Miedo, caos y abusos de poder
La cruzada contra los inmigrantes, la revancha, la deriva autoritaria, la erosión de los vínculos con los aliados y la guerra comercial marcan el inicio del segundo mandato
Donald Trump habla mientras el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, lo escuchan durante un almuerzo en la Sala del Gabinete de la Casa Blanca.
WASHINGTON, DC.- “Todos tenemos miedo”, dijo la senadora republicana por Alaska, Liza Murkowski en un acto en Anchorage. “A menudo me siento muy ansiosa a la hora de alzar la voz, porque las represalias son reales”, explicó. Los políticos republicanos tienen miedo a manifestar sus discrepancias. Los empleados federales tienen miedo de ser despedidos. Los inmigrantes —especialmente si son venezolanos y tienen un tatuaje— tienen miedo a ser deportados sin garantías a sus países (o peor aún, encerrados en una cárcel de máxima seguridad en El Salvador). Las universidades tienen miedo de que les retiren los fondos. Los estudiantes extranjeros tienen miedo de perder sus visados. Las firmas de abogados tienen miedo de que las castiguen si no se doblegan. Las empresas tienen miedo de mantener sus políticas de diversidad, igualdad e inclusión. Los beneficiarios de prestaciones tienen miedo de quedarse sin ellas. Los medios tienen miedo de sufrir represalias. Las personas trans tienen miedo de ser discriminadas... Otro senador, el demócrata Cory Booker, recordó una cita de uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, Thomas Jefferson, el tercer presidente: “Cuando el pueblo tiene miedo del Gobierno, hay tiranía. Cuando el Gobierno teme al pueblo, hay libertad”.
Donald Trump está a punto de cumplir 100 días de su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. El republicano regresó a la Casa Blanca con una agenda radical y una larga lista de enemigos. Ganó las elecciones del 5 de noviembre a la demócrata Kamala Harris con una diferencia de menos de 1,5 puntos porcentuales en el voto popular, pero una amplia ventaja en el Colegio Electoral. Su partido se hizo con la mayoría en las dos Cámaras del Congreso. El Tribunal Supremo, además, cuenta con una amplia mayoría conservadora.
Con la experiencia de su primer mandato y cuatro años rumiando su venganza, Trump se rodeó de leales en el Gobierno y empezó a gobernar por decreto. La deriva autoritaria, los abusos de poder, la ruptura de vínculos con los países aliados históricos, la cruzada contra la inmigración irregular, la agitación permanente, la revancha ideológica y la caótica guerra comercial han marcado el inicio de su segundo mandato.
Trump dijo en campaña que sería “dictador el primer día”. A punto de cumplir 100 días en el cargo, apenas ha firmado leyes aprobadas por el Congreso, pero ha dictado cerca de 140 decretos, muchos de ellos de dudosa constitucionalidad, con los que fuerza los límites de la autoridad presidencial y pone a prueba la resistencia del sistema democrático. Su deriva autoritaria ha puesto al país al borde de una crisis constitucional. Su errática política comercial ha lastrado la economía y ha detonado una crisis de proporciones mundiales. Sus ambiciones imperialistas y sus manotazos al tablero geopolítico han erosionado la confianza en EE UU de sus aliados.
Según una encuesta publicada por The New York Times, los adjetivos que mejor definen los primeros 100 días de Trump para los votantes son caótico (66%), aterrador (59%) y emocionante (42%). Su índice de aprobación, del 45%, según Gallup, es el más bajo en el primer trimestre de cualquier presidente desde la II Guerra Mundial... con la excepción de él mismo en su primer mandato.
VIOLA LA LEY Y CONSTITUCIÓN
Una docena de Estados demócratas alegan en una demanda que se ha extralimitado y violado la Constitución y la ley. “La política comercial nacional ahora depende de los caprichos del presidente en lugar del ejercicio legítimo de su autoridad”, afirman.
Trump ha ido cambiando los aranceles de un día para otro, aprobándolos, suspendiéndolos, elevándolos y reduciéndolos en ocasiones simplemente a través de un mensaje en sus redes sociales. En el tercer “Día de la Liberación” —el mandatario también bautizó así el día de su victoria electoral y el de su investidura—, lanzó una guerra comercial contra el mundo entero sin contar con aliados ni con una estrategia clara. Por eso, parchea y rectifica sus medidas cada dos por tres, con aranceles de quita y pon, aparentemente sin entender la complejidad de las cadenas de suministro actuales ni las implicaciones de sus medidas. El caos y la incertidumbre provocados por su errática actuación está frenando no solo la economía estadounidense, sino también la mundial.