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Kamala, Trump y México
Hoy, Estados Unidos enfrenta una de las elecciones más reñidas de su historia, en la que podría elegirse a la primera presidenta del país o regresar a un expresidente al poder. Esta elección no solo tiene el potencial de alterar profundamente la dinámica interna de Estados Unidos, sino también de impactar sus relaciones exteriores, especialmente con México. Pero, ¿cómo funciona realmente el sistema electoral de nuestro vecino del norte?
En lugar de un voto directo, los ciudadanos estadounidenses participan en una elección indirecta a través del Colegio Electoral. Cada estado asigna un cierto número de electores (un total de 538), y es necesario obtener al menos 270 votos electorales para ganar la presidencia.
Además de la presidencia, en esta elección se renuevan otros cargos clave que incluye la elección de los miembros de la Cámara de Representantes (435 asientos que se renuevan cada dos años) y un tercio del Senado (34 de los 100 escaños), además de elecciones para gobiernos estatales y locales, como gobernadores y legislaturas estatales.
Los candidatos presidenciales, Kamala Harris (Demócrata) y Donald Trump (Republicano), ofrecen visiones diametralmente opuestas. Harris promueve una agenda progresista enfocada en inclusión social y justicia climática, mientras que Trump propone un enfoque conservador con fuerte énfasis en políticas nacionalistas y económicas restrictivas. El ganador influirá significativamente en temas de comercio, migración y políticas exteriores, que son fundamentales para México.
Estados como Pensilvania, Wisconsin y Michigan, conocidos como estados péndulo, son decisivos en el resultado electoral de Estados Unidos. Debido a su historial de votar tanto por demócratas como por republicanos, estos estados no son predecibles y pueden inclinar la balanza hacia cualquiera de los partidos. Su voto es fundamental, no solo para la elección presidencial, sino también para determinar el control del Congreso.
Los resultados tendrán consecuencias directas en la política migratoria y las negociaciones comerciales entre México y Estados Unidos. Un triunfo de Trump podría endurecer las políticas migratorias y tensar las negociaciones comerciales bajo el T-MEC. En contraste, una presidencia de Harris podría facilitar una colaboración más estrecha en asuntos de cambio climático y derechos humanos.
En el tablero mundial, cada movimiento electoral no solo redefine las políticas internas, sino que también reajusta las alianzas y los equilibrios de poder. Como dijo Nelson Mandela, "Deberíamos estar luchando por valores e ideales que han demostrado ser duraderos a través de los años, como la igualdad, la justicia y la oportunidad para todos". Este pensamiento resuena hoy más que nunca, recordándonos que el resultado de estas elecciones no solo modelará el futuro de Estados Unidos, sino también su interacción con el mundo, incluido México.
El autor es consultor en Comunicación Política.