“Odio a ese maldito Bond, me gustaría matarlo”: lo que el papel de 007 hizo a sus seis intérpretes
El documental ‘En la piel de James Bond’, que sirve de aperitivo a la esperada ‘Sin tiempo para morir’, desvela la angustia física y emocional que llevó a Daniel Craig a afirmar que preferiría cortarse las venas antes que volver a interpretar un personaje que ha marcado la vida de los actores que lo interpretaron
1 Sean Connery, el hombre que definió al espía
¿Cómo llegó a Bond? Echándole cara. Lazenby, un modelo australiano sin experiencia en el cine cuenta en el documental ‘La piel de James Bond’ que cuando supo que se buscaba a un sustituto para Bond fue al barbero de Connery a pedirle su corte de pelo y a su sastre a por uno de sus trajes, se compró un Rolex y se coló en el despacho del productor Harry Saltzman con un chulesco “oí que estaban buscando a James Bond”. Una audacia que, sumada a su dominio de las artes marciales y a un físico espectacular, le ayudó a imponerse a más de 400 candidatos.
3 Roger More, el Bond que no sabía correr
¿Cómo llegó a Bond? Tras la espantada de Lazenby, Broccoli optó por un viejo anhelo: Roger Moore, a quien había tanteado incluso antes que a Connery. Esta vez no se trataba de un novato ni de un escocés arrogante, sino de todo un caballero británico que ya era una estrella gracias a la serie ‘El Santo’. Una estrella quizás demasiado veterana. Moore debutó como Bond con 46 años (y seduciendo a una Jane Seymour de tan solo 22, una de las señas de identidad de la franquicia). Pero no fue óbice para que aceptase el papel. Cuando le preguntaron si había dudado, lo capeó con el mismo sentido del humor que caracterizaba a su personaje: “El dramaturgo Noël Coward se me acercó un día y me dijo: ‘Joven, con tu atractivo y tu desastrosa falta de talento deberías coger cualquier trabajo que te propongan. Y si te ofrecen dos al mismo tiempo, acepta el que te dé más dinero’. Y aquí estoy”.
4 Timothy Dalton, el Bond shakesperiano
¿Cómo llegó a Bond? Cuando Moore se sintió demasiado mayor para que sus dobles corretearan tras los malvados, tocó volver a resetear la saga y de nuevo Broccoli revisó su agenda para rescatar a otro actor que no había podido ser Bond en su momento: Timothy Dalton. El galés, que había desarrollado casi toda su carrera en el teatro y la televisión, fue el primer elegido para sustituir a Connery, pero con tan sólo 25 años se veía muy joven para el papel. Seis años después se puso el traje de espía imponiéndose al favorito de todos excepto de Broccoli, Sam Neill.
5 Pierce Bronan, el hombre que nació para ser Bond
6 Daniel Craig, el Bond rubio
¿Cómo llegó a Bond? Tal y como revela Barbara Broccoli en el documental de Apple TV + ‘En la piel de James Bond’, todo empezó cuando lo vio en ‘Elizabeth’ y se dijo a sí misma: “Esa es la persona más carismática que he visto en pantalla”. La hija del hombre que inició la saga demostró el mismo ojo que su madre con Connery y Brosnan, porque sobre el papel era una decisión arriesgada. Craig no se ajustaba al canon que los seguidores de la saga tenían en mente: era rubio, bajito, de una belleza poco distinguida y con un pasado de papeles más complejos de lo habitual. Había interpretado al amante de Francis Bacon en ‘El amor es el demonio’ y al objeto de deseo de Truman Capote en ‘Historia de un crimen’. Y tenía entre sus papeles más conocidos su paso por ‘Lara Croft: Tomb Rider’ y ‘Múnich’, de Spielberg. Era un gran secundario, pero no tenía en su carrera un protagonista que avalase su capacidad de enfrentarse al circo que es cada producción de Bond. Su perfil no parecía el más adecuado y él era consciente, aunque tal vez no esperaba que fuese por algo tan mundano como el tono de su cabello. “¿Estamos preparados para un James Bond rubio?” se preguntaba la BBC. Mientras, en las redes, furibundos anónimos escribían perlas como “es feo de narices” y lamentaban su fracaso antes incluso de que hubiese empezado la producción. Ese runrún cesó en cuanto se filtraron unas imágenes en las que emergía del agua en bañador. Sus pectorales borraron todos los prejuicios con más eficacia que el neuralizador de ‘Men in black’.