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¿Quién…?

La incógnita persiste, se cierra la contienda entre Donald Trump y Joe Biden

¿Quién…?

El republicano ha amarrado todos los feudos conservadores y ha pasado, hasta ahora, una noche mejor de lo que se podía esperar a juzgar por los sondeos. La foto, aun así, es muy confusa. 

En estas elecciones tan anómalas, marcadas por la pandemia y por un aluvión de voto anticipado y por correo, el recuento puede demorarse y dejar esta noche una imagen distinta de la definitiva. Trump acusó a los demócratas de tratar de “robar” la elección, confesando así inquietud por el resultado, mientras que Biden se mostró optimista.

El republicano gana en el crucial Estado de Florida con el 94% del voto escrutado, con una diferencia de 3,4 puntos, mucho más holgada que hace cuatro años (1,2 puntos sobre Hillary Clinton). Y, de momento, no ha cedido dos de los territorios en los que el demócrata Joe Biden podía dar el sorpasso (Ohio o Carolina del Norte). 

En la medianoche de Washington, el vicepresidente de la era Obama se acercaba a la victoria en Arizona, ganado por Trump en 2016, y tenía opciones de hacerse con esos tres territorios pendulares del cinturón industrial (Michigan, Wisconsin y Pensilvania) que resultaron clave hace cuatro años y ahora le pueden aupar a la presidencia.

Todas las miradas están puestas en Pensilvania, un premio gordo, de 12 millones de habitantes, que ha recibido tal aluvión de voto anticipado y por correo que puede demorarse hasta el viernes en terminar el recuento. Su fiscal general, Josh Shapiro, publicó un mensaje a las doce y media de la noche en Twitter animando a la gente a “irse a dormir”. “Como hemos dicho durante meses: esta elección habrá terminado cuando todos los votos se hayan contado. Mantengan la calma”, añadió.

Muy difícil eso en la Casa Blanca, donde Trump seguía los resultados, o en Wilmington (Delaware), ciudad de Biden. El republicano ya indicó que piensa discutir los resultados si pierde. “¡Estamos yendo muy para arriba, pero están intentando robar la elección. Jamás les permitiremos que lo hagan. No se puede votar después de que las urnas hayan cerrado!”, escribió en su cuenta de Twitter. Prácticamente al mismo tiempo, Biden se dirigía a los estadounidenses acompañado de su esposa, Jill. “Se va a tardar en contar los votos, pero vamos a ganar en Pensilvania. Tenemos que ser pacientes para que acabe el recuento. Seguimos en la pelea en Georgia. Nos sentimos muy bien sobre Wisconsin y Michigan. Creemos que estamos en el camino de la victoria. Vamos a ganar esto. Mantengo la fe”, dijo.

Ha peleado hasta el último momento, con una intensa agenda de mítines por todo el país. Estados Unidos ha celebrado sus elecciones más trascendentales de la historia reciente en medio de una grave crisis sanitaria, económica y social. 

Los dispositivos de seguridad desplegados estos días en las grandes ciudades por las autoridades y por los ciudadanos de a pie, temerosos de la violencia, dan cuenta del clima de tensión. 

El propio presidente había alentado la incertidumbre hasta el último momento, agitando el fantasma del fraude electoral.

Biden, de perfil centrista y casi octogenario, parecía hace un año una apuesta contraria a los tiempos, ajena a la savia nueva del Partido Demócrata, lejana de los pujantes discursos del ala izquierda de su formación y sin el ímpetu suficiente para hacer frente a un tigre político como Trump. 

Su figura, sin embargo, es la que más consensos generó entre las diferentes sensibilidades; su estabilidad, su moderación y sus irresistibles dosis de empatía lo convirtieron en ese nombre en torno al que cerrar filas. En unas primarias con más de 20 aspirantes, el que fuera vicepresidente de la era Obama se erigió en ganador.



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