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Andrés, Clara y Juanito
Aquella elección federal de 2009 era la intermedia de FELIPE CALDERÓN. Por entonces, ANDRÉS estaba en la banca, pero no se quedaba quieto. Seguía recorriendo el país para denunciar el fraude de 2006 y sumando amarres al partido que alguna vez dirigió, el PRD.
No había nacido MORENA. Gobernaba la Ciudad de México MARCELO EBRARD, quien había fungido como secretario de Seguridad y luego de Desarrollo Social durante el gobierno previo del mismo LÓPEZ OBRADOR.
Existía un acuerdo entre ambos con miras hacia el 2012. Sería candidato presidencial de las izquierdas (PRD, PT y Convergencia) quien tuviera mejores números en las encuestas.
Rivalidad entre amigos previamente acordada. El arrastre popular de ANDRÉS, versus la fuerza institucional de MARCELO, entonces Jefe de Gobierno y líder político de la entidad con más votos y mejor presupuesto.
Así llegaron esos comicios medieros del 2009 donde AMLO y MARCELO empezaron a medir sus fuerzas al momento de encarar la selección interna de candidatos a delegaciones y curules de la capital.
Con un LÓPEZ OBRADOR muy apremiado, porque la popularidad en ascenso de EBRARD y (sobre todo) su innegable "punch" presupuestal, parecían rebasar al tabasqueño en capacidad de maniobra.
Tanto, que la figura y hasta la voz de AMLO a menudo encontraban más espacio en la propaganda de sus pequeños aliados (PT y Convergencia) que en el propio PRD.
Desde la banca, ANDRÉS daba la pelea ante un EBRARD que parecía omnipresente. La capital era suya y por momentos parecía rivalizar en imagen con el propio FELIPE CALDERÓN.
LITIGIO TERRITORIAL
Ocurrirá entonces la ruidosa disputa por el control de Iztapalapa, la delegación (hoy alcaldía) más grande de la Ciudad de México. Su población actual (2023), eminentemente popular, se calcula en un millón 900 mil habitantes.
Lucha feroz al interior del PRD, dos mujeres se disputaban la candidatura delegacional: por el obradorismo, la economista CLARA BRUGADA MOLINA; por los ebrardianos, la profesora SILVIA OLIVA FRAGOSO.
Candente proceso interno mediante votación abierta que inicialmente declaró vencedora a CLARA BRUGADA. Pero la historia apenas empezaba.
La profesora SILVIA OLIVA se inconformó, impugnó los resultados y logró anular la candidatura de BRUGADA, en un altisonante revés propinado desde el Tribunal Electoral, faltando 23 días para la elección.
En respuesta, ANDRÉS MANUEL tomaría distancia del PRD para impulsar una candidatura paralela por el Partido del Trabajo. Y como ya no podía registrar a CLARA, improvisó la nominación de un personaje chusco, vendedor callejero, activista de barrio, de nombre RAFAEL PONFILIO ACOSTA ÁNGELES, alias "JUANITO".
Recorrería AMLO todo Iztapalapa llamando a la gente a no votar por el PRD, a cuya abanderada SILVIA OLIVA calificó de espuria. Invitaba, en cambio, a sufragar por el candidato del PT, el inverosímil JUANITO.
Ello bajo el acuerdo explícito de asumir el cargo para renunciar enseguida y dejar en su lugar a CLARA BRUGADA. Salida heterodoxa, rayando en el absurdo, que al final resultó en un ambiente de comedia que atrajo la mirada entera de la República.
En efecto, llegó la elección y JUANITO venció a SILVIA. El PT se alzó con la victoria y todo mundo vio a LÓPEZ OBRADOR junto a CLARA BRUGADA celebrando el éxito de tan difícil y extravagante maniobra.
MARIONETA REBELDE
Pero no contaban con JUANITO. Ya con el triunfo en el bolsillo y en los meses previos a su toma de protesta, emisarios del presidente CALDERÓN y priistas cercanos a ROBERTO MADRAZO empezaron a buscarlo y susurrar ideas peligrosas a los oídos del héroe.
-"Tú ganaste", le decían, "¿por qué tienes que dejarle a ella el cargo si el triunfador fuiste tú?"... Hombre ignorante y huérfano de lealtades, de un día para otro RAFAEL PONFILIO empezó a compartir con los reporteros su tentación de quedarse un tiempo como jefe delegacional, "a cobrar por lo menos una quincena", o un poco más "para ver que se siente."
Se prendieron de golpe los focos rojos en los cuarteles del obradorismo y del propio PT. El muñeco guiñol daba muestras de vida y voluntad propia. Deseoso de quedarse con el cargo y traicionar su compromiso de entregar el cargo a BRUGADA.
La historia es, por supuesto, más larga, un laberinto. Baste decir que JUANITO jugó con sus promotores buena parte del otoño, ofreciendo un espectáculo inusual donde todos los actores de la disputa quedaban mal parados, excepto él.
Durante meses, AMLO, CLARA y el PT vivieron bajo un intenso asedio mediático, entre el morbo y la sorna, en una jugada que parecía sucumbir ante la insospechada traición de su personero.
En la trinchera contraria, el grupo de MARCELO, SILVIA y el PRD nada podría reclamar, pues había sido derrotado legalmente en las urnas por un fantasma.
La respuesta vino finalmente de EBRARD. Mandó llamar a JUANITO y le mostró un grueso legajo con las pruebas de sus chapuzas. Resultó que para registrar su candidatura había utilizado documentos falsos, entre otros, un acta de nacimiento apócrifa.
Y además, le informó que la pena por falsificar títulos oficiales sería de tres a seis años de prisión y hasta mil días de multa, de acuerdo al artículo 339 del Código Penal capitalino.
Hasta ahí llegó su rebeldía. El 10 de diciembre de 2009 renunció al cargo, dejando gobernar en paz a BRUGADA como jefa delegacional por el Partido del Trabajo.
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