Se apoya Guaidó en el ultimátum europeo y la ayuda humanitaria para debilitar a Maduro
Este lunes, varios países, entre ellos España, prevén reconocer a Guaidó como presidente legítimo
Los acontecimientos se suceden en Venezuela de forma vertiginosa y convulsa desde el 23 de enero, como ocurrió tantas veces antes, pero es inevitable palpar una sensación de impasse en las últimas horas. Un relativo acomodo que el presidente interino, Juan Guaidó, quiere espantar con el arranque de la semana, aprovechando el final del ultimátum de algunos países europeos a Nicolás Maduro para que convoque elecciones y la llegada de ayuda humanitaria a las fronteras con Colombia y Brasil. Cualquier pérdida de iniciativa se interpreta como un triunfo para el chavismo, que tiene en el manejo del tiempo una de sus mejores armas.
En las calles de Caracas, si algo se percibe, es hartazgo y agotamiento. Desesperación también. Y temor de que las cosas puedan ir a peor, porque en Venezuela todo es susceptible de ir a peor. Desde que se agudice aún más la violencia a un mayor deterioro de las condiciones de vida, ya de por sí paupérrimas para millones de personas. Esto es, la hiperinflación, la dolarización de la economía y cómo pueden afectar las últimas sanciones de Estados Unidos a aspectos del día a día de los venezolanos, como el suministro de gasolina.
Que el chavismo haya sabido resistir dista mucho de que tenga capacidad para hacerlo durante mucho tiempo. Después del fiasco de la movilización el 23 de enero, el oficialismo logró este sábado trasladar la imagen de que tiene apoyo de las bases, aunque sea a costa de acarrear funcionarios públicos o milicianos y de que el rojo chavista ya no tiña por completo las manifestaciones, en detrimento del marrón de los uniformados. A los síntomas de un empeoramiento de la cotidianeidad se suman diversos factores que han propiciado que Maduro, entre la retórica antiimperialista y de crítica hacia la oposición, lance SOS, como su disposición a sentarse a negociar con la oposición bajo el paraguas de México y Uruguay, y el ofrecimiento de elecciones parlamentarias. Ninguna de las dos opciones es aceptable de momento por la oposición, que exige comicios presidenciales y la salida del poder de Maduro.
La estrategia del presidente interino, Juan Guaidó, pasa no solo por mantener la presión internacional, sino por redoblarla. Se antoja crucial el papel que vaya a jugar la Unión Europea. Este lunes, varios países, entre ellos España, tienen previsto reconocer a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela. Fuentes del Gobierno de Pedro Sánchez aseguran que se hará de forma “expresa y clara”. “De España espero un reconocimiento pleno”, aseguraba Guaidó a EL PAÍS este domingo. Sin embargo, es impredecible saber qué consecuencias va a tener, en la práctica, la deslegitimación de Maduro y la respuesta del chavismo, ya que, de forma paralela, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, anunció este domingo que la Unión Europea (UE) y Uruguay acogerán conjuntamente el próximo jueves en Montevideo una reunión para buscar una salida a la crisis de Venezuela. Mogherini se ha dado un plazo de “90 días para lograr un resultado positivo”.
El grupo, según el comunicado conjunto, “apunta a contribuir a crear las condiciones necesarias a las emergencias de un proceso político y pacífico que permita a los venezolanos determinar su propio futuro, celebrando elecciones libres, transparentes y creíbles”. Entre los países de la UE que participarán en el grupo de contacto están los que reconocerán hoy a Guaidó —España, Alemania, Francia y Reino Unido—, pero también Italia (reticente), Portugal, Holanda y Suecia; y cinco latinoamericanos: México, Uruguay, Costa Rica, Ecuador y Uruguay. En paralelo, México y Uruguay mantendrán abierto otro espacio, con los países del Caribe, muchos de los cuales dependen del apoyo petrolero de Venezuela, para lograr una salida. Mientras tanto, este lunes, en Ottawa (Canadá), se celebrará la primera reunión del Grupo de Lima, en el que se integran las principales potencias latinoamericanas, desde la juramentación de Guaidó.
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El otro foco sobre el que el presidente interino sitúa su pulso internacional con Maduro es la ayuda humanitaria. El líder chavista rechazó el sábado la opción de recibir cualquier colaboración externa, una decisión que, para Guaidó, “está absolutamente alejada de lo que está pasando en las calles". "Habló de que la emergencia no es necesaria porque sería como recibir limosnas Es criminal y sádico”, asegura.
La intención de la oposición venezolana, no obstante, es aumentar la presión sobre los militares, pues son quienes controlan las fronteras del país y de quienes, en definitiva, dependerá que la ayuda entre o no a Venezuela. Estados Unidos ha puesto en marcha una gran operación, coordinada con Colombia y Brasil, los aliados más beligerantes de Guaidó, para que la ayuda llegue cuanto antes, aunque aún no han especificado los puntos por los que tratarán de hacerla llegar ni la forma, cómo la entregarán ni a quién. Fuentes diplomáticas de diversos países latinoamericanos y de los sectores más moderados de la oposición temen que esto sirva de pretexto para escalar el conflicto en el ámbito militar, como ha venido insinuando el asesor de seguridad de Donald Trump, John Bolton, y que los sectores críticos con el chavismo más extremistas no ven con malos ojos. “La preocupación, por cierto, internacional, de una guerra civil es absolutamente ilusoria. Entiendo que lo vean así, porque es la consecuencia de enfrentamientos entre sectores de una sociedad, pero, ¿quién está dispuesto a inmolarse por Nicolás Maduro?”, se pregunta Guaidó.