¿Extrañar es motivo suficiente para regresar?

Hace unos días platicando con una amiga que recién terminó una relación muy significativa para ella (pero muy tóxica), me decía que se sentía muy “nostálgica”, aunque yo lo que veía era ansiedad y no necesariamente melancolía. Anteriormente habíamos conversado y ella se daba cuenta de lo nociva que había sido su relación con él. Abusos, mentiras, infidelidades y atropellos eran los distintivos de su relación. Ya habían pasado unos meses y naturalmente, ella seguía en su proceso de duelo. Esa noche, me aseguraba que ya no podía más, que reconocía que también su relación había tenido «buenos momentos» y que, a pesar de todo lo extrañaba horrores. Todo parecía como si me estuviera pidiendo “permiso” para llamarle, cuando en realidad, lo que ella estaba buscando era su propio auto-permiso.
La pregunta que ella me hacía fue: “Gerardo, lo extraño mucho, ¿crees que es una señal suficiente para regresar?”
Le respondí lo siguiente: “Todo lo que se amó PUEDE ser extrañado, pero no todo lo que se extraña se ama.” (Anótele)
Vayamos por partes. Extrañar o echar de menos es una experiencia natural cuando alguien se aleja de tu vida. Incluso cuando muere, pero no porque lo extrañas profundamente significa que vas a ir a desenterrar el muerto (lo digo con respeto). Por otro lado, muchas personas extrañan particularmente aquella relación que fue intensa, pero no se dan cuenta que intensa no es sinónimo de buena.
En la mayoría de los casos, las personas añoran la idea que tenían de lo que pudo haber sido. Además, creen equivocadamente, que algo quedó “inconcluso” y que necesitan completarlo. La realidad es que en ocasiones lo que extrañan es la compañía, es decir, alguien que los acompañe en los eventos sociales, con quien pelear o alguien que los mantengan económicamente. Como les cuesta trabajo aceptar las verdaderas razones, caen en la trampa de anestesiar la memoria y selectivamente eligen recordar sólo lo bueno e ignoran las verdaderas razones por las cuales ya no están ahí.
La manera torcida de extrañar es cuando al final te quedas con ansiedad. La forma natural y saludable de extrañar es cuando al final y, a pesar de la ausencia, encuentras paz. Es como cuando extrañas un buen trabajo que tuviste, ya sea porque el ambiente era muy agradable o porque aprendiste mucho de tu jefe, incluso aunque haya sido medio tirano. No obstante, esa etapa aportó a tu experiencia laboral y es muy probable que te haya ayudado para llegar al lugar que estás ahora y no porque lo echas de menos, significa que quieres regresar a ese período.
Cabe subrayar que muchas personas extrañan con mayor facilidad cuando se sienten solos, por ejemplo, el domingo por la tarde o el viernes por la noche que todo mundo tiene plan. Cuando obedecen a esta sensación, lo que sigue es tomar el teléfono y provocar el encuentro. Adivina qué es lo que sucede. Al final de la noche se dan cuenta que siguen siendo los mismos, pero con muchas ganas (o calentura, mejor dicho.)
Si quieres decidir si regresar o no, no te bases en el sentimiento de “te extraño”, simplemente regresa si la relación funcionaba, si te edificaba y nutría. Además, es importante saber si la otra persona está en la misma frecuencia que tú, es decir, si hay reciprocidad, porque sí sólo tú eres quien sigue amando, te aviso: “¡El amor de una sola persona no es suficiente para mantener la relación de dos!”
Mi recomendación es la siguiente: Antes de regresar, asegúrate que ambos estén con la disposición de hablar francamente. Identifica para qué quieres regresar, ¿es para reparar o para castigar? Porque muchas veces lo que se busca es venganza a través de una linda máscara. Recuerda que el que no repara, repite y, por último, te dejo la siguiente frase:
“¡El que el zapato sea bonito, no significa que es de tu talla!” ¡Zas, Anótele! Nos leemos pronto. Sígueme en Facebook: Gerardo Moreno (Coach de Vida)
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