayor nerviosismo, el excanciller tomó con ambas manos el micrófono y anunció que había llegado a un "entendimiento" con Sheinbaum, su principal rival en la contienda interna y quien finalmente se quedó con la candidatura presidencial. "Siempre voy a estar buscando la presidencia de la República", admitió.

El excanciller aguantó todo lo que pudo antes de reconocer la derrota. Hasta el último momento, quiso maquillar el golpe. "Reconoce Morena que hubo prácticas indebidas en el proceso y que serán sancionadas, también se establece que habrá cambios para que no se repitan. Se respeta a la segunda fuerza que encabezamos en la 4T", sostuvo en una publicación posterior de redes sociales. "Claro que a mí me hubiera gustado otra cosa desde el 6 de septiembre, ¿verdad?", dijo minutos antes.

El exsecretario de Relaciones Exteriores hacía referencia a la noche fatídica en la que Morena anunció los resultados de la carrera presidencial y en la que Sheinbaum fue ungida como la candidata. "No nos vamos a someter a esa señora", dijo Ebrard en una reunión a puerta cerrada con su equipo. Momentos antes, ofreció un mensaje que duró apenas 16 minutos, pero dio visos de una rebelión en el bloque gobernante y de lo que parecía una salida inminente del partido. El excanciller, segundo en las encuestas, no fue a tomarse la foto ni a recoger un premio de consolación, según el plan diseñado por el presidente para evitar las rupturas. Marcelo โ€”el canciller diligente, el aspirante que estiró la liga todo lo que pudo, el hombre con altura de miras que ya se había bajado para que López Obrador fuera el candidato en 2012โ€” no iba a cuadrarse esta vez. Dos meses y una semana después, la historia era completamente distinta. Ebrard reconocía que Sheinbaum era ahora quien llevaba las riendas.

Ebrard se quejó de piso disparejo, guerra sucia, acarreo, encuestas amañadas, uso de recursos públicos en la campaña de Sheinbaum y movilización de funcionarios del Gobierno federal en la campaña de su rival. Todo acabó con una disculpa partidista, sin precisar lo que se hizo mal y una promesa de hacerlo mejor la próxima vez. "¿Te ofreció un cargo?", le preguntaron los periodistas. "No, no me ha ofrecido ningún cargo", contestó este lunes.

โ€” ¿Tiene ella el bastón de mando?

โ€” Pues para mí, sí. Por eso hablé con ella.

Al final de la primera quincena de septiembre se informó a una parte de sus colaboradores de que el futuro era incierto y que no sabían cuáles eran los siguientes pasos. Muchos batallaron para encontrar acomodo y aseguraron que seguir a Ebrard se castigó duro dentro de Morena. Algunos pensaban que, después del calentón, el excanciller debía recuperar la cabeza fría que lo ha caracterizado en su carrera política y vender cara la derrota a Sheinbaum. Le pedían ser una figura por la que pasara la gobernabilidad de la próxima Administración y un contrapeso interno al poder de Sheinbaum.

Durante la cobertura periodística de la campaña, sin embargo, no daba la impresión de que fuera una candidatura guiada por los asesores. Había varios círculos de discusión, pero no parecía que existiera una figura que le hablara al oído o guiara sus pasos. Había gente que se encargaba de la logística, de los medios y de las redes sociales, pero él era el único timonel. Después de que Morena se decantara por Sheinbaum, el propio presidente le abrió la puerta para que regresara al Gabinete y la nueva candidata le ofreció una tregua públicamente. Ebrard, conocido por sus allegados como un estratega que analiza cada uno de los escenarios, calló.

A pesar de todos los imponderables, sigue siendo difícil imaginar al exsecretario en un cargo legislativo o pensando que lo mejor era posponer otros seis años un nuevo intento por la presidencia. Tampoco parece que haya vendido cara la derrota, como se lo pedían. La principal crítica a la decisión de Ebrard es también la principal incógnita: ¿Por qué esperar tanto? La versión oficial es que no podía adelantarse a la resolución que diera al partido sobre sus reclamos. Con todo, el silencio le costó quedar fuera de la negociación por las candidaturas en los nueve Estados en disputa, empezar a buscar acomodo para su gente con la convocatoria al Congreso publicada hace casi dos semanas, perder el impulso mediático que construyó durante la campaña y sentarse en la mesa sin el as bajo la manga de irse a Movimiento Ciudadano, a bote pronto uno de los mayores perdedores con el anuncio del excanciller.

También es difícil entender la decisión sin incorporar la figura de López Obrador a la ecuación. El titular del Ejecutivo ya había dicho la semana pasada que el excanciller, su aliado político desde hace 24 años, era "libre" de tomar una decisión sobre su permanencia o salida del partido, aunque también lanzó un duro mensaje sobre el costo político que entrañaba distanciarse de Morena. "Quien no tiene ideales, quien no piensa en el pueblo es un politiquero, un arribista, un grillo, no puede llamarse político", declaró el mandatario.

"No es un traidor quien dice que hubo una práctica violatoria de los estatutos. El oportunismo anida en el silencio, no en la convicción", respondió Ebrard. "Agradezco profundamente a quienes, en su caso, en otras formaciones políticas como Movimiento Ciudadano, se expresaron bien de mí, lo respeto, les deseo que les vaya bien, pero yo milito en esta Cuarta Transformación y lo empecé a hacer un día en el año 2000", dijo en su última rueda de prensa.

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