Escena

Se vale quebrarse

Luis Roberto Guzmán afirma que expresar lo que sientes libera a cualquier persona
  • Por: El Universal
  • 14 / Abril / 2025 -
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Se vale quebrarse

Luis Roberto Guzmán aprendió desde niño que la vida puede romperse sin previo aviso. Tenía seis años cuando su padre fue asesinado tras una pelea. 

A partir de entonces, su madre lo crió sola en un barrio de clase trabajadora en Bayamón, Puerto Rico, mientras él asistía a una escuela privada donde todo era distinto.

Esa doble realidad —la escasez en casa y la presión por encajar en un mundo que no era el suyo— marcó su forma de mirar y de habitar el mundo. Creció sintiéndose fuera de lugar y durante años buscó su sitio en lugares que no lo llenaban.

Incluso, intentó seguir una carrera segura: estudió Administración Comercial, pero algo no encajaba. Hasta que un amigo lo invitó a una obra en la universidad. Ahí, en los ensayos, se encendió la chispa: el teatro se volvió su refugio, su espejo, su espacio para ser sin miedo.

TRES DÉCADAS DE CARRERA

Hoy, tras una carrera de casi tres décadas, con papeles que van del seductor Roco en "Ladies´ night" al justiciero urbano en "El Pantera", y hasta un padre ausente en "Cobra Kai", Guzmán atraviesa una etapa de reencuentro personal. 

Regresó al teatro con "Por la punta de la nariz", una comedia política y emocional que se presenta en el Teatro Varsovia. En ella interpreta a un psiquiatra encargado de ayudar a un presidente electo que, a pocas horas de asumir el cargo, es incapaz de pronunciar su discurso.

Tras nueve años lejos de los escenarios, vuelve —dice— para sanar.

-¿Qué sentías antes de decidir regresar con esta puesta?

--Me había vuelto adicto al "no", al rechazo. El actor pasa por muchos "no", porque vas (a castings), te expones, trabajas y trabajas. De repente te piden un video de ti actuando y, finalmente, te dicen que no. No una, sino muchas veces. Entonces piensas: ¿qué estoy haciendo mal? Pero la madurez y los años —para mí fueron los últimos cuatro— me llevaron a comprender que no estoy aquí para cumplir las necesidades de otros, sino para las mías, y que el gusto se rompe en géneros.

-¿Y qué cambió en el proceso?

--Entendí que el medio es así. Con las redes sociales y las plataformas, todo ha tomado su propio curso. Estoy en un antes y un después. Y no está mal sentirse frustrado, porque esos "no" me han llevado hacia adelante, a no tirar la toalla, a ser congruente y consecuente con lo que yo considero es mi razón de estar aquí, mi misión con mi oficio. Soy del tipo de personas que piensa que lo que fácil viene, así se va; lo que cuesta, lo que le pones empeño, es lo que no tiene caducidad.

LA SALUD MENTAL

-Para ti la salud mental juega un papel fundamental...

--Es muy importante y sí tomo terapia, aunque de manera intermitente. No soy muy clavado, mi vida no depende de un terapeuta, pero sí hay momentos en que necesito expresar cosas que son personales. Y confío en que tienen una ética y el secreto profesional, entonces puedo confiar en esa persona para expresar algo que ni siquiera le puedo decir a mis allegados. 

-Han pasado nueve años desde que subiste a un escenario teatral, lo último fue en 2016 con las obras Cuerdas y La gata en el tejado caliente, ¿por qué dejó pasar tanto tiempo?

--Las cosas llegan cuando tienen que llegar, pero también hubo un momento en que sentí la necesidad de trabajar en el teatro. Hoy estaré enfocado en esto hasta que el propio cuerpo dicte cuándo se puede abrir la ventana a nuevas posibilidades, pero eso sí, sin dejar el teatro.

EL TEATRO

-¿Qué es lo que encuentra en este arte que no lo tiene el cine o la televisión?

--Volver al teatro es perder ese miedo a hacer el ridículo, a exponerte. Es una especie de narcisismo, porque todos los ojos están puestos en ti, y en este caso, también en mi compañero Roberto Sosa.

-¿Y cómo ha sido el trabajo con Roberto Sosa?

--Maravilloso, no me pudo haber tocado mejor compañero, es un ser amoroso, generoso y brillante. Hemos creado unos lazos de complicidad, de compañeros de trabajo y de compromiso con la profesión y con esta obra.

-El productor Morris Gilbert le dio la posibilidad de elegir entre el político y el psiquiatra, ¿por qué el segundo?

--Porque, a través de este personaje, he encontrado una herramienta donde hay un autoanálisis que me lleva a identificar cosas mías, tanto negativas como positivas. Y es muy delicioso, porque te das cuenta de que no dejas de conocerte ni de aprender. Entonces, ha sido bastante interesante ser parte de él.

-¿Qué piensas de los políticos?

--Lo que corrompe al ser humano es el poder, y la facilidad con que las cosas se van dando cuando tienes poder. No creo que nadie nazca con esa mentalidad (corrupta); para eso, una inteligencia emocional ayudaría muchísimo a no traicionarte. En este caso, el poder orilla al ser humano a la deshonestidad.

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