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El rapto de una familia negra, 1859 (Primera parte)

Conoce este nuevo episodio de la Historia de Reynosa

Lancha en el río.El rapto de una familia negra, 1859 (Primera parte)

Ya en otra ocasión narramos sobre una de las funciones del río Grande o Bravo, el hilo bermejo que sirve como frontera entre los países de México y Estados Unidos; que unía y desunía familias, al mismo tiempo que deslegalizaba y legalizaba a los habitantes de ambos países con el simple hecho de atravesarlo. Los siguientes hechos históricos sucedieron hace mucho tiempo, poco antes de que comenzara la encarnizada Guerra de Secesión en la nación vecina en tiempos del presidente Abraham Lincoln; esa lucha fratricida que giraba sobre los principios de la abolición de la esclavitud.

Rumbo al oriente de la villa, en lo que era la antigua jurisdicción de Reynosa, se encontraban por la orilla del río Bravo los ranchos: San Pedro de los Esteros, El Retamal y Los Uresti, también conocido este último como la Uresteña. En la vecindad de estos ranchos se encontraba un vado o cruce que conectaba, para bien o para mal, los Estados Unidos con México, en el rincón de la labor de don Antonio Sáenz. Ahí se encontraba una lancha de don Salvador Cavazos, la cual era administrada por los Muñoces, Manuel y Francisco; el primero el yerno de don Salvador.

  • Seis miembros de una familia, de descendencia africana, de apellido Henderson, habían adquirido, momentáneamente, el estatus de seres humanos tan sólo por cruzar hacia la banda izquierda (sur) del mencionado río, para ser, posteriormente, violentamente secuestrados y regresados al país vecino como simples posesiones materiales de algunos ciudadanos de ese país. Las absurdas e injustas leyes del Estado vecino consideraban a todos los descendientes de esclavos como parte de la "Institución Peculiar" de la esclavitud, piedra angular de la economía sureña de los Estados Unidos hasta 1865.


Los Henderson

La familia de los Henderson estaba conformada por el jefe de familia Andrés, la madre Jamie y los hijos Sibil, Emile, Lise y un pequeño cuyo nombre no quedó registrado en la documentación. Ellos moraban en una habitación que quedaba a cincuenta pasos de donde se encontraba la casa del matrimonio del Sr. Francisco Longoria Guerra, quien contaba con 30 años de edad, nativo de la jurisdicción de Reynosa. Estas viviendas se encontraban dentro del Rancho San Pedro de los Esteros, propiedad de don Juan Longoria Tijerina, padre de Francisco.

Malloley, una mujer de color entonces residente de la ciudad de Matamoros, denunció al jefe político del distrito sobre el robo de la familia de color Henderson; la mujer decía que el "hombre con su mujer y cuatro hijos habían escapado de la esclavitud al mismo tiempo que ella y habían venido a esta república de México a buscar bajo la protección de las leyes, la libertad que se le negaba en los Estados Unidos." Indicó que "hacía como doce días que la familia del dicho Henderson desapareció del rancho en donde vivía, y según estaba informada, se halló dicha familia vuelta otra vez, en poder de su antiguo tirano sobre la margen opuesta del río.

La informante explicó que en el mismo rancho de don Juan Longoria Tijerina vivían varias personas negras, parientes y amigos de la familia raptada, de quienes sería fácil conseguir algunos informes. Por lo que suplicó mandaran citar y comparecer a Urban Mcgraw, Salome Grow, Henry Clay Lafayette, William Shields y Archie Shields a fin de saber por sus declaraciones, el modo que fueron sacados del rancho el dicho Henderson y su familia, para proceder con justicia.

Esta denuncia la puso la informante en H. Matamoros el 25 de junio de 1859 y fue enviada a Reynosa por el jefe del distrito hasta el día último del mes. Se recibió la instancia en este lugar hasta el 11 del mes de julio por conducto del jefe del distrito, la cual manifestaba sobre la familia de Henderson que había sido extraída a la izquierda (lado norte) del río Bravo, para hacerla perder la libertad que en este país disfrutaba. 

El juez de primera instancia en Reynosa, Juan N. Treviño, procedió a formular la averiguación, citando para que depusieran los lugareños, en particular los dueños de los ranchos más inmediatos al hecho, como lo eran don Juan Longoria Tijerina, don Antonio Sáenz y don Salvador Cavazos.

Los testigos

En ese mismo día se libraron las citas de que habla el auto anterior. Debido a que en ese momento estaban en la villa de visita, don Salvador Cavazos y los Muñoces, el juzgado optó por tomarles las declaraciones respectivas. Los tres testigos estaban relacionados con el vado y el bote que se utilizaba para cruzar el río Bravo en esa parte del río dentro de la jurisdicción de Reynosa.

En ese día 11 de julio de 1859, se le tomó primero la declaración a Manuel Muñoz de 26 años de edad, quien era originario de la villa de Lampazos, Nuevo León. Éste estaba casado con una hija de don Salvador Cavazos, quien era el dueño del rancho El Retamal, inmediato al rincón de la labor de don Antonio Sáenz, donde se encontraba el cruce para Estados Unidos.

Manuel declaró que no recordaba el día ni la hora que había sucedido el robo de la familia Henderson, que él se enteró del hecho por la Sra. Cándida Cantú y ésta, por la esposa de don Francisco Longoria.

Cuando se le preguntó sobre de quién sospechaba del secuestro de la familia, dijo que, por presunciones del público, juzgaba habían sido robados por cinco extranjeros y un mexicano, que él vio en la otra banda del río, en el potrero de su padre político don Salvador Cavazos. Manuel, Eligio Cantú y un tercero pasaron a verlos en la lancha del vado de su padre político para cruzarlos.

Estos americanos primero hicieron correr la voz que compraban ganado menor; posteriormente avisó a su padre político de haberlos pasado de regreso al siguiente día, como a las seis de la tarde; decía que los extranjeros salieron por la puerta de la labor de don Esteban Gámez. Manuel Muñoz declaró que los había cruzado a esta banda del río ocho o nueve días antes de que se perdiera la familia de que se ha hecho mención. Señaló que, al día siguiente del robo pasó al lado opuesto del río muy de mañana, pero no observó huellas de ninguna clase. 

También supo que, por la mañana, don Francisco Longoria y Esteban Gámez, siguieron la huella de la dicha familia dentro de la labor de Juan Longoria Tijerina, hasta la punta de la cerca que da a la orilla del río por la parte de arriba, de cuyo punto no la pudieron seguir más adelante.

El día 12 de julio de 1859, Salvador Cavazos de 55 años de edad, originario de la villa, rindió su declaración ante el juzgado de Reynosa. Mencionó que supo de los hechos del rapto por Francisco Muñoz, que residía en el mismo rancho El Retamal, enterándose hasta las doce de la noche del día siguiente.

Creía que los raptores habían sido unos cinco americanos que estuvieron con un carro tirado por animales en esos días por la izquierda (lado norte) del río Bravo, en el potrero del finado don John Young, cuyas tierras por ser colindante con las de él, las utilizaba sembrándolas y manteniendo algunas vacas paridas para su subsistencia. En realidad, esas tierras eran de la esposa de Young, Salomé Ballí, quien se casó por esos tiempos con John McAllen. 

Don Salvador mencionaba que los extranjeros habían llegado por el potrero de un rancho vecino y que los pasaron para el lado mexicano en su lancha, Manuel Muñoz y Eligio Cantú, aclarando que de regreso habían pasado por el vado de don Juan (John) Webber. 

El 12 de julio también se tomó la declaración de Francisco Muñoz, un hombre soltero, de oficio labrador, de 26 años de edad, natural de San Antonio de Béjar, Texas. 

Éste mencionó que se enteró del robo por conversaciones de diferentes vecinos y dos soldados de la guarnición de la villa, que no formaron un juicio acerca del robo.

Durante los siguientes ocho días de julio, una serie de testigos desfilarían ante el juez de 1ª Instancia en Reynosa, Juan N. Treviño, para esclarecer el rapto de la familia, poniendo en duda las declaraciones del testigo Manuel Muñoz. Las conclusiones de estas averiguaciones serán contadas en el próximo artículo.

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Ubicación del rancho El Retamal, en mapa de la Comisión de Límites, a principios del siglo XX.