Editoriales

La verdad

  • Por: GUADALUPE LOAEZA
  • 23 AGOSTO 2012
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Desde que era niña, siempre aprendí a hablar con la verdad.
Mi madre era una obsesiva de la verdad.
Nunca escuché a mi padre mentir.
Por eso odio las mentiras.
No sé manejarlas.
Por dolorosa que sea la verdad, la prefiero.
Como le dijo el starets a Fiodor Pavlovitch, padre de los hermanos Karamazov: "El que se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras llega a no saber lo que hay de verdad en él ni en torno de él, o sea que pierde el respeto a sí mismo y a los demás".

Por respeto a nosotros mismos y a nuestros lectores, los periodistas estamos comprometidos hablar con la verdad.
¿A qué viene todo lo anterior? Al libro El caballero del Titanic, que presenté el martes por la noche en el museo de Historia Natural de San Diego, en donde en este momento se exhibe la exposición "Titanic, The Artifact Exhibition" con 200 artefactos extraídos de la embarcación.
Allí, frente a 150 personas, Remedios Gómez Arnau, la cónsul general de México; Doretta Winkelman, directora de Educación Binacional; Roberto Cornejo, director del Instituto Cultural Mexicano en San Diego; Pedro Ochoa, agregado cultural; Alicia Peterson, traductora, y el doctor Enrique Goldbard, quien asistió también como traductor, dije la verdad respecto a Elizabeth Ramell Nye, la pasajera inglesa a quien supuestamente Manuel R.
Uruchurtu cedió su lugar para que ella se salvara.
Confieso que antes de escribir el libro para que se publicara justo a los 100 años del hundimiento del trasatlántico no había leído la biografía de Dave Bryceson, titulada: Elizabeth Nye, Titanic Survivor, porque tardé más de seis meses en localizarla en una pequeña librería a las afueras de Londres.
He de decir, sin embargo, que siempre tuve muchas dudas respecto a la versión de una parte de la familia Uruchurtu, ya que nunca encontré documentos fidedignos que indicaran lo supuestamente sucedido.
Pero una vez que terminé de leer el espléndido libro de Bryceson durante el viaje a San Diego por Volaris -que patrocinó el evento- no me queda la menor duda.
Elizabeth Ramell Nye no se salvó del hundimiento del Titanic gracias a Manuel R.
Uruchurtu.

No acababa de ofrecer que en la próxima edición del libro se aclararía la verdad de Elizabeth, cuando de pronto el periodista David Gaddis Smith se puso de pie y me comentó sobre la aclaración que hizo David Bryceson a la Enciclopedia Titánica.
Esa misma noche me la envió por correo así como el desmentido por parte del Senado.
He aquí algunos fragmentos de la carta de Bryceson:
"La historia de que uno de los dos mexicanos a bordo del Titanic, el pasajero de primera clase Manuel Uruchurtu, renunció a su asiento en el bote salvavidas 11 por la pasajera de segunda clase Elizabeth Nye es un cuento conmovedor para el corazón de la caballerosidad de antaño.
Sin embargo, sólo hay un problema con él, no es una historia real.

"Comencé a investigar la vida de Elizabeth Nye en 1988.
Nueve años más tarde me conecté en línea por primera vez y no pasó mucho tiempo antes de que me encontrara con un número relativamente pequeño de sitios web en español que contenían la misma explicación del supuesto incidente.
Alegaban que Manuel Uruchurtu había cedido un asiento en el bote salvavidas debido a su condición de funcionario del gobierno mexicano que regresaba de una visita de servicio en el extranjero.
A una señora inglesa, llamada Elizabeth Nye, se le negó la entrada al bote, ya que ya estaba lleno.
Ella rogó que se le permitiera subir puesto que su marido y su hijo estaban esperándola en Nueva York.
Al oír esto el señor Uruchurtu le cedió su lugar en el bote, pidiéndole solamente que visitara a su familia en México para explicarle lo que había sucedido.
Todos los sitios concluían diciendo que se encontró más tarde que Elizabeth Nye había mentido, ya que ella no tenía una familia que la esperara en Nueva York.
Esos sitios que invitan a los comentarios de los lectores han atraído a muchos mensajes groseros y desagradables acerca de Elizabeth como 'Elizabeth Nye es una asesina'.
Lamentablemente veo que comentarios de esa naturaleza han comenzado a infiltrarse en este foro.

"Otro de los ocupantes del bote salvavidas 11 era la pasajera de primera clase Edith Rosenbaum (más tarde Edith Russell) quien conocía a Manuel Uruchurtu.
Edith no fue llamada a declarar en la investigación de los EE.
UU.
o más tarde en la del Reino Unido, pero ella fue durante el resto de su vida una de las voceras de los supervivientes cuando se trataba el tema del Titanic.
Tracé un total de nueve artículos y entrevistas con ella sobre su salida del barco que se hundía, y en ninguno de ellos se hace mención del señor Uruchurtu.

"Sin embargo, continué soportando las acusaciones en mente durante mi investigación restante, pero nunca jamás encontré ni remotamente ningún hecho que sugiriera que podría haber algo de verdad en ellas.
Elizabeth fue una escritora prolífica y se mantuvo en contacto con amigos y familiares durante toda su vida.
Ninguno de con quienes hablé tenía conocimiento de ella desde su visita a México.

"No conocía a nadie en ese momento en ese país que pudiera ser capaz de ayudarme.
(Afortunadamente, esta situación ha cambiado ahora) El número de sitios en español que llevan la historia ha proliferado en los últimos años.
Todos ellos parecían ser copiados unos de otros, cada uno contando el mismo relato, desprovisto de detalles, palabra por palabra.
Actualmente en Google 'Nye Uruchurtu' enumera un total de más de 27.
000 sitios en los que los dos nombres aparecen juntos.
(Por supuesto, esto incluye sitios del Titanic que muestran las listas de pasajeros).

He aquí la verdad y nada más que la verdad en relación a este "cuento conmovedor para el corazón de la caballerosidad de antaño".


gloaeza@yahoo.
com

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