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Celebremos el espíritu de competencia

  • Por: MSGR. JUAN NICOLAU
  • 31 OCTUBRE 2022
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Celebremos el espíritu de competencia

Foto: Archivo.

Las escuelas promueven la competencia académica al premiar a los estudiantes más destacados. Los encuentros deportivos premian al equipo que hizo mejor en la temporada. En el trabajo hacemos nuestro mejor esfuerzo para lograr un ascenso o un aumento de salario. La competencia bien enfocada nos ayuda a ser mejores en todos los aspectos de la vida.

Durante los juegos olímpicos o el mundial de futbol el jubilo de todos los atletas participantes, aquellos que ganan y dieron a sus respectivos países la satisfacción de ver ondear sus banderas en lo más alto, levantan la moral de la poblaciones que tal vez están atravesando por situaciones difíciles, ya sea por la economía o la inseguridad, la violencia o guerras. 

En general el ánimo se revive cuando vemos historias de triunfo, donde sin importar que tan rico o pobre es el país de donde los atletas provengan, se esfuerza y luchan por sobresalir en el deporte en tal o cual deporte, tienen la oportunidad de ganar y demostrar el sano espíritu de competencia que poseemos los humanos. 

A veces no se logra una medalla, pues solo hay tres para cada categoría de entre cientos que llegan a competir por un espacio en el podio, pero el llegar a participar es un triunfo en sí, una experiencia única para quien la vive, que nos puede llegar a tocar muy de cerca. 

Un ejemplo que viene a mi memoria es el de Stephen Sáenz, originario de nuestro valle del Río Grande, bicampeón estatal con innumerables triunfos en el lanzamiento de bala. Allá por 2010 tomó la decisión de competir por México. La Federación Mexicana del Deporte invita a todos aquellos hijos de mexicanos que puedan tener la doble nacionalidad, a que representen al país de sus padres y abuelos, y con orgullo porten los colores de su nación al participar, sobre todo en las disciplinas en donde no tienen recursos para formar desde niños a los futuros deportistas que los representen. 

A veces un deportista compite por Estados Unidos, pero al ganar y festejar decide levantar dos banderas, como lo hizo Oscar de la Hoya al ganar el oro en boxeo hace más de dos décadas, pues el recuerdo de su madre mexicana, quien falleciera unos años antes fue la motivación que él tuvo para ganar esa medalla, así que cuando le dieron una bandera mexicana junto con la bandera de las barras y las estrellas, las abrazó las dos, pues se sabía querido y admirado por los dos países. 

Para nosotras aquí en nuestro Valle ese sentimiento es natural, pues el ser ciudadano americano no implica el olvidar las raíces familiares y disfrutar de los beneficios de poder ejercer la ciudadanía de nuestro país vecino. Si el joven Sáenz no logró superar los hits eliminatorios y pasar a competir por medalla es algo que no le resta mérito alguno, su ciudad natal, Roma, Texas, celebró su regreso como si hubiese ganada. Bien merecido tiene un lugar de reconocimiento por poner al Valle de Texas alto al ser uno de los mejores del mundo en su deporte. 

Celebrar el espíritu de competencia sano, ver como los jóvenes se esfuerzan y son recompensados al ser admirados e imitados por los que ahora son niños y ven en ellos un ejemplo a seguir.        

Vive un día a la vez! ... ignite the moment!…Y recuerda que Dios te ama y yo también. 

Msgr. Juan Nicolau, Ph. D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.

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