Editoriales

¡Vaya con el oso!

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 25 MAYO 2019
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¡Vaya con el oso!

Don Jeffrey Davidow fue embajador de Estados Unidos en México y no resistió la tentación de escribir un texto que pudiera definir las relaciones entre ambos países. En el 2003 sacó su libro El oso y el puercoespín, en el que da cuenta de su trabajo en tierras aztecas. Como principio, señala que no habiendo encontrado alguna figura literaria que reflejara con exactitud la relación que existe entre el coloso del norte y su vecino, ideó una leyenda presumiblemente de origen náhuatl.

Dice así: "Una noche en el bosque, el espíritu del puercoespín se acercó a uno de los exploradores. "Los niños de Aztlán deben seguirme. No le temo a ningún o animal. Soy uno de los animales más pequeños del bosque, pero soy temido por los más grandes. Mis púas me protegen de todos. Paseo por todo el bosque y como las frutas y las semillas que deseo". El explorador se rió del puercoespín y le dijo que era demasiado fanfarrón. "¿Y qué hay del oso gigante? ¿No le temes?".

"Te contaré una historia. Un día caminaba en el bosque. Debo viajar con mi nariz sobre la tierra para buscar semillas. No vi al oso. Y él tampoco me vio, ya que sus ojos miraban hacia arriba en busca de bayas. Por poco me pisa. Ambos no asustamos. Hice que mis púas se erizaran. Él se detuvo y se rió de mí".

"¿Crees que puedes matarme con tus pequeñas flechas?". "No, pero ¿crees tú que puedes pisarme sin sufrir el dolor de mis púas?". El oso respondió: "El dolor es el tributo que debemos a Huitzilopochtli por el privilegio de la vida. No le temo a tus pequeñas flechas. Te permitiré que permanezcas cerca de mí y me sirvas. Me traerás semillas y bayas. Yo te protegeré del jaguar y del zorro. Daré tus púas a los hombres de Aztlán para que puedan tomar su propia sangre como tributo a Huizilopochtli".

El puercoespín mantuvo sus púas levantadas. "No deseo vivir contigo. Eres desconsiderado y tu paso en el bosque pone a mis hijos en peligro. No será tu esclavo. Yo sólo sirvo a Huitzilopochtli. Conduciré a la gente de Aztlán hacia un mejor sitio. Ahí, Huitzilopochtli vencerá a los otros dioses y protegerá a la gente".

Este señor Davidow fue un extraordinarios diplomático cuya carrera se extendió casi a los 35 años, habiéndose especializado en asuntos de la América Latina, con presencia en varios países; pero, desde luego, no era un literato y su libro vale más por el peso testimonial y los juicios de valor que contienen que por la narrativa y la prosa, más cercanas al estilo norteamericano. Pero, el caso es que su percepción viene como anillo al dedo para entender la crisis que viven las relaciones entre ambos países, con marcada pretensión de dominio y sometimiento de uno y resistencia del otro.

La defensa de los intereses nacionales por parte del actual gobierno, no sólo ha caído como patada de mula a los potentados huehuenches, sino que también han echado por tierra jugosos negocios que pretendían hacer empresas trasnacionales con matriz en los Estados Unidos, especialmente las Siete Hermanas de la Industria Petrolera, que ahora tendrán que jugar con las reglas de cuando menos equidad, en lugar de arrasar con grandes beneficios como jugoso botín debajo del brazo.

Para atosigar al nuevo gobierno se han ideado una y mil formas, quizá la más notoria por tanto escándalo que ha armado, sea el financiamiento de las "caravanas de migrantes" ya no sólo de Centroamérica, sino de todas partes del mundo, que soy atraídas por la promesa de asilo o refugio que ofrecen los Estados Unidos; pero que luego no quieren cumplir. Eso ha generado un problema importante, para el cual el gobierno de México ha ofrecido soluciones razonables y convenientes.

Soluciones que el vecino rechaza, como un oso tozudo, al que poco importa el sufrimiento de la gente. Ayer mismo, por segunda ocasión, el secretario de Estado norteamericano canceló, de último minuto, la reunión agendada con el canciller mexicano para impulsar un plan de desarrollo en Centroamérica que desestimule la migración. 

Se envió a un representante y la idea se tomó con desdén. Mientras tanto, las autoridades en los puentes internacionales gozan con las colas.

El asunto es que en este preciso momento, el oso se está poniendo moños que no le quedan. El resentimiento de sus políticas agresivas se está observando en todo el planeta y no es remota la posibilidad de que se quede como el dueño del bat y las pelotas, que por su soberbia no encontró con quien jugar.

Si no ha leído la obra de su embajador, valdría más que lo hicieran, porque el oso gruñón se está quedando solo.


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