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El expediente del traslado de la villa de Reynosa, 1799-1802

Los expedientes incluyen cincuenta documentos redactados entre las fechas del 24 de mayo de 1799 al 14 de octubre de 1802, donde narran el accidentado proceso que consiguió mover a la población del primer asentamiento

Virrey de la Nueva España, al que se le hizo la petición para el traslado de la villa de Reynosa, José Miguel de Azanza (Duque de Santa Fe), 1799.El expediente del traslado de la villa de Reynosa, 1799-1802

Lo que conocemos históricamente del traslado de la antigua villa de Reynosa, desde lo que es ahora la comunidad de Reynosa Díaz a la Loma de San Antonio, en lo que es el centro de la actual ciudad, proviene, principalmente, de dos extensos expedientes que se encuentran en el Archivo General de la Nación en México (AGN).  Los documentos fueron paleografiados y publicados en el Boletín del AGN en 1956 y más tarde republicados en Reynosa, Tamaulipas, en los años de 1960.

Los expedientes incluyen cincuenta documentos redactados entre las fechas del 24 de mayo de 1799 al 14 de octubre de 1802, donde narran el accidentado proceso que consiguió mover a la población del primer asentamiento al sitio donde se encuentra hoy esta ciudad. Los expedientes originales llevan los números 5 y 6 en el volumen 208 de la Sección de Provincias Internas en el AGN.

La paleografía deja algo qué desear en la publicación de 1956; por ejemplo, la palabra Reynosa fue transcrita como Reinosa por el personal del "boletín," siendo que la letra "y" se utiliza para el nombre de la villa en todos los manuscritos originales de dichos expedientes del "traslado".

Como se contó en una nota pasada de este matutino, Reynosa se escribió con "y" durante el siglo XVIII, cuando se fundó la villa, La "i" aparece esporádicamente en manuscritos coloniales; ya décadas después que se estableció la villa tiene una mayor aceptación durante las primeras décadas del siglo XX. La historiografía local desconoce o confunde este concepto histórico sobre el origen ortográfico y la evolución de la escritura del nombre de Reynosa.


El primer documento

El primer documento en los expedientes del traslado tiene la fecha del 24 de mayo de 1799. En éste, el medio cabildo, nombrado así por el reducido número de regidores, solicita el traslado de la villa al paraje de la Loma de San Antonio. Las peticiones estaban encabezadas por Joseph Francisco Ballí, el justicia mayor de la villa, apoyado por un nutrido grupo de vecinos relacionados con el clan de los herederos del difunto Juan Antonio Ballí. Entre éstos se encontraban las matriarcas de Reynosa: doña Rosa María Hinojosa de Ballí y doña Gregoria Ballí de Gómez, anteriormente de Domínguez. Esta última era representada por sus dos hijos de su primer matrimonio.

El expediente del "traslado" se inició cuando el primer documento fue enviado a San Carlos, la capital del Nuevo Santander, hoy estado de Tamaulipas, y de allí a la intendencia de San Luis Potosí. Tanto el gobernador de la provincia, Manuel Ignacio de Escandón (segundo conde de Sierra Gorda e hijo del fundador José de Escandón), así como Félix Calleja (comandante de la décima brigada de San Luis Potosí), secundaron la documentación apoyando la petición de los colonos de Reynosa. El comandante Félix Calleja había visitado e inspeccionado la antigua villa a mediados de la última década del siglo XVIII.  

Fue el gobernador Manuel Ignacio de Escandón quien sacó a relucir la Real Orden de 1763 para el traslado al sitio de Las Lajas, otorgada por el rey de España, Carlos III, mencionado en la nota anterior de este periódico. El fiscal de lo civil, en la Cd. de México, recibió los documentos de Reynosa, San Carlos y San Luis para finales de agosto de 1799. Este incluyó al expediente la Real Cédula, donde se dice que el rey Carlos III había decidido sobre el traslado de Reynosa a Las Lajas desde 1761. El cumplimiento de dicha Cédula había sido extendido por el virreinato desde 1766; pero esta orden se suspendió, no ejecutándose el "traslado".

El virrey de la Nueva España, José Miguel de Azanza (duque de Santa Fe) pidió a finales de octubre de 1799 se remitiera el expediente al gobernador del Nuevo Santander y al medio cabildo de Reynosa, para que le informaran sobre el número de familias, tipo de construcciones, tierras de siembras, las inundaciones desde el año de 1766 y las condiciones del paraje de San Antonio, que era el lugar a donde querían mover la villa; esto para darle giro a lo que se juzgase conveniente. El expediente fue enviado a Reynosa desde la capital de San Carlos, en octubre de 1800, por el gobernador interino, José Blanco.

La contestación por parte del justicia mayor de Reynosa sería hasta un año después, en octubre de 1801. Debido a las peticiones, se preparó un censo en donde se conoce que los 1,631 habitantes, dentro de la jurisdicción de la villa, conformaban un total de 332 familias en 1801, población que estaba diseminada en ranchos desde los límites con Camargo hasta la desembocadura del río Bravo. En realidad, el asentamiento de la villa inicial estaba formado por tan sólo 62 viviendas.

Joseph Francisco Ballí tomó las declaraciones de los vecinos más antiguos de la villa: don Francisco Guajardo, quien tenía 28 años cuando se fundó la villa; Narciso Cavazos, quien llegó de ocho años; Antonio Margil Cano, quien vino con sus padres a la edad de 2 años. Éstos declararon que en el tiempo que se fundó la villa (1749) el río estuvo localizado a 500 varas (419 m) de distancia hacia el norte del cauce de ese año de 1801. En las peores inundaciones llegó a estar el agua entre 100 y 125 varas (83-104.75 m) de las casas. Comentaron que ya en otras ocasiones les había tocado a los pobladores salir a pie, a caballo y en canoas a las Lomas del Morillo, distantes como dos leguas (8.38 Km) de la antigua Reynosa.

Don Francisco Guajardo, el más viejo de los tres, y Narciso Cavazos recordaron que se llevó en procesión pública al Señor Sacramentado hasta la orilla del río; y en una ocasión ahí se hizo un altar a San Juan Nepomuceno, protector frente a las inundaciones; según sus creencias era para que no entraran las aguas a la plaza de la villa.


 Los puntos de vista para el traslado

El 22 de octubre de 1801, junto a estas declaraciones, el teniente de las milicias provinciales, Joseph Francisco Ballí, envió al virrey y al gobernador interino, José Blanco, un documento donde exponía cinco puntos explicando la situación precaria del primer asentamiento y los motivos para adquirir la licencia para mudar la villa al paraje San Antonio.

Explicó que la expresada villa consistía de 12 casas de adobe y 50 de bajareque y paja, todas las declaraba bastante deterioradas; decía del terreno que era escaso en materiales de construcción.

Sabemos por otros documentos que la primera Iglesia de esta villa, también de bajareque y techo de paja, se ubicó a 3 km río arriba en lo que fue la misión San Joaquín del Monte. Durante el siglo XVIII, dentro de la villa se logró construir una iglesia de adobe. Joseph Francisco Ballí declaró en su informe que el edificio de la Iglesia parroquial se encontraba en deplorable estado, en peligro de una fatal desgracia y decía que "Debido a las crecientes no se han fabricado casas formales dentro de la propia villa".

El 4 de junio de 1801, casi un año antes que se mudara definitivamente la villa, trescientos vecinos de los ranchos a lo largo del río se juntaron para consultar y dar la resolución para fundar su nuevo pueblo, a lo que los más principales se adhirieron al proyecto.

En uno de los puntos, el justicia mayor explicaba que el cauce del río se encontraba, a mediados del siglo XVIII, cuando se fundó la villa, a más de 500 varas (419 m) y que para entonces, en 1801, estaba a 40 varas (33.9 m) de la población. Joseph Francisco Ballí enfatizaba la fuerza de las crecientes del río Bravo, decía que ningún poblador podía asegurar el fruto de sus cosechas. Éstos mantenían sus bienes de campo y sus viviendas por una y otra banda del río.

Sobre el quinto punto, Ballí explicaba que en el paraje en la Loma de San Antonio no se habían visto consecuencias fatales durante las inundaciones debido a la firmeza de su suelo. Actualmente, sabemos que la ciudad de Reynosa quedó asentada en un suelo de rocas sedimentarias de caliche, que fueron parte del litoral costero millones de años atrás; rocas que son conocidas como la formación Reynosa. La primera villa se estableció en la planicie fluvial del río, en los sedimentos de arcilla y arena de la época del Cuaternario, en donde no se encuentran rocas sólidas de ningún tipo.

Ballí explicó que siendo suyo el sitio de San Antonio cedía el espacio para la nueva fundación. Firmaba estos cinco puntos junto con el cura del lugar, fray Agustín Lira; el capitán de milicias, Juan José Ballí; el alférez, don Vicente de Hinojosa; el sargento, Manuel Gómez y don José María Ballí. A excepción de fray Lira, todos ellos eran parte de la familia del difunto Juan Antonio Ballí.

A finales de ese año, el trámite del traslado quedó en manos del nuevo virrey de la Nueva España, Félix Berenguer de Marquina y FitzGerald; y el nuevo gobernador, el teniente coronel, Francisco Ixart.

Al inicio del año de 1802, el fiscal de lo civil en México exigió el terreno preciso para el ejido del nuevo asentamiento de Reynosa. Más tarde, en ese año, la madre naturaleza se encargaría de darle un giro drástico al papeleo del proyectado trámite del "traslado". El desenlace de esa compleja situación será presentado en un próximo artículo.

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El comandante de la décima brigada de la Intendencia de San Luis Potosí, Félix María Calleja del Rey Bruder Losada Campaño y Montero de Espinosa (I Conde de Calderón), apoyó con la documentación a los colonos para el traslado de la villa de Reynosa.