El dolor y la esperanza: historia de una madre valiente
Mensaje de esperanza en medio del dolor
La vida de "Margarita" cambió para siempre en 2024. Un día por la mañana se dio cuenta de que su hijo se había ido de casa.
"Enrique" tenía una cadena de plata que su madre le regaló en un cumpleaños y nunca se la quitaba, pues era un símbolo del amor entre los dos; cuando ella la vio colgada en su cuarto, supo que algo andaba mal.
El último mensaje que el joven envió fue para su hermano. Le dijo que estaba en la Nueva Central de Autobuses, en Tlaquepaque, y que un amigo lo había invitado a trabajar a Puerto Vallarta.
Pidió a su familia que no se preocupara, pero fue todo. Inmediatamente después, su teléfono dejó de recibir mensajes.
Tras meses de incertidumbre, de ver deteriorarse su salud mental, de sufrir maltrato burocrático y pasar por una intensa búsqueda de cualquier pista que la acercara al paradero de su hijo, "Enrique" regresó.
Ahí inició otra lucha para sobrevivir al trauma familiar de haberlo perdido y recuperado, así como para lidiar con un sentimiento de persecución por parte de las autoridades, pero pasaron los meses y la herida comenzó a sanar.
A inicios de marzo se destapó el hallazgo de lo que la Fiscalía General de la República ya definió como "zanjas con posibilidad de actividades crematorias" y más de mil objetos personales como ropa, calzado, bolsas y mochilas, todo en el Rancho Izaguirre.
Para "Margarita", la explotación en redes sociales de videos y fotos sobre los hallazgos, junto a relatos morbosos, dejó a muchas madres sin esperanza de encontrar a sus hijos con vida.
"Con todo esto que se está publicando, gente que por vender no dimensiona el dolor, inventan historias que no pasaron", reclamó.
Ella lamentó que toda la atención que se generó en torno al caso hizo que muchas personas abordaran el tema con irresponsabilidad, sobre todo respecto a las prendas encontradas, pues se asumió que cada objeto pertenecía a una persona que fue asesinada.
"Margarita" tardó un par de semanas en ser capaz de revisar las fotos difundidas en Internet y, cuando finalmente lo hizo, reconoció una sudadera y unos tenis. Su estómago se revolvió imaginando todo lo que su hijo vivió ahí, pero también fue la prueba que le dio un poco de consuelo: las prendas no son proporcionales al número de personas fallecidas.
"Al menos yo tengo a mi hijo conmigo, pero si no estuviera conmigo, con todo esto yo pensaría que está muerto.
"Yo quiero que las mamás tengan en claro, que no pierdan la esperanza, porque los hijos que buscan pueden estar vivos. No solo por ver su ropa o sus zapatos piensen lo contrario. Lo digo como una madre que buscó a su hijo y que en ese lugar siguen sus pertenencias.
"Las madres merecen tener esperanza de que sus hijos estén vivos, posiblemente ausentes porque ellos así lo quieren, pero vivos", expresó.