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´El Grito del Pueblo´
El 15 de septiembre de 2024 marcó el último Grito de Independencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de México, un evento cargado de simbolismo. Las arengas patrióticas resonaron en la Plaza de la Constitución, donde miles de personas gritaron el tradicional "¡Viva México!" en un evento que no solo conmemora la independencia, sino que también sirve como termómetro para medir la conexión de un líder con su pueblo. AMLO, en su estilo característico, incluyó en sus arengas mensajes que exaltaron la soberanía y el bienestar social, siendo ovacionado por sus seguidores en la plaza. Su discurso, dejó claro que su legado no es simplemente una serie de políticas, sino un movimiento social que perdurará más allá de su mandato.
En Tamaulipas, el pueblo también se unió para conmemorar el 214 aniversario del Grito de Independencia, en un evento encabezado por el gobernador Américo Villarreal Anaya, donde miles de tamaulipecos participaron en un ambiente de celebración y unidad. A pesar del buen ánimo, al cierre del evento se dio un reclamo por parte de una parte de los asistentes en contra del alcalde de la capital, por el estado de las calles del municipio. Este reclamo fue retomado por la artista invitada, Susana Zavaleta, provocando una hola de gritos entre el público que trascendió a las redes sociales al ser replicado por medios nacionales.
Mientras a unos les gritan "no te vayas", a otros les exigen que cumplan con su deber. No se trata de un simple tema de popularidad, sino de la profunda conexión afectiva que se construye con las bases. Mientras AMLO es despedido con clamores de apoyo, el eco de otros líderes locales es el reclamo de un pueblo que demanda resultados, no solo promesas.
El contraste entre los vítores hacia los héroes de la independencia y los reclamos por la falta de acción local nos recuerda que, aunque los eventos oficiales destaquen logros y simbolismo, la realidad cotidiana no puede ser ignorada. Los gobernantes tienen obligaciones claras establecidas en el artículo 115 de la Constitución, que les exige garantizar los servicios básicos para la ciudadanía.
Immanuel Kant, al definir la ilustración, hablaba de la capacidad del ser humano para atreverse a pensar por sí mismo. En política, el "ser no ilustrado" es aquel gobernante que, por soberbia o desinterés, no escucha las voces de la gente. El evento reciente en la capital de Tamaulipas, nos recuerda que un líder que no escucha a su pueblo está destinado a perder su conexión con ellos, y con ella, su legitimidad.
Gobernar no es solo cuestión de encabezar eventos protocolarios, sino de atender a las necesidades reales de la gente. Como bien lo expresó Lázaro Cárdenas: "Gobernar es servir a los demás, no servirse a sí mismo." El tiempo en el poder pasa, pero lo que se hace con él es lo que realmente queda. Los discursos se olvidan, pero los resultados perduran en la historia.
* Consultor en Comunicación Política (Compol). Experiencia en Campañas Políticas en México y Extranjero. Enfoque en Comunicación, Medios y Marketing Digital.
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