Editoriales

Salarios justos, única salida

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 04 OCTUBRE 2017
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Salarios justos, única salida

Tres notas aisladas, pero complementarias, ofrecen las evidencias suficientes para entender que la justa retribución del trabajo es la única alternativa para la estabilidad económica que permita emprender el camino de la recuperación: El endeudamiento acelerado de las familias de clase media con acceso al crédito; la resistencias de los entes financieros a las regulaciones, y el empeño de la FED por reglas más estrictas.

La absurda idea de apuntalar el nivel de la competitividad de México en los mercados internacionales con mano de obra barata y pobremente calificada ha tenido resultados  adversos que se están pagando muy caro en los aspectos social, económico y político. El retroceso ha sido harto brutal y resulta innegable por la excesiva acumulación de la riqueza, la caída de los niveles de vida de la población y la inducción a la delincuencia.

Además, al impedir el fortalecimiento de un mercado interno de consumo que haga a la economía local menos vulnerable ante los vaivenes de la economía global mediante la sisa de los recursos que corresponden a una justa retribución del trabajo, único motor de generación de riqueza productiva, se atrasa el crecimiento de los recursos y el avance en la modernización de los sistemas productivos. Sólo se engendra miseria.

En el caso de los estratos sociales que aún tienen acceso al crédito, encaminado casi totalmente al consumo, el endeudamiento está llegando a niveles peligrosos, muy por encima de los que se observaron antes de la crisis financiera del 2008, lo que hace que los organismos globales, como el Fondo Monetario Internacional, hayan prendido los focos de alerta y declarado que: "Los efectos adversos son mayores cuando la deuda de las familias es mayor", refiriéndose a la insostenibilidad de una deuda ascendente.

El crédito es un impulsor del desarrollo cuando se utiliza para financiar actividades de carácter productivo, tanto en la industria, el comercio y la prestación de servicios; sin embargo, se vuelve un lastre cuando únicamente sirve para financiar el consumo con tasas elevadas, como las que se observan en México, que duplican o triplicar el precio de los bienes y servicios adquiridos. Antes fue la burbuja inmobiliaria, ora la familiar.

Es por ello que la presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Janet Yellen ha insistido en mantener la regulación del sistema financiero para obligarlo a operar con criterios razonables, que eviten una nueva crisis y que hagan necesario un  nuevo rescate con fondos públicos. Esta posición puede ser el punto clave por el que siga al frente de la institución otros cuatro años con el apoyo del presidente Donald Trump.

Precisamente, el lunes pasado, la señora Yellen se congratuló de que la afianzadora American International Group Inc (AIG) contrajera sus activos por más de $ 500 mil millones de dólares, con lo cual dejó de representar una amenaza a la estabilidad financiera debido al tamaño de sus recursos y logró quitarse la designación de una "institución financiera sistémicamente importante", (SIFI), que es el paso previo para emprender una investigación profunda de sus operaciones a fin de reducir su tamaño.  

La propia presidente de la FED hizo notar que AIG recibió un rescate 182 mil millones de dólares del gobierno, en dos partidas, una inicial de 150 mil millones y una adicional por 32 mil durante la crisis, considerada la más severa desde la gran recesión, y que ahora había llegado el momento de que cumpliera con las rígidas disposiciones de control que han sido implementadas por el Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera.

Al mismo tiempo, reiteró su empeño en que los recursos financieros se canalicen a la generación de empleo decente, esto es, un trabajo satisfactorio, debidamente remunerado, para crear el círculo virtuoso de inversión, empleo, producción, consumo y pago de impuestos, que hagan viable la recuperación de la economía estadounidense y global.

Yellen es de los economistas avanzados que entienden que, sin salarios justos, no habrá recuperación.  


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