Columnas - Salvador Camarena

El innecesario enredo del Frente

  • Por: SALVADOR CAMARENA
  • 13 AGOSTO 2023
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El innecesario enredo del Frente

Son tiempos que demandan grandeza de todas las fuerzas políticas. El mayor aporte del PRD es incidir en una agenda que aleje al Frente de las posiciones de derecha y ultraderecha que presionan a los aspirantes para que renuncien a temáticas progresistas

El Frente Amplio por México se metió en un berenjenal por la ambición del PRD que, en su intento por colar dos finalistas a la competencia por la candidatura presidencial, creó una crisis de la que los perredistas ya no saben cómo salir sin comprometer más el futuro de la oposición.

En el Comité Ciudadano que junto con PRI, PAN y PRD organiza la interna opositora comenzaron a detectar irregularidades en las firmas de algunos aspirantes. Más grave que algunos picos en el número de registros fue ver que muchas credenciales no empataban con las respectivas selfies.

Por fallas como esas o parecidas se frustraron las aspiraciones del perredista Miguel Ángel Mancera y del panista Francisco García Cabeza de Vaca. Y aunque por eso mismo Silvano Aureoles estaba en la rayita, en el Comité se asumía que el michoacano pasaría el corte y sería el quinto finalista.

Pero la representante del PRD en el Comité Claudia Castello Rebollar pidió a los ciudadanos que coorganizan la primaria de la alianza opositora que se revisara el caso de Mancera. Con esa petición obligó a correr de nuevo el cotejo de las firmas perredistas y el resultado fue que se cayó Aureoles.

El que no pasara ningún perredista a la fase final provocó que la dirigencia de ese partido pausara su actividad en el Frente. Es una tormenta en un vaso de agua que enredó todo por las ambiciones de políticos que perdieron su lustre, como Mancera, y por la falta de oficio político del comité organizador.

Si hubieran pasado Aureoles y Mancera, como quería el PRD, o si solo hubiera llegado al foro del jueves el exgobernador michoacano, poco habría importado: sería su única participación, pues a partir de la semana entrante solo habrá tres finalistas, y los perredistas no puntean en encuestas como para pensar que seguirían avanzando.

Hoy el proceso del Frente tiene una abolladura porque los perredistas Mancera y Aureoles, junto con el líder nacional del Sol Azteca, se pasaron días en los medios hablando de sospechosismo y de falta de claridad de quienes gobiernan el proceso selectivo de la oposición.

A saber si con esas maniobras lo único que pretenden, al menos los frustrados exmandatarios estatales, es encarecer la reconciliación para que les paguen con alguna candidatura en el reparto de las plurinominales que hará la oposición al armar sus listas del Congreso de la Unión.

Todo el tiempo que Jesús Zambrano consienta el sainete de sus correligionarios será en detrimento de una alianza que, para empezar, no pudo dar el lucimiento debido a su foro del jueves, porque sobre ese encuentro de los cuatro finalistas sobrevoló la ausencia y el berrinche de los perredistas.

El debate que no fue debate llevado a cabo la tarde noche de ese día en un hotel capitalino no tuvo claro ganador, pero sí dejó constancia de que las fichas priistas tienen hoy mejor coraza y herramientas que las aspiraciones panistas encarnadas en Xóchitl Gálvez y Santiago Creel.

Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid tuvieron mensajes más claros y contundencia más sólida al emitirlos. Los priistas esperaban esta cita para demostrar que eran competitivos ante la irrupción de Xóchitl Gálvez, aspirante chisporroteante en términos mediáticos pero, al menos por esa noche, menos contundente en cuanto a sustancia.

Ahora Paredes y De la Madrid aguardan los resultados de la encuesta que ha de eliminar a uno de los cuatro que estuvieron en el foro de hora y media. Si fuera por su desempeño ese día, con su acartonamiento y pasado a cuestas, Creel quedaría marginado, pero a saber qué digan los encuestados.

Los tres que resulten finalistas irán a Durango y Monterrey la semana entrante, y a León, Guadalajara y Mérida la siguiente, a seguirse placeando en foros a fin de mostrar cuál de ellas y ellos posee el mejor empaque para la candidatura presidencial de la oposición.

El PRD tiene unas cuantas horas antes de que nadie le eche de menos en la ronda final de esa selección. En principio le toca organizar directamente el foro en Guadalajara, pero más allá de esos formalismos es, como se decía aquí la semana pasada, en la agenda temática en donde tiene que incidir.

Hoy es el PRIAN el que está conduciendo el proceso cuya siguiente fase, una vez desvelados los tres finalistas, arranca el jueves 17 de agosto, fecha del foro en Durango. Regalarle a Morena la crítica de que el PRIAN está de vuelta es un error estratégico que el PRD no está calibrando.

E independientemente de lo que haga el PRD, hay que apuntar otra victoria a Alejandro Alito Moreno. Como que no quiere la cosa, y a pesar del desprestigio que el líder nacional priista carga luego de los audios que le dedicó su paisana Layda Sansores, el campechano sigue ganando terreno.

Con los finalistas que logró acomodar –Paredes y De la Madrid tuvieron firmas del PRI además de las que cosecharon personalmente–, Alito le sigue dando dos vueltas al líder panista Marko Cortés: el acuerdo de que el PAN pondría candidatos a la presidencia y Ciudad de México ya no existe, y en una de esas ambas candidaturas son encabezadas por priistas.

Lo anterior subraya la dualidad de este proceso. Por un lado la inédita mecánica, gobernada tanto por ciudadanos como por partidos, ha dado buenos resultados: ha suscitado interés mediático y ha servido de plataforma para que Gálvez, Paredes, De la Madrid y Creel confirmaran su posicionamiento en las encuestas. Le ha arrebatado, incluso, visibilidad a la interna de Morena.

Pero por el otro lado persiste la incógnita de cuánto del proceso depende aún del contentillo de los líderes partidistas, cuánto de los votos que se den a partir de los apoyos recolectados por las y los aspirantes serán tripulados por los presidentes de PRI y PAN para favorecer o perjudicar a algún aspirante.

En ese sentido, hay que reprochar al PRD que no cuidara lo que hicieron Mancera y Aureoles. Por obvia aritmética el monto de firmas filoperredistas que sí podrán votar en la interna será mucho menor que las bolsas reunidas por panistas y priistas.

Esa era la máxima responsabilidad del PRD: no dejar en manos del PRIAN el proceso. Y no perder fuelle justo ahora, pues quedarse sin candidatos porque sus firmas eran inaceptables es una mancha para el partido de la izquierda histórica; era su momento para demostrar vigor en vez de condición de marginalidad: ni 300 mil firmas sin problemas pudieron reunir.

Y habiéndose levantado de la mesa, y al seguir fuera de la misma a pesar de que los miembros ciudadanos del comité ya explicaron urbi et orbi por qué fueron marginados sus militantes, es una falta de responsabilidad. ¿Qué esperan para restituir algo de la confianza que quitaron al proceso opositor?

Reincorporarse a la mesa tras un obvio regateo de compensaciones para sus militantes, o el hecho mismo de negociar un premio para quienes fueron incapaces de lograr lo que otros cuatro políticos sí pudieron holgadamente, sería confirmar que no les importó dañar al Frente con su berrinche.

Son tiempos que demandan grandeza de todas las fuerzas políticas. El mayor aporte, hay que insistir, del PRD a este proceso es incidir en una agenda que aleje al Frente de las posiciones de derecha e incluso de ultraderecha que presionan a los aspirantes para que renuncien a temáticas progresistas.

Jesús Zambrano dice en un video publicado la mañana del sábado 12 que su partido reitera el compromiso con el Frente, pero insiste en que siguen esperando algunas explicaciones de por qué no están sus militantes en la fase final.

Todo el tiempo que el PRD pierda en satisfacer vanidades de sus integrantes es en detrimento de la agenda de la izquierda y de la competitividad del Frente opositor. Y es abonar a una crisis que es producto de haber pedido que revisaran las firmas de sus militantes, es decir, de un autogol por la ambición de pretender sumar dos finalistas cuando no merecían ni uno.

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