Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA
El gran escape ...
Todos están cortados con las mismas tijeras, la terapia es nula, la atención al enfermo, no existe, clínicas y anexos, son un lucro, sin resultados
Nadie quiere ver la cruda realidad, las personas están muriendo, el índice de suicidios en jóvenes entre 13 años y 25 nos coloca en la norma nacional en los primeros lugares en toda la República. Los consumos de cerveza, marihuana, cristal, fentanillo, fármacos, heroína, morfina, nicotina e inhalantes son impresionantes; un joven que cae en las garras de La Saliva del Diablo difícilmente sale adelante, no existe la rehabilitación, no estamos preparados, ni en prevención, ni en desintoxicación, ni en readaptación social. En cada hecho delictivo hay un tipo de uso y consumo de droga, el río de sangre que corre por todo el país, Chihuahua, no se escapa, lo provoca todo este universo del escape de la juventud, jóvenes en fuga; el problema es mayúsculo, un adicto es un nacido para perder, fracasa como esposo, padre, ciudadano, estudiante, trabajador, se convierte en un nacido para perder, un bueno para nada que se le hace imposible romper con las cadenas de su esclavitud. No es con más patrullas, ni policías, ni una flamante Guardia Nacional, Ejército o Marina para apagar los incendios del Chihuahua en llamas; son semilleros de corrupción que favorecen al narcotráfico y los abusos de autoridad. La miopía oficial, como la ignorancia familiar, están causando muertes por sobredosis, que oculta la esfera gubernamental, como las muertes por suicidios y los asesinatos dolosos que genera el adicto anestesiado.
No basta con internar por tres meses a un drogadicto, está comprobado que los centros de rehabilitación son un fracaso. De cada diez internos, nueve recaen, la mayoría de los anexos carecen de profesionalismo, instalaciones dignas y adecuadas, de una comida nutricional, completa y sobre todo, carecen de un sistema terapéutico, que en su conjunto, de nada le sirve al adicto, ni a su familia, vuelve a recaer, lo anexan una y otra vez, hay adictos menores de 25 años, que han sido encerrados por más de 30 meses desde muy temprana edad y jamás se han recuperado, esa no es una solución.-
Todos están cortados con las mismas tijeras, la terapia es nula, la atención al enfermo, no existe, clínicas y anexos, son un lucro, sin resultados.
En prevención estamos en la calle; rehabilitación, en pañales
No existe, ni municipal, ni estatal, ni federal, un programa serio profesional de prevención; hay aparatos oficiales que son elefantes blancos, como El Consejo Nacional contra las Adicciones, Conadic, pero son una enorme carga presupuestaria; mientras que los gobiernos prefieren obras y programas con reflectores, las soluciones a las crisis existenciales de los jóvenes brillan por su ausencia.
No funcionan las tradicionales pláticas contra las drogas, no logran el objetivo por muy crudas que sean, hay que cambiar la estrategia e ir al fondo de las emociones torcidas, aclarando, que la drogadicción, así como ejercer malos hábitos y conductas tóxicas, es una elección personal, es un punto complicado, requiriendo sabiduría, habilidades y arte de persuadir para despertar conciencia en los jóvenes, rescatarlos de la fuga, de la deserción de su realidad, suministrando información de formación, orientación fundamentada para corregir el rumbo y buen esquema, motivación que rompa con la inercia, trabajando intensamente con padres de familia, maestros y con estos jóvenes en fuga, por ahora.