El show debe continuar
La presidencia de Donald Trump está marcando una agenda internacional tan controversial como su personalidad. En su primera semana como mandatario, ha dejado claras sus prioridades: deportaciones masivas, endurecimiento de la política migratoria y tensiones comerciales. México, como siempre, está en el centro de estas decisiones. Con 4,094 personas deportadas en tan solo siete días y cuatro vuelos repletos de repatriados aterrizando en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, Trump no ha perdido tiempo en reafirmar su mensaje de "mano dura".
Lo interesante, como señaló la presidenta Claudia Sheinbaum, es que "esto no es nuevo". Es cierto, México tiene una larga historia de deportaciones y tensiones migratorias con Estados Unidos. Sin embargo, Trump ha convertido una práctica habitual en un espectáculo político. Su narrativa, amplificada por la vocera de la Casa Blanca, Caroline Leavitt, refuerza una idea clave: la percepción es su mejor herramienta de poder.
Trump sabe manejar los símbolos. Cuatro aviones, un comunicado y un tuit incendiario son suficientes para crear la imagen de un gobierno que "retoma el control" de sus fronteras. No importa si el volumen de deportados no ha aumentado significativamente; el impacto visual y mediático genera la percepción de un liderazgo fuerte, exactamente lo que su base espera.
La respuesta de Claudia Sheinbaum ha sido diplomática y racional, destacando la existencia de mecanismos históricos de coordinación y asegurando que los derechos de los deportados están siendo monitoreados. Pero en un entorno donde la percepción importa tanto como los hechos, este enfoque puede parecer limitado. México necesita ir más allá de las respuestas técnicas. Necesita construir una narrativa que demuestre fortaleza y estrategia frente al "espectáculo Trump".
El conflicto entre Trump y Gustavo Petro es una lección de lo que puede suceder cuando un país confronta a Trump sin una estrategia sólida. Petro intentó rechazar aviones militares con deportados, pero terminó cediendo en menos de 24 horas tras amenazas de aranceles y sanciones. México no puede permitirse este tipo de tropiezos. Trump ha dejado claro que usará el comercio como herramienta de presión, y cualquier movimiento debe ser calculado para evitar impactos económicos.
En este juego de percepciones, México debe proyectar tres cosas: dignidad, control y visión de futuro. Dignidad, para mostrar que no cederá ante las narrativas de Trump. Control, para evidenciar una estrategia coordinada que protege tanto a los deportados como a los intereses nacionales. Y visión de futuro, para demostrar que, incluso en contextos difíciles, México puede construir alianzas y alternativas para fortalecerse globalmente.
Como dijo Theodore Roosevelt: "Habla suavemente y lleva un gran garrote; llegarás lejos." Este es el momento para que México refuerce su posición, no con confrontación directa, sino con estrategia y claridad. La relación con Estados Unidos es compleja, pero también es una oportunidad para demostrar que, ante el ruido de las deportaciones y discursos incendiarios, es posible construir una narrativa que inspire confianza dentro y fuera de nuestras fronteras.
El autor es consultor político.