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Dos tipos de cuidado: ¿Democracia o Poder?
Dicen que la verdadera medida del poder se encuentra en su ejercicio responsable, no en la extensión de su alcance. Esta frase me remonta al 1 de enero de 2019, cuando llegaba a El Salvador para sumarme a la campaña presidencial, donde uno de los candidatos era Nayib Bukele.
Durante el viaje desde el aeropuerto, el conductor al enterarse que venía de México, me preguntó sobre los motivos detrás del éxito de AMLO -quien recién iniciaba su mandato- y los rumores acerca de sus intenciones de buscar la reelección.
En la conversación hablamos del éxito de MORENA como partido nuevo e incluyente, dispuesto a sumar a todos; el voto de castigo frente a escándalos de corrupción y la división de los partidos que habían gobernado, como factores que beneficiaron a esta fuerza política emergente que representó para la mayoría una esperanza de transformación para el país. Antes de llegar a mi destino, prácticamente hice una descripción de lo que pasaría días después en El Salvador.
Al igual que AMLO, en aquella ocasión Bukele ganó la elección con más del 53% de los votos, rompiendo el ciclo bipartidista.
Hace unos días Bukele rompió todos los récords al ser reelecto con el 85% de los votos y pasando a la historia como el primer presidente en gobernar El Salvador por un segundo mandato consecutivo. Gracias a un fallo emitido en septiembre de 2021 por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y a la súper mayoría calificada con la que cuenta en el Congreso, donde sus aliados ostentan 58 de los 60 escaños. A diferencia de su homólogo en México que no cuenta con ella.
En esta nueva elección, el éxito electoral de Nayib Bukele se atribuye principalmente a la significativa reducción de la violencia, su alta popularidad y una oposición debilitada, incapaz de competir efectivamente. Sin embargo, el mayor de sus éxitos fue que su partido "Nuevas Ideas" arrasara en las elecciones legislativas, pasando de no tener representación en el Congreso a contar con la mayoría que le permitió hacer a tiempo las modificaciones necesarias a la constitución, poner en práctica la agenda de su gobierno y fomentar medidas sin los enfrentamientos que protagonizaba contra el Legislativo.
En México, a unos meses de la sucesión presidencial, se agota el tiempo de AMLO para cumplir con el objetivo anunciado desde campaña y que ha estado presente en la mayoría de sus discursos: "Consolidar la Cuarta Transformación" al nivel de otros tres momentos clave de la historia de México como: La Independencia de los españoles; La Guerra de Reforma entre liberales y conservadores que dio pie a la separación de la iglesia y el estado; y por último, La Revolución contra el régimen de Porfirio Díaz. A diferencia de estos tres movimientos históricos, AMLO prometió lograr esta transformación de manera pacífica.
A cuatro meses de las elecciones, y sin una mayoría parlamentaria suficiente para avanzar reformas constitucionales en consenso, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó un paquete de veinte iniciativas clave para fortalecer su proyecto de la Cuarta Transformación.
Estas propuestas abarcan reformas político-electorales, de pensiones, salario mínimo, industria eléctrica y judicial, además de elevar a rango constitucional programas sociales ya en vigor. A pesar de la oposición y los obstáculos legales anticipados, López Obrador se compromete a dejar constancia de su apoyo a estas iniciativas, marcando la pauta para la futura dirección política bajo su posible sucesión por Claudia Sheinbaum en las próximas elecciones.
En términos de percepción, el éxito de este paquete de reformas constitucionales, podrá percibirse como el triunfo o la derrota de la consolidación de la Cuarta Transformación. A escasos meses de la elección presidencial, regresa a mi mente aquella conversación con el conductor en El Salvador, pero esta vez me gustaría preguntarle a él ¿Cuál es la fórmula de Bukele?, ¿Cómo logró ser reelecto como Presidente rompiendo de esa forma los records electorales y con una mayoría apabullante en el Congreso?
Los mexicanos nos enfrentamos ahora a una decisión trascendental: ¿Nos limitaremos a observar como las cúpulas partidistas y empresariales se disputan el poder o asumiremos activamente nuestra responsabilidad ciudadana de construir el futuro que deseamos? La calidad de nuestra democracia y el país que deseamos dependen directamente de nuestra voluntad y acción. Como bien decía Abraham Lincoln: "La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".
Consultor en Comunicación Política
(Compol) Experiencia en Campañas
Políticas en México y Extranjero.
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y Marketing Digital.
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